lunes, 28 de julio de 2008

King and country (1964)


Viernes noche tuve la oportunidad de ver la película King and country. Hacía ya tiempo que iba precisamente en busca de eso, de tiempo para verla. Algunas personas ya me habían advertido de su valor más como drama que de documento histórico, pero el hecho de que algunos críticos la comparasen con Paths of glory me llamó la atención. Incluso la llegaron a identificar como la "Senderos de gloria británica".
A la temática de la película se le sumaba el interés de disfrutar de la participación en ella de actores como Tom Courtenay (Strelnikov en Dr. Zhivago); Dick Bogarde (Gustav von Aschenbach en Morte a Venezia) o incluso a Leo McKern (el Cardenal Leone en Las Sandalias del pescador).
El argumento de la película gira entorno al tribunal de guerra al que es sometido un soldado acusado de deserción. El soldado Hamp (Tom Courtenay) fue detenido en Cambrai después de comprobar que había abandonado a su unidad en el frente. El capitán Hargreaves (Dirk Bogarde) es el encargado de llevar la defensa del acusado. Tras un primer contacto con su defendido, Hargreaves constata de forma clara que el soldado Hamp padece stress de guerra. El soldado Hamp al conocer algunos detalles de su vida familiar y después de soportar casi cuatro años de guerra colapsa y en un intento de abstraerse abandona de forma casi inconsciente su puesto. Hamp declara que quería "huir del ruido de los cañones". Así, Hargreaves, ante la claridad del diagnóstico médico de Hamp, basa su defensa en el trauma de guerra. Ya en pleno proceso y ante la evidencia de algunos de los testigos de la defensa que constatan la delicada situación mental del acusado, el tribunal intenta subestimar alguno de los testimonios de la defensa. Especialmente interesante es el duelo que mantienen el abogado defensor y el médico del regimiento, el capitán O'Sullivan (Leo McKern). Éste, en contra de lo parece una evidencia, acusa al soldado Hamp de ser un miedoso. A lo que replica Hargreaves acusándole de que es muy extraño de que una persona con miedo pueda ser tratada con un purgante, tal y como hizo O'Sullivan. El proceso es más un simple trámite que una verdadera corte.
La película filmada sólo en estudios crea, sin embargo, un buen ambiente, donde la lluvia es omnipresente y el barro es el compañero inseparable del soldado, así como las ratas y la inmundicia. El tiempo histórico del film puede datarse poco después de la batalla de Passchendaele, sobre el verano-otoño de 1917.
La película mantiene un ritmo certero y nada soporífero. En momentos, la puesta en escena es absolutamente teatral, y la reacción de los dramatis personae absolutamente británica.
Uno de los aspectos que no me ha agradado demasiado del film ha sido la sobreactuación mística de Courtenay encarnando al soldado Hamp. Éste en momentos parece revestido de una aureóla mística que parece que lo eleve, como si fuese en cordero de Dios. En momentos, me recuerda a la Jeanne d'Arc de Carl T. Dreyer.
Los momentos más significativos de King and country (Rey y patria) son diversos. Por ejemplo, el duelo dialéctico entre abogado de la defensa y el oficial médico. Esta secuencia plasma la intencionalidad de Losey: la dicotomía entre la barbarie absurda del sacrificio versus el sentido humano de la redención y el perdón. Otra secuencia que justifica ver la película es la escena en la que el capitán Hargreaves pide explicaciones al superior del tribunal y éste le responde que el veredicto final forma parte de los métodos del alto mando para mantener alta la moral. La reacción de Bogarde ante las explicaciones es muy comedida y de gran intensidad.
El colofón es lo mejor de la película.
Aunque no al nivel de Paths of glory, la obra de Losey es un claro alegato en contra de la estupidez humana y una muy buena reflexión sobre lo vano de la vida.
Recomendable 100%.