Hace unos días, el Sunday Times de Inglaterra, luego de una labor detectivesca, descubrió lo inimaginable: Robert Galbraith, el autor primerizo de una novela aclamada por la crítica, no existía. O más bien, sí existía pero era una mujer. Una mujer muy famosa.
Resultó que “The Cuckoo’s Calling”, una novela policial de ventas modestas pero un éxito de crítica, había sido escrita por J.K. Rowling, autora de Harry Potter y la mujer más adinerada del Reino Unido.
La historia de cómo el Sunday Times concluyó que se trataba de Rowling es fascinante. Primero les llegó un tweet revelando que Galbraith era Rowling. Antes de publicar, o incluso de contrastar la información con la casa editorial, el periódico contactó con Patrick Juola, un académico en ciencias computarizadas de la Universidad Duquesne en Pittsburgh, quien usó un software especializado en comparación de estilo para identificar a Rowling como la probable autora del libro, arrojando un resultado afirmativo.
Ahora solamente falta por conocer la identidad de la misteriosa persona que había enviado el tweet. Para lo cual no hubo que esperar mucho tiempo, pues el día de ayer un bufete de abogados británico admitió que uno de sus asociados reveló involuntariamente que J.K. Rowling había escrito la novela.
Fue Russells, una empresa de la industria del entretenimiento en Inglaterra, la que tuvo que disculparse tras conocer que fue uno de sus socios, Chris Gossage, quien develó el secreto durante una conversación privada con la mejor amiga de su esposa, Jude Callegari, la mujer que más tarde publicó el tweet.
“Nos disculpamos incondicionalmente” con Rowling, dijo Russells en un comunicado. Agregó que aunque Gossage era culpable, éste “hizo la revelación de manera confidencial a alguien en quien confiaba plenamente”.
Russells, dijo que apenas se enteró de lo ocurrido contactó a Rowling y su agente. “Podemos confirmar que esta filtración no fue parte de ningún plan de mercadotecnia y que ni J.K. Rowling, ni su agente ni los editores estuvieron involucrados”, dice el comunicado.
La escritora expresó su gran enfado y decepción con los responsables de haber filtrado su secreto, “sólo un pequeño número de personas conocían mi pseudónimo y no ha sido agradable pasarme días preguntándome cómo una mujer de la que nunca había escuchado hasta el domingo por la noche pudo haberse enterado de algo que muchos de mis más viejos amigos no sabían”.
“Decir que estoy decepcionada es poco”, agregó la escritora. “Asumí que podía esperar total confidencialidad de Russells, un bufete profesional respetable, y me siento muy enfadada por haber depositado mi confianza inapropiadamente”.