
Desde un punto de vista conceptual, la estructura narrativa de la obra sigue el hilo cronológico de la batalla y de los principales sucesos (21 de febrero, caída de Fort Douaumont, los ataques alemanes en ambas orillas, Fort Vaux, etc.). A un nivel más formal, se entremezclan perfectamente los detallados datos de unidades, movimientos y número de bajas con la inclusión de estremecedoras y terribles vivencias de los soldados. El testimonio prima sobre la historia y el subtítulo de la obra no es una casualidad. Se trata de una historia contada por los supervivientes. Este rasgo junto con la inclusión de numerosas e inéditas fotografías y el marcado carácter crítico de las opiniones de Lefebvre son las características más notorias del libro. El autor no deja un palmo de Verdun sin escrutar, aunque algunos aspectos estén descritos de una forma más superficial como es el caso de la guerra aérea sobre Verdun. El Verdun de Lefebvre es el Verdun de la infantería, el Verdun del poilu. La historia del poilu de Verdun es la historia de un martirio en la que el soldado francés , y también, va pasando por todas la estaciones del Calvario. El autor logra transportarnos a las miserias y penurias del soldado a través de las palabras de los propios protagonistas. Palabras que describen el miedo, el dolor, el sufrimiento y la barbarie a la que se vieron sometidos todos aquellos hombres que participaron en la batalla de Verdun. El lector, ante tanto horror, se sumerge en una catarsis de misericordia y piedad por unos hombres que lucharon y murieron entre la nada y el infierno. La dura digestión de una obra de este tipo conduce a numerosos interrogantes: Cómo puede el hombre sobrevivir a tanto horror? Qué empuja a los soldados a seguir manteniendo las posiciones, cuando el enemigo arrasa todo a su paso y la muerte es segura? Dónde está el límite de la obediencia? Verdun, y de ello se encarga perfectamente Lefebvre de recordárselo al lector, fue una epopeya del horror, el infierno en su versión más terrenal. Canini en su obra Combattre à Verdun muestra una de esas paradojas: "en el fragor de la batalla, la artillería desenterraba a los muertos y sepultaba a los vivos".Las fuentes de la obra son ingentes, quizás tantas, que el autor ha declinado citarlas en un apartado de notas o bibliografía. Quizás éste sea el único punto negro de la obra: la inexistencia de una bibliografía académica. Lefebvre, sin embargo, bebe hasta saciarse de las obras de Jacques Pericard y de los coroneles Marchal y Grasset. Concluir que el Verdun de Lefebvre no deja a nadie indiferente. No es un Verdun más. Perfectamente documentada cumple a la perfección su objetivo: describir el horror de, quizás, la batalla más dura y cruel de la historia.
Todo un homenaje a los héroes de Verdun.