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viernes, 22 de mayo de 2015

Prisioneros en Skagerrak: la batalla de Jutlandia, 31 de mayo-1 de junio de 1916


La Batalla de Jutlandia, Skagerrak para los alemanes, fue la batalla naval más importante de la Primera Guerra Mundial y la única ocasión en que las flotas británica y alemana se enfrentaron. Los británicos se encontraban cómodos con el bloqueo naval que mantenían sobre Alemania, y Alemania se veía incapaz de doblegar la superioridad numérica de la flota inglesa de superfície. Sin embargo, en mayo de 1916 el Almirante alemán Reinhard Scheer decidió salir al Mar del Norte con el grueso de su flota a la caza de pequeñas flotillas, con el objetivo de atraer el grueso de la Grand Fleet para emboscarla. Desgraciadamente para Scheer, los ingleses interceptaron sus comunicaciones y enviaron el grueso de la Grand Fleet desde Scapa Flow para interceptarlo. Las dos armadas se encontraron frente a las costas danesas el 31 de mayo. La batalla, sin embargo, no fue decisiva. A pesar de que los alemanes la celebraron como una victoria, sobre todo por tonelaje hundido y pérdidas humanas, Jutlandia o Skagerrak certificó la imposibilidad alemana de romper el cerco británico en el Mar del Norte, condenándola que condenaría Alemania hasta más allá del fin de la guerra.. 

Introito o de aquellos barros, vinieron estos lodos ...


Cuando en 1898 el Kaiser Wilhelm II ordenó la construcción de su Marina imperial, el Almirantazgo británico respondió al órdago sacándose de la chistera el HMS Dreadnought. Emblema y símbolo de la marina del futuro, la clase Dreadnought reunía en un solo navío las tres virtudes: era el más rápido, el mejor armado y tenía el mejor blindaje que cualquier otro buque de guerra. Con el HMS Dreadnought el gobierno británico recogía el guante del desafío alemán y elevaba la puja en una carrera armamentística sin fin. El HMS Dreadnought era solo una muestra de la confianza adquirida por el Almirantazgo en materia de innovación tecnológica. La Grand Fleet estaba comenzando a crear una nueva especie de navío: los cruceros de combate o batalla (Battlecruisers), que incorporaban artillería pesada, un blindaje más ligero proporcionándoles una mayor velocidad y maniobrabilidad. Con la producción accelerada de la nueva clase Dreadnought y de los battlecruisers, la Grand Fleet lograba su objetivo desde Nelson: mantener una flota con el doble de navíos de guerra que la siguiente potencia naval del mundo.


Al estallar la guerra, la Grand Fleet no solo tenía casi el doble de navíos que la Hochseeflotte (la Marina imperial alemana) sino que estaba un punto por encima en cuanto a unidades más modernas y desarrolladas, con excepción del submarino. Por estas, y otras razones de corte más politico, el Kaiser consideraba su Marina imperial como un jarrón de porcelana fina, ante la evidente desesperación de Von Tirpitz. Existían órdenes explícitas de no arriesgar buques de superfície ante la amenaza de la flota británica. Los episodios de Dogger Bank y Heligoland no habían sido muy halagüeños, de manera que hasta el primer trimestre de 1916 cualquier operación naval de superfície solo buscó hostigar y bombardear las poblaciones de la costa oriental británica como Sunderland o Hartlepool.

Planes
En enero de 1916 y con la llegada al mando supremo de la Hochsee del Vicealmirante Scheer, las cosas iban a cambiar bastante. Con el plácet del Kaiser, Scheer ordenó al Contraalmirante Von Hipper que intensificase su hostigamiento sobre la costa británica con el objetivo de forzar un error británico. El verdadero objetivo era hacer salir de su escondrijo a la flotilla de destructores y cruceros del contralmirante Beatty fondeada en Rosyth. Scheer confiaba que una vez picado el anzuelo, el resto de la Grand Fleet -fondeada en Scapa Flow- y al mando del Almirante Jellicoe se le uniría en combate. Scheer había dispuesto que una flotilla de submarinos partiese hacia las Órcadas con la misión de emboscar ambas y que Hipper atrajese a Beatty hacia el grueso de la Hochsee Flotte. Una vez destruida o derrotada la flota de Beatty, los alemanes podrían medirse al resto de la Grand Fleet en igualdad de condiciones.

Preparativos
Los preparativos alemanes se iniciaron a finales de abril y se prolongaron hasta mediados de mayo. Dragaminas alemanes trabajaron en la localización de rutas y zonas seguras en las aguas cercanas a la isla de Heligoland. La limpieza debía estar finalizada para el 17 de mayo, ya que la Hochsee Flotte tenía órdenes de hacerse a la mar al poco. Paralelamente el 15 de mayo partió hacia la costa oriental inglesa un destacamento de submarinos con la misión de vigilar los puertos, y dos días después una flotilla de diez submarinos partió hacia la zona de las Órcadas. Dos unidades se mantuvieron cerca de Pentland Firth, siete en los alrededores del estuario del rio Forth (Firth of Forth) y otras dos en una situación intermedia. La Hochseeflotte debía zarpar el 23 de mayo pero retrasos en las reparaciones del Seydlitz y el mal tiempo imposibilitando la salida de los zepelines obligaron a una demora. Finalmente las tareas de vigilancia se dejaron en manos de los submarinos y la flotilla de Hipper se hizo a la mar sobre la 1.00 a.m. del 31 de mayo, con órdenes de Scheer de acercarse a la costa noruega con el fin de advertir a los ingleses, para que saliesen en su búsqueda. El grueso de la Hochsee la seguiría a distancia como apoyo en caso de encuentro.

Flotas
Sobre las 2.30 a.m. del 31 de mayo, el grueso de la Hochseeflotte zarpó del estuario del Jade y Wilhemshaven. La Marina imperial alemana, encabezada por el SMS Friedrich der Grosse (Almirante Scheer), la formaban tres escuadras de batalla (I, II, III), un grupo de exploración de 4 cruceros ligeros y una flotilla de 32 torpederos de diferente tonelaje bajo el mando del SMS Rostock.
La I escuadra (Vicealmirante Schmidt, a bordo del Ostfriedland) estaba compuesta por 4 acorazados de la clase Ostfriedland (SMS Ostfriedland, Thüringen, Oldenburg y Helgoland) armados con cañones (12) de 305 mm, junto a 4 acorazados de la clase Posen (SMS Posen, Rheinland, Nassau y Westfalen) con cañones (12) de 280 mm.
La II escuadra del contralmirante Mauve (SMS Deutschland) la formaban 6 acorazados de la modesta clase Deutschland (SMS Deutschland, Pommern, Schlesien, Hannover, Hessen y SMS Schleswig-Holstein) con 4 cañones de 280 mm y 10 de 105 mm. Y la III escuadra de batalla (Vicealmirante Behncke, SMS König) la formaban 8 acorazados de la clase König (SMS König, Grosser Kurfürst, Markgraf, Kronprinz, Kaiser, Prinzregent Luitpold y Kaiserin) con 10 cañones de 305 mm.
La flotilla de exploración del Vicealmirante Hipper (SMS Lützow) estaba formada por un 1er grupo de exploración a su mando y 5 cruceros de batalla. El SMS Lützow y SMS Derfflinger con 8 cañones de 305 mm y el SMS von der Tann, SMS Moltke y SMS Seydlitz con 10 cañones de 11 pulgadas (280 mm). El 2º grupo del Contraalmirante Boediker (SMS Frankfurt) lo formaban cuatro cruceros ligeros y el 2º grupo de la flotilla de cazatorpederos del Comodoro Heinrich (SMS Regensburg) con 30 cazatorpederos de diferente tonelaje (1700-800 Tn).


Para desgracia de Scheer, la inteligencia naval británica, y especialmente la Room 40, disponían del libro de códigos de la marina imperial alemana desde agosto de 1914 (a raíz del incidente del SMS Magdeburg en aguas bálticas) por lo que a mediodía del 30 de mayo informaron a Jellicoe de que la Hochsee Flotte se haría a la mar en las primeras horas del 31. Puntualizaron que desconocían las intenciones enemigas y ahí radicó parte del problema. La orden era que las flotillas de Beatty y el resto de la Grand Fleet se encontrasen en punto cercano a 100 millas al este de Aberdeen. Así que a las 23.30 de la noche del 31 (y antes que la flota alemana) partieron en tres columnas en dirección al punto de encuentro.

La Armada inglesa estaba compuesta por la Grand Fleet al mando de Sir John Jellicoe (HMS Iron Duke) y por la 5a flotilla de exploración del Vicealmirante David Beatty (HMS Lion). La Grand Fleet contaba con 4 escuadras de combate.
La I escuadra (1st Battle Squadron) al mando del Vicealmirante Burney (HMS Malborough) contaba con 8 acorazados. 5 de ellos con 10 cañones de 305 mm (HMS Colossus, Neptune, Hercules, Collingwood y St. Vincent), 1 con 14 cañones de 305 mm (HMS Agincourt), otro con 10 cañones de 343 mm (HMS Marlborough) y un último con 8 cañones de 381 (HMS Revenge). La escuadra también contaba con el apoyo de 4 cruceros ligeros (Boadicea, Blanche, Bellona y Active), un destructor (HMS Oak) y un draga minas (HMS Abdiel).
La II escuadra (Vicealmirante Jerram) estaba formada por 8 dreadnoughts y super-dreadnoughts con 10 cañones de 343 mm y 16 de 101 mm (HMS King George V, Ajax, Centurion, Erin, Orion, Monarch, Conquerer y HMS Thunderer). La IV escuadra (Vicealmirante Sturdee) contaba con 8 acorazados. El HMS Royal Oak, de la clase Revenge (1914), con 4 torretas de 2 cañones de 381 mm y 14 cañones de 152 mm, más otros dos de 76 mm. Otros dos dreadnoughts con 10 cañones de 300 mm (HMS Superb y HMS Temeraire), el HMS Canada con 10 cañones de 356 mm y 16 de 152 mm, el HMS Benvow y el HMS Iron Duke con 10 cañones de 343 mm, y finalmente el HMS Bellorophon y el Vanguard con 10 cañones de 305 mm.
La III escuadra (3st Battle Cruiser Squadron) del Contraalmirante Hood lcontaba con 3 cruceros de batalla de la clase Invincible (HMS Invincible, Inflexible, Indomitable) con 4 torretas de 2 cañones de 305 mm y 16 cañones de 101 mm, 2 cruceros ligeros (HMS Canterbury y Chester) y cuatro destructores (HMS Shark, Ophelia, Christopher y Acasta).


La flota de cruceros de combate de Beatty estaba compuesta por 6 cruceros de combate, 13 cruceros ligeros y 18 destructores. Los seis cruceros de combate eran el HMS Lion, Princess Royal, Queen Mary, Tiger, Indefatigable y el HMS New Zealand. Todos ellos, menos el Indefatigable y el New Zealand, con 4 torretas de 2 cañones de 343 mm y los 2 de la clase Indefatigable con 4 torretas de 2 cañones de 305 mm. Los trece cruceros ligeros se distribuian en 3 flotillas de 4 navíos, más el HMS Engadine. La flota de destructores que acompañaba la flota de Beatty estaba formada por dos flotillas de 9 (13th Destroyer flotilla) y 6 navíos (6th Destroyer Flotilla). La Grand Fleet la completaban una escuadra de acorazados (5th Battle Squadron) de la clase Queen Mary al mando del Contraalmirante Evan-Thomas y una flotilla de diez destructores (1st Destroyer Flotilla) como escolta.

La batalla (31 de mayo)
El Almirante Jellicoe, según informaciones del Almirantazgo, creía que los cruceros de combate alemanes habían zarpado para llevar a cabo una misión de hostigamiento en la costa inglesa y que el grueso de la Hochsee habría salido para darle cobertura en su retorno. Por ello situó a la Grand Fleet en una situación similar, dejando a Beatty en vanguardia. A las dos de la tarde Beatty se encontraba en el Fischer bank, a unas 110 millas al oeste de Jutlandia. A la misma hora, Jellicoe y la Grand Fleet se encontraban a unas 70 millas al Nor-Nor-Oeste (NNO) de la zona indicada, avanzando en dirección Sur-Este (SE), mientras que la flota de Beatty debía dirigirse en dirección noreste (NE) hasta obtener contacto óptico con Jellicoe. La derrota de la Grand Fleet era ESE (Este-Sur-Este), mientras que la de Beatty tras las dos de la tarde era NE. Norte era también la derrota que seguían la flotilla Hipper y el resto de la Hochsee, a unas 50 millas al sur. A las 14.30 h. el HMS Lion se encontraba a unas 45 millas a poniente del SMS Lützow y solo 15 millas náuticas distaban entre las extremos de ambas formaciones, es decir entre las unidades enemigas más cercanas. El avistamiento entre las flotillas de Beatty y Hipper fue mútuo pero del todo fortuito.


Primer contacto
A las 14 h. el crucero ligero alemán SMS Elbing avistó al vapor danés N.J. Fjord y envió las torpederas B109 y B110 para su inspección. Prácticamente al mismo instante los cruceros ingleses HMS Galatea y Phaeton también avistaron al vapor danés. Durante su aproximación el Galatea y el Phaeton descubrieron a las torpederas alemanas y abrieron fuego. Después del primer avistamiento, los hechos difieron un poco según los testimonios. Algunas fuentes determinan que 23 minutos más tarde las flotillas de Hipper y Beatty entraron en contacto visual, mientras que otras sostienen que no fue hasta las 15.30 h. El hecho determinante fue que pasadas las 15.30 h. Hipper se percató de que Beatty le podía cortar la retirada, rompiéndole el contacto con el grueso de la Hochsee Flotte. Siguiendo el plan establecido, Hipper invirtió el rumbo para evitar que el enemigo le cortase la retirada, conduciéndolo de paso condujese a las fauces de la Hochseeflotte.

Primera fase de la batalla: la marcha al sur


A las 15.48 h. y ya en sentido SSE, el SMS Lützow de Hipper abrió fuego contra la línea de cruceros de Beatty a unas 17 millas náuticas.


En derrotas paralelas el intercambio de salvas fue contínuo y brutal. El combate se estableció entre 6 cruceros ingleses y 5 alemanes. Los ingleses sobreestimaron las distancias, las siluetas recortadas de sus navíos ayudaron a los alemanes con un fuego certero. Sobre las 16 h., el HMS Indefatigable recibió varios impactos del SMS Von der Tann en la torreta trasera. Fuera de la formación de combate, el Indefatigable volvió a ser alcanzado por varios impactos en el castillo de proa, la torreta delantera y en el depósito de municiones provocando una explosión brutal y su hundimiento con apenas dos supervivientes de los 1019 tripulantes. Eran las 16.04 h. Con el objetivo de acortar distancias y mejorar tiro, Beatty viró ligeramente al este. Esta maniobra expuso el Lion a tiro de los cruceros de batalla alemanes, siendo alcanzado en varias ocasiones, como también el Princess Royal y el HMS Tiger. Debido al humo de los impactos en el Lion, el SMS Derfflinger lo perdió de vista. Éste fijo su artillería en el segundo de los navíos visibles de la formación inglesa, el Queen Mary. El HMS Queen Mary había entablado un potente un combate de artillería con el SMS Seydlitz, alcanzándose mutuamente por espacio de cinco minutos. La flota de Beatty seguía aproximándose a la alemana. A las 16.25 de la tarde la distancia entre ambas era de unas 7 millas náuticas, unos 13 km. El SMS Derfflinger aprovechó esa ventaja y de los dos proyectiles que disparó hacia el Queen Mary, el primero estalló de lleno en el depósito de municiones de la torreta de proa provocando una brutal explosión del navío y su hundimiento en pocos minutos. Solo 8 supervivientes de 1270 tripulantes.


La artillería alemana estaba siendo muy efectiva. El combate entre las flotillas de Hipper y Beatty duró aproximadamente una hora en que aparte de las pérdidas inglesas, los alemanes también tuvieron graves daños procedentes sobretodo de los cañones de 381 mm ingleses. A pesar de una primera fase victoriosa para los alemanes, la llegada en el horizonte del resto de la Hochseeflotte fue providencial. La velocidad de los cruceros ingleses y su certero tiro comenzaban a poner en aprietos a los cruceros alemanes, mejor acorazados pero menos veloces. El avistamiento de la Hochseeflotte por Beatty fue todo una sorpresa. Según las informaciones transmitidas des de la inteligencia naval, la Flota de Alta Mar alemana debía estar todavía en sus puertos. Beatty ordenó un viraje en redondo hacia el norte. Su principal objetivo era huir pero atrayendo a la Hochsee Flotte hacia el encuentro del grueso de la Grand Fleet de Jellicoe, que venía a toda máquina en su auxilio. Consciente del envite, Hipper también ordenó virar. Durante la persecución hacia el norte solo se producieron algunos disparos de los cruceros en vanguardia de Hipper hacia la retaguardia de Beatty pero poco más. Lo más significativo de la carrera hacia el norte es que iniciava otra fase de la batalla: eran las 17.40 h.

Segunda fase de la batalla: la carrera hacia el norte


Resuelto a llevar el grueso de la Hochseeflotte hacia la boca del lobo, Beatty viró hacia el este hasta avistar el Iron Duke de Jellicoe. Las condiciones atmosférics comenzaban a favorecer ahora a los ingleses. La flotilla de Beatty, más veloz, comenzó a abrir fuego sobre la vanguardia de Hipper, obligada a seguir el movimiento de Beatty. La flotilla de Hipper estaba recorriendo en dirección norte la zona de los primeros combates y la neblina y el humo de los impactos e incendios de los primeros encontronazos que no se había disipado. Los alemanes siguieron la derrota hacia el NE. Scheer insistió en que Hipper no aflojase la marcha con el objetivo de no perder a Beatty en su huida. Parecía que eran los alemanes quiénes habían picado ahora el anzuelo. Sobre las 18.20 h. el viento comenzó a disipar los restos de la neblina y el certero fuego alemán comenzó a cebarse otra vez en los navíos ingleses: el crucero de batalla HMS Invincible del Almirante Hood y el acorazado Defence estaban fuera de combate. A las 18.30 h., sin embargo, la Grand Fleet de Jellicoe había finalizado su despliegue de batalla en un amplio arco que iba del NO a NE y que le proporcionaba una indiscutible ventaja de cara a la siguiente fase del combate.

Tercera fase de la batalla: el enfrentamiento entre flotas


Scheer, creyendo que seguía la flotilla de Beatty, siguió la derrota hacia NE. Sin embargo, sobre las 18.15 h. y tras un impresionante relampagueo en el horizonte, se percató que frente a él se estaba el grueso de la Grand Fleet. Los primeros en darse cuento del peligro fueron los cruceros de batalla de Hipper y los acorazados de la 3ª escuadra. El Lützow y el König fuera de combate y el Wiesbaden a la deriva. Los ingleses tampoco sabían cuál era la situación real. Algunos navíos ingleses disparaban a cualquier objetivo que saliese apareciese en la oscuridad pero no había una operación de conjunto. Reinaba, en cierta manera, el desconcierto en el bando inglés. Los alemanes sí que eran conscientes de la situación. Tanto que la flotilla de cruceros de batalla de Hipper giró al SE y poco después al S a toda máquina. Su situación era muy precaria. Luchando desde hacía casi tres horas, la mayoría de cruceros de batalla estaban en condiciones muy precarias. Scheer sabía además que una retirada de toda la flota hacia el sud ofrecería a una parte de la armada inglesa un objetivo clarísimo. Por eso decidió arriesgar y en una decisión magistral viró todo hacia el SO, con órdenes de que los navíos escondiese su nueva posición con una pantalla de humo.
El desconcierto inglés continuó, cesando el fuego sobre la flota alemana. Jellicoe no estaba dispuesto a perseguir a la Hochseeflotte en una nueva carrera hacia el oeste por lo que decidió poner rumbo primero hacia el SE y después hacia el S con el objetivo de cortar la retirada de Scheer hacia sus bases en Alemania. Sobre las 18.50 h. el HMS Marlborough notificó a Jellicoe que había recibido un impacto de un torpedo procedente de un navío sin identificar, pero al poco y tras escampar el humo y la neblina pudo comprobarse que el SMS Wiesbaden - totalmente a la deriva - había sido el causante. Parte de la flota inglesa concentró su fuego sobre él y en diez minutos se hundía pasto de las llamas. Eran las 19 h.

Cuarta fase de la batalla: cruzando la T


Era el turno de Scheer. Consciente de que no podía seguir indefinidamente hacia poniente, tomó una decisión un tanto inexplicable y arriesgada. La Hochseeflotte viró otra vez en dirección E para encontrarse con el grueso de la flota inglesa, que iba en dirección SE. Scheer, con todavía una hora para el crepúsculo, y consciente de su ventaja en el tiro y en el blindaje de sus acorazados quiso volver al campo de batalla. Intuía que Jellicoe querría cerrarle la retirada y no quería enfrentarse a la Grand Fleet perfectamente dispuesta. Su plan consistía en golpear a la escuadra de Goodenough (situada a la retaguardia de la Grand Fleet) con una vanguardia de destructores para volver a virar en redondo inmediatamente habiendo causado una enorme confusión y alguna baja en la Grand Fleet. La sorpresa de Scheer, sin embargo, se iba a tornar en su contra.
Scheer se dió de bruces con una Grand Fleet en posición y castigando a casi todas sus escuadras desde las 19.13 h. El fuego inglés procedía desde ocho puntos distintos del compás. Solo los navíos alemanes en cabeza podían disparar mientras el grueso de Grand Fleet concentraba su fuego en la vanguardia de la flota alemana. La flotilla de Hipper recibió muy duramente. Sorprendido y ante una peligrosa perspectiva, Scheer optó por un tercer viraje a las 19.14 h. Como medida de distracción, Scheer lanzó un ataque con torpedos y ordenó a sus destructores que creasen una cortina de humo para que la Hochsee desapareciese como un fantasma entre las brumas. Scheer también ordenó a los submarinos que atacasen el grueso de la Grand Fleet. Consiguió poca cosa pero lo suficiente para intimidar a Jellicoe, obligándolo a adoptar una formación en zig-zag hacia el SE.


Libre del peligro submarino, a las 19.44 Jellicoe ordenó poner rumbo SE en fila única. Los especialistas consideran que fue en este momento donde radica el principal error de Jellicoe al dejar escapar a la Hochseeflotte sobrestimando el ataque con torpedos y la amenaza submarina. En caso de que Jellicoe hubiese seguido a la Hochseeflotte podría haber destrozado a la retaguardia alemana pero hubiese corrido algunos riesgos que no quería tomar. Consciente de que ya había virado demasiado al SE, Jellicoe ordenóa a las 19.54 volver a encarar hacia el S con objeto de interceptar la Hochsee de vuelta a sus bases.

Quinta fase: Crepúsculo y noche

A pesar de la retirada alemana, la situación era de todo menos clara. A las 19.45 h. Goodenough advirtió a Jellicoe que parecía ver como la Hochsee viraba hacia NW en vez de seguir la derrota W. A la misma hora Beatty transmitió a Jellicoe que parecía como si la vanguardia de Scheer fuese en dirección SW. Jellicoe decidió optar por la segunda información y puso la Grand Fleet en derrota SW con el fin de cerrar el paso a la Hochsee. La carrera se mantuvo así durante media hora con la incertidumbre generalizada al ignorar si estaban a la captura de varias flotillas de la Hochsee o de toda entera. Scheer, sin embargo, sí que sabía que estaba frente a la Grand Fleet. Por ello, y ante la superioridad manifiesta de los ingleses, no dudó en virar hacia el S a toda máquina con el objeto de aventajar a los ingleses y llegar antes a Horns Reef, lo que le permitiría llegar sin problemas a puerto. La distancia aproximada era de unas 90 millas y el tiempo a emplear unas seis horas a 15-16 nudos. Para facilitar la travesía y entorpecer a los ingleses, Scheer envió a varias torpederas en tareas de caza que nada obtuvieron. Jellicoe, por su parte, desestimó un combate nocturno. Los alemanes habían demostrado cierta perícia en acciones nocturnas y además temía el peligro de colisión entre buques al tratarse de toda la armada. Insistió en perseguir a las unidades alemanes para impedirles el paso hacia Horns Reef y la bahía de Heligoland para reanudar, en caso de que fuese posible, los combates a la primera luz del alba.
A partir de las diez de la noche y debido a la cercanía de ambas flotas (aprox. 5 millas náuticas), hubo escaramuzas entre ambas flotas. Los alemanes volvieron a demostrar su puntería, a pesar de que el único navío hundido en ese combates fue el crucero ligero Frauenlob por un torpedo procedente del Southampton de Goodenough. (aprox. 10 millas) Sobre las once y media de la noche, el grueso de ambas flotas comenzó a separarse. A pesar del alejamiento, la velocidad de la Grand Fleet permitió que su 4a flotilla de destructores situada a retaguardia avistase a los dreadnoughts de la Hochsee, situados en vanguardia. Poco después se entabló un combate artillero de gran intensidad.
El HMS Spitfire colisionó con el acorazado Nassau provocando en el inglés serios daños en el casco, el Westfalen hundió al Tipperary, el Elbing embistió al Posen, hundiéndose éste último poco después. También el malogrado Lützow, semihundido por los múltiples proyectiles recibidos durante la última refriega, tuvo que ser hundido por los propios alemanes después de haber rescatado a su dotación en otros navíos. El Broke atacó al Rostock, inutilizando su timón lo que provocó que embistiese al Sparrowhawk, dejándolo seriamente dañado. El Rostock, inutilizado y a la deriva, fue torpedeado pero se mantuvo a flote hasta la mañana siguiente en que fue hundido por su dotación después de haber sido rescatados por el Dublin inglés. El Westfalen volvió a hacer pleno hundiendo el destructor HMS Fortune.
Caso curioso fue el del El Black Prince, que hasta después de la guerra no se supo con seguridad lo que le había sucedido. Fuentes procedentes del HMS Spitfire confundieron un navío de guerra alemán envuelto en llamas que acabaría explotando y hundiéndose con el Black Prince. Sin embargo, y a raíz de posteriores investigaciones, se supo que el Black Prince fue hundido por navíos alemanes en las escaramuzas de la medianoche del 31. Separado de la Grand Fleet, el Black Prince fue avistado por el SMS Thüringen con sus proyectores de luz, siguiendo alcanzado en numerosas ocasiones. El navío inglés continuó su andadura pero dio de bruces contra el grueso de la Hochseeflotte, entre ellos el Ostfriesland y el Friedrich der Grosse que lo alcanzaron a poca distancia y lo hundieron en pocos minutos, pereciendo toda la dotación, unos 850 hombres. Al poco el Westfalen, en racha esa noche, hundió al Ardent inglés.
Unidades de la 5a flotilla británica presenciaron los combates y el paso del grueso de la Hochsee por la popa del Grand Fleet en dirección SE pero no reportaron nada a Jellicoe porque consideraron que ya estaba informado. Pasadas las doce, las flotillas 9a y 10a se unieron a la 4a y cruzaron la línea alemana pensando que eran la 5a flotilla de Beatty. A pesar de ello, y en plena retirada, los alemanes no perdieron la oportunidad: el Westfalen dañó seriamente el Petard y hundió el Turbulent. Solo la 12a Flotilla siguió la derrota alemana. Intentaron radiar su posición a Jellicoe pero los alemanes bloquearon la transmisión. A pesar de su frustacion, el HMS Onslaught logró hundir al SMS Pommern en su huida con dos torpedos. El intento del Moresby por torpedear al Von der Tann y la explosión de la torpedera alemana V4 fueron los últimos episodios bélicos de la batalla de Jutlandia para los ingleses y de Skagerrak para los alemanes.


A las tres de la madrugada del 1 de junio, la Hochseeflotte se encontraba a tan solo 15 millas de Horns Reef y media hora más tarde entraba en puerto. A las 4 de la madrugada el Almirantazgo informó a Jellicoe que los alemanes habían huido y al poco viraron hacia casa.


Skagerrak
Los alemanes fueron los primeros en arribar a puerto y en capitalizar sus triunfos en una guerra que también se libraba de forma feroz, la de la propaganda. Los alemanes vencieron en Skagerrak, y no en Jutlandia como la llamarían los ingleses. Desde su perspectiva, Alemania había logrado una gran victoria. Inicialmente, Scheer reclamó haber hundido tres acorazados, un superdreadnought (creyendo que era el Warspite), dos cruceros acorazados, tres ligeros y 13 destructores. Alemania sintió la batalla como una gran victoria y un triunfo indiscutible, hecho que sirvió a la prensa alemana para intentar convencer a la opinión pública mundial que la Royal Navy había sido aplastada. En un primer momento el Almirantazgo solo reconoció la pérdida del Pommern y el Wiesbaden, a pesar de que el Frauenlob y algunos destructores no habían vuelto, y que el Lützow, Elbing y Rostock habían sido hundidos.


Jutlandia
Desde las Islas Británicas la percepción de lo ocurrido fue bastante diferente, a banda de bautizarla como batalla de Jutlandia. Tanto para el Almirantazgo como para Beatty, Jellicoe y, especialmente para la opinión pública británica, la batalla de Jutlandia fue una gran decepción. Antes incluso de que la Grand Fleet arribase a puerto, los rumores sobre una gran derrota habían comenzado a circular. El Almirantazgo, sabedor ya de la 'victoriosa' versión alemana, estaba ansioso por hacer una declaración oficial. Fue peor el remedio que la enfermedad. En el comuniqué del 1 de junio del Almirantazgo fue directo, prosaico y demasiado sincero para una opinión pública ávida de victorias y harta de sinsabores. El gobierno británico, con Asquith a la cabeza, lo consideró un error en toda regla. Jellicoe y sus informes fueron al rescate de un Royal Navy en puerto. El siguiente comunicado del 3 de junio suavizó las propias pérdidas, informó de las alemanas y lo principal, aseguró y reafirmó que el dominio de los mares permanecía indiscutiblemente en manos británicas.
El gobierno británico puso toda la carne en la prensas: al día siguiente, 4 de junio, el Almirantazgo volvió a emitir un comunicado exagerando las pérdidas alemanas y su ocultación por parte de las autoridades germanas. El hecho de que los alemanes informasen el 7 de junio de las bajas definitivas del Lützow y el Rostock ayudó en gran manera a suavizar en el Reino Unido la supuesta derrota y a comenzar asumir que la batalla había significado una victoria en cuanto se mantenía el bloqueo sobre Alemania y que la Royal Navy seguía siendo la Reina de los mares.

Conclusiones
Consideraciones a banda, y ciñiendose simplemente a un recuento de datos, los alemanes tenían muchas razones para considerar Jutlandia o Skagerrak como un triunfo. La Royal Navy había perdido tres cruceros de combates, tres cruceros acorazados y trece destructores. Los alemanes un crucero de combate, un pre-dreadnought o acorazado de 2a clase, cuatro cruceros ligeros y cinco destructores. En toneladas hundidas, los alemanes también eran claros vencedores: 112.000 Tn por 60.000 británicas. Y en el apartado bajas la victoria también era clara: los británicos sufrieron unas 6100 por 2500 alemanas.


No obstante, desde un punto de vista más global en la guerra, la supuesta victoria alemana quedaba ensombrecida por el peso de los hechos. Como dijo un periodista americano, "la armada imperial alemana ha asaltado a su carcelero pero permanece todavía en prisión". La victoria estratégica quedó en manos británicas. Las bajas de la Grand Fleet fueron duras pero rápidamente reemplazadas y el margen de superioridad naval de los ingleses no se vio afectado. Si bien es cierto que la Hochseeflotte había inflingido un duro correctivo a la Grand Fleet, sus resultados a corto, medio y largo plazo fueron nulos y determinantes para el resultado final de la guerra. Consciente de su suerte y de la immensa superioridad británica, la Hochsee no volvió a hacerse a la mar como en mayo de 1916. Su triunfo, más que pírrico fue estéril y Scheer lo supo desde el primer momento. De hecho no buscó más aventuras navales y abogó a finales de 1916 por una guerra submarina sin cuartel para doblegar la superioridad británica en los mares, que no llegaría a producirse a pesar de estar muy cerca.

Fuentes
. La Bataille du Jutland ... récits ... de soixante officiers de la Grand Fleet. Paris: Payot, 1927
. Campbell, John. Jutland: An Analysis of the Fighting. London: Conway Maritime Press, 1998.
. Halpern, Paul G. A Naval History of World War I. London: Routledge, 1994.
. Hase, Georg von. La Bataille du Jutland vue du "Derfflinger" ... . Paris : Payot & Cie, 1922
. Corbett, Julian. History of the Great War - Naval Operations
. Jellicoe, John Rushworth. La Gran flota británica (1914-1916) : operaciones navales en el Mar del Norte desde la ruptura de hostilidades hasta después de la batalla de Jutlandia. Barcelona: Seix & Barral, 1920.
. London, Charles. Jutland 1916 : Clash of the Dreadnoughts. Oxford: Osprey, 2000. Parcialmente digitalizado.
. Scheer, Reinhard. Mémoires de L'Amiral Scheer, Commandant en chef de la Flotte allemande de Haute Mer pendant la Guerre Mondiale. Paris: Payot, 1924.
. Steel, Nigel; Hart, Peter. Jutland 1916: Death in the Grey Wastes. London: Cassell, 2004.
. Battle of Jutland, 31.05-1.6.1916
. The Battle of Jutland

sábado, 16 de noviembre de 2013

El perfeccionista turco: Mustafa Kemal en la Gran Guerra (II)


Frente caucásico, 1916-1917
Tras un merecido descanso y en Istanbul, Kemal puso en orden sus experiencias de Gallipoli. De sus reflexiones surgiría Corps order: Counsel for Solving Tactical Problems and for Writing Orders (trad. inglesa), un manual de apenas siete páginas en la que resumía de forma sucinta su filosofía de mando y la resolución de problemas tácticos. Entre notas y publicaciones, Enver Paşa lo destinó como jefe del XVIº Cuerpo acantonado en Adrianópolis (Edirne) a finales de febrero de 1916. Poco le duró el descanso, Ahmet Izzet -al mando del recién creado IIº ejército - reclamó el XVIº Cuerpo para el frente caucásico. El sector europeo estaba tranquilo, en Mesopotamia los británicos fueron derrotados en Ctesifonte y sitiados en Kut-el-Amara y en Palestina el 4º Ejército de Cemal Pacha aguantaba en el Sinaí, la cruz, sin embargo, estaba en el Cáucaso.
Los rusos habían derrotado en febrero al IIIr Ejército en Erzurum y el marzo en Bitlis. Se imponía un cambio de estrategia y Kemal era un estrella en ascenso. Enver Paşa decidió frenar a los rusos con un movimiento de pinza. Mientras el rehecho IIIr Ejército contraatacaría desde el oeste, el IIº Ejercito -desplazado de la Tracia- atacaría el flanco izquierdo ruso, al sur del lago Van. Kemal llegó finalmente el 27 de marzo a Diyarbakir. A principios de abril lo promocionaron a general de brigada y le otorgaron el prestigioso título de Paşa. Cuenta la leyenda -y los biógrafos de Kemal- que cuando Enver accedió finalmente a promocionarlo, no puedo evitar decir que 'cuando Kemal fuese nombrado Paşa, al poco querría ser Sultán, y que una vez nombrado Sultán querría ser Dios...' Pero las mieles y parabienes no endulzaron la misión de Kemal. El XVIº Cuerpo debía cubrir un frente de unos cien kilómetros en terreno montañoso en la línia Bitlis-Muş, ambas poblaciones ocupadas ya por los rusos. La 5ª División al mando de Refet se situó en Bele, al sud de Bitlis. Y la 8ª División de Nuri se desplegó en Conker, frente a Muş. El total de fuerzas de Kemal eran unos 13.740 hombres, casi 10.000 fusiles, siete ametralladoras y 19 piezas de artillería.
La guerra en la Anatolia oriental, en el frente caucásico, era muy diferente a la de Gallipoli. No sólo por el clima, sino por el terreno que facilitaba la maniobrabilidad de las tropas aunque las montañas caucásicas, así como los valles y pequeños pasos no siempre facilitaban las movimientos. A banda del territorio, las poblaciones autóctonas - mayoritariamente kurdas después de la deportación y posterior genocidio de entre 600.000 y 1.800.000 armenios - suponían una dificultad más. Su ayuda en el reconocimiento del terreno y en el avituallamiento eran primordiales, por eso Kemal, como en Líbia, trató con numerosos jefes de tribu kurdos para el asegurarse el mantenimiento de sus tropas y su apoyo militar como fuerzas no regulares. 
El verano se preparaba caliente y los rusos apuntaban a Istanbul. El 2 de julio comenzaron una ofensiva sobre el oeste (IIIr Ejército turco) capturando los enclaves de Bayburt y Erzincan, causando enormes pérdidas a la 8ª Division de Nuri (Kemal) y obligándola a replegarse. Anatolia cedía, pero Mustafa Kemal no se arrugó. Desplazó un batallón de la 5ª a la 8ª División y reemprendió medidas de hostigamiento a los diez días del desastre. El 3 de agosto y acuciado por Enver, el IIº Ejército de Izzet Paşa lanzó una desastrosa ofensiva. Sólo el XVIº Cuerpo de Kemal obtuvo algunas victorias: recuperó Muş el 7 y Bitlis el 8 de agosto. El mérito de Kemal no fue reconquistar ambas posiciones sino imprimir su sello en unidades que habían sufrido graves pérdidas infundiéndoles un espíritu luchador basado en sus increíbles dotes de mando. Enver no pudo ocultar la hazaña y le concedió la medalla Imtiyaz de oro. Los laureles duraron poco, los rusos volvieron a presionar y recuperaron Muş a finales de mes. A principios de otoño la ofensiva rusa se frenó, aunque sus resultados eran óptimos: habían asegurado el frente caucásico, penetrado en Anatolia de la que dominaban vastas extensiones y, aunque lejos, amenazaban Istanbul. 
El parón otoñal no afectó a la agenda de Kemal. Vistos sus logros, Enver decidió enviarlo a Macedonia para hacerse cargo de una fuerza turca que lanzaría una ofensiva conjunta con los búlgaros. Izzet Paşa, sin embagro, frenó el cambio. Argumentó que en tal situación sus dotes de mando eran imprescindibles: y tenía razón. El invierno frenó toda operación bélica pero acució los problemas en el ejército turco, que malpertechado y peor avituallado sufrió la rigurosidad del invierno. La estabilización del frente era un espejismo. Los hospitales de campaña no daban abasto a tantas bajas y existía un enorme riesgo de desintegración. Los turcos aguantaron, pero ahora era el frente sur, Palestina, el que inquietaba a la Sublime Puerta. En octubre de 1916 estalló la revuelta árabe. El Jerife de La Meca, Husayn ibn Ali se levantó contra los turcos -apoyado por los británicos- y atacó Medina. Los turcos no tuvieron excesivo problema en defenderla a pesar del estado de sus tropas. Enver recurrió al de siempre -Kemal- y le nombró comandante en jefe de las tropas en Arabia en febrero de 1917 sustituyendo al General Fahreddin Türkkan. Kemal sabía, sin embargo, que quién mejor conocía sus tropas y el territorio era el comandante en jefe del IVº Ejército y gobernador de Síria Cemal Paşa. Por ello, y tras una reunión en Damasco con Cemal y Enver, se decidió mantenerlo en su puesto aunque replanteando ciertos aspectos estratégicos. La logística y la economía de guerra se impusieron: retirada general de las tropas en Arabia y reforzamiento del frente palestino. Decisión vetada por el nuevo Gran Visir Talat Paşa que exigió que los Santos Lugares del Islam fueran protegidos. 

Frente mesopotámico, 1917 
La despreocupación de Enver por Mesopotamia después de Kut-el-Amara mudó a obsesión cuando los británicos entraron en Bagdad el 11 de marzo de 1917. La caída de Bagdad supuso un duro golpe para el orgullo turco y especialmente para Enver Paşa. Error tras error, fracaso tras fracaso, el círculo sobre la Sublime Puerta se iba cerrando. Ya no había excusas. La preocupación no solo cundió en Istanbul sino que cruzó media Europa hasta instalarse en Berlin. Tal fue así, que a pesar de que las fuentes turcas hablan de apoyo alemán, los hechos sugieren una clara imposición en la dirección militar. A pesar de que los fantásticos planes enverianos para recuperar Bagdad consistían en un envío de tropas a través del desierto sírio, la pura realidad fue que el 7 de mayo llegó Istanbul el Feldmarschal Erich von Falkenhayn. Acompañado de su estado mayor, se hizo cargo del recién creado Yildirim Ordular Grubu (Grupo de Ejército Rayo), que los alemanes rebautizaron prosaicamente como Heeresgruppe F. En agosto de 1917 el Yildirim estaba compuesto por el VIIº Ejército al mando de Mustafa Kemal y el VIº de Halil Kut. El ejército de Kemal lo formaban dos cuerpos de ejército (IIIº y XVº) más las Asien Korps, y el ejército de Kut estaba compuesto por los cuerpos XIIIº y XVIIIº más la 46ª División. Aunque algunas fuentes hablan también del 4º Ejército, éste no participó activamente en la Yildirim hasta septiembre de 1918 con el mando supremo de Von Sanders. 
El 24 de julio de 1917 Kemal recibió el mando del 7º Ejército que fue completado con las tropas turcas que habían sido destinadas a Bulgaria, Macedonia y Galizia. Durante agosto siguieron los preparativos para la gran ofensiva sobre Bagdad. Se desconoce si Kemal y Falkenhayn discutieron sobre el asunto, lo que sí es seguro es que después de una inspección de oficiales alemanes sobre el terreno se concluyó que la ofensiva desde Síria entrañaba muchos peligros y pocas seguridades. Falkenhayn volvió a Berlin y expuso las dificultades. A su vuelta a Istanbul departió con Enver y Cemal exponiendo que era temerario atacar Bagdad sin cubrirse las espaldas con los británicos en el Sinaí. Enver accedió, pero Cemal expuso sus objecciones. Creía -y acertaba- que los ejércitos turcos no podrían llevar a cabo ambas operaciones ya que el plan alemán era despejar el Sinaí para luego girar hacia arriba y tomar Bagdad. Falkenhayn escuchó atentamente los contras de Cemal aunque a los pocos días fue invitado a visitar el Frente occidental en calidad de observador. El plan seguía adelante, pero Kemal estaba en medio. Poco después de llegar a Aleppo para hacerse cargo del 7º Ejército comenzaron los roces con Falkenhayn. Kemal opinaba como Cemal pero no cometería los mismos errores. Consciente de la pésima situación del ejército turco y del previsible destino de los restos del imperio, decidió escribir un memorándum dirigido al Gran Visir. En éste le advertía de la ceguera de Falkenhayn y Enver así como de las oscuras ambiciones alemanas sobre el Imperio. Seguro de sí mismo y sabedor de peso en el ejército presentó su dimisión del mando del 7º Ejército. 

Interludio, Palestina y Mudros 
En octubre de 1917 volvió a Istanbul pero Enver lo quería muy lejos. Enésimo error. Lo envió a Berlin junto al futuro sultán Mehmed VI para un viaje de cortesía que acabaría siendo trascendental para su futuro. Kemal, sin pelos en la lengua, le expuso todos los males y algunas soluciones para el desastre que se avecinaba. Impresionado por la sinceridad y aplomo del militar, una vez en el trono (julio de 1918), Mehmed VI no dudó en contar con Kemal para la defensa de lo quedaba del imperio. De vuelta de Viena y de Karlsbad, tras un tratamiento médico, Kemal fue destinado a Nablus (7º ejército) el 1 de setiembre de 1918 para comprobar que la guerra estaba perdida. Los británicos arrollaron los restos del ejército turco y las tribus árabes les dieron la puntilla. El 21 de setiembre y ya como aide-de-camp de Mehmed VI intentó evitar el desastre creando un frente defensivo en la línea de Aleppo. Demasiado tarde, Aleppo cayó el 26 de octubre. La retirada podía convertirse en desbandada, pero la figura de Kemal ya exhalaba divinidad. Baba Kemal (papa Kemal) como lo llamaban sus tropas en Gallipoli caminaba hacia el futuro Atatürk (padre de los turcos). Su nombre y fama ya tenían algo de reverencial pero la retirada siguió hacia el norte, hasta que el 30 de octubre se firmó el Armisticio en el puerto de Mudros (Lemnos). 

Epílogo 
Mustafa Kemal es de esas figuras que transitan entre el mito y la leyenda: de concienzudo y meticuloso militar al estadista que ve a su pueblo como a sus propios hijos. La hagiografía, sin embargo, tiende a ensalzar algunas virtudes y encubrir defectos. En el caso del hombre político existen algunas, en el militar, pocas o ninguna. Kemal fue siempre consciente de sus pros y contras. Hombre testarudo, audaz y franco, no siempre generó entre sus pares grandes simpatías. No le importaba, contaba con un gran activo, una impresionante confianza en si mismo y sus dotes de liderazgo. Su indisimulado desprecio hacia lo establecido le frenó más de una puerta, pero le abrió otras. Con los años supo cerrar la boca cuando debía y abrir su mente con según quién. Kemal supo imprimir en los suyos muchas de sus capacidad, pero las más importantes -y las que sellarían su futuro al de su país- fueron la dignidad y la defensa de lo propio como baluarte. 

Fuentes

Gawrich, George W. The Young Atatürk: From Ottoman Soldier to Statesman of Turkey. London : Tauris, 2013.
Mango, Andrew. Atatürk. London : Murray, 1999.

martes, 27 de agosto de 2013

El perfeccionista turco: Mustafa Kemal en la Gran Guerra (I)


Cuenta la leyenda que un profesor de matemáticas lo 'rebautizó' como Kemal (perfeccionista) por sus dotes con el cálculo, pero especialmente por su carácter. Nacido en Salonik (Thessalonica) el 1881, la temprana muerte de su padre y la ausencia de una figura paternal lo decidieron por el mundo castrense siendo muy joven. La instrucción militar de Mustafa - su verdadero nombre - se inició en Tessalonica en 1894, prosiguió en Bitola (Monastir) durante 1896-1899 y terminó con la graduación en la Escuela de oficiales en 1905, previo paso por la Academia militar de Istanbul (1899-1902). Durante los años siguientes (1905-1911) alternó variopintos destinos (Damasco, Albania, Francia o Bulgaria) con una tímida adhesión política al lado de los Jóvenes Turcos. Mustafa Kemal, sin embargo, no era un intrigante de salón. Militar ambicioso y de gran visión, sus experiencias como observador militar en Francia (1910), junto a valiosas lecturas, le proporcionaron un enfoque más amplio de la táctica y una asombrosa capacidad para la motivación y conducción de tropas. Fruto de esa minuciosidad y observación publicó dos obras destinadas a oficiales de infantería entre 1910 y 1911 donde exploraba conceptos tácticos, nociones de mando y psicología de tropa que aplicaría posteriormente en las campañas de Gallipoli o Anatolia. 

Líbia
Kemal, sin embargo, era un hombre de acción. No dudó en enrolarse como voluntario cuando el gobierno pidió oficiales para ir a combatir a los italianos en Líbia. En noviembre de 1911 fue nombrado jefe de logística del general Endhem Paşa. Un mes más tarde fue ascendido a comandante y se le asignó el mando de una compañía regular y un contigente de casi 8.000 nativos con los que en octubre de 1912 lograría rechazar una ofensiva italiana en la zona de Derne. La guerra ítalo-líbia fue un campo de pruebas. 
Su experiencia líbia le proporcionó tres grandes lecciones. Cómo enfrentarse con un puñado de tropas a un ejército superior y mejor pertrechado aliándose con el terreno. La importancia de la coordinación, confianza y empatía con sus oficiales. A pesar de dirigir personalmente las operaciones, Kemal decidió otorgar a la oficialidad un margen de maniobra que les confiriese una mayor confianza y determinación en sus decisiones tácticas. Y por último cómo mantener una disciplina firme en la tropa evitando la ociosidad y la posible dejadez de la cotidianidad, a pesar de crear un clima de entendimiento y familiaridad con los oficiales. Comprobó que la disciplina y el orden favorecían el esprit de corps otorgando al oficial al mando un papel de verdadero líder. Kemal volvió a Istanbul en octubre de 1912 sin apenas una mención de reconocimiento. Causas? Posibles maniobras (y envídias) de Enver Paşa. 

Guerras balcánicas
En octubre de 1912 mudó de conflictó. Sin tiempo para sacudirse el polvo del desierto le estalló la Primera Guerra Balcánica. Montenegro invadió el norte de Albania el 8 de octubre. Grecia, Bulgaria y Serbia también querían parte del pastel otomano y la Puerta Sublime tenía demasiados enemigos: era vital cerrar frentes. El 15 de octubre cedía Líbia a Italia a través del Tratado de Ouchy. Centrados en el frente europeo, el ejército turco pudo defenderse a duras penas. En las primeras semanas perdió Macedonia y el sur de Albania. Acosado y en franca retirada, el gobierno turco decidió negociar. En balde. Grecia pedía Yanya. El 9 cayó Tessalonica y el ejército turco ya solo defendía Istanbul. Kemal fue destinado el 25 de noviembre a Gallipoli como director de operaciones del Cuerpo de ejército Bolayir al mando del general Fahri Paşa. 
Los hechos del 13 de enero de 1913 cambiaron totalmente la perspectiva. Un golpe militar conducido por el sector más reformista del Comité para la Unión y el Progreso (los Jóvenes Turcos) depuso al Ministro de la guerra e instaló de facto la dictadura de los tres paşas: Mehmet Talat (Ministro del Interior), Ismail Enver 'Enver Paşa' (Ministro de la Guerra) y Ahmed Djemal (Ministro de la Armada). Enver Paşa, alma mater del nuevo gobierno, decidió reanudar la guerra sin complejos. Primera medida: levantar el cerco sobre Edirne (Adrianópolis) y liberar a los ocupantes. Para la toma de Adrianópolis se contó con el Cuerpo de ejército de Bolayir y parte de las reservas del Xº Cuerpo. La ofensiva se preparó como una operación anfibia que situaria a parte de las tropas turcas tras las líneas búlgaras para intentar un ataque envolvente. El plan fue un fracaso. El 8 de febrero el grueso del Bolayir se enfrentó a la vanguardia del ejército búlgaro en campo abierto sin la ayuda del Xº Cuerpo (hubo un retraso de 12 horas) provocándole un gran número de bajas. La reconquista de Edirne se había planteado como una cuestión de orgullo nacional pero la realidad militar se impuso a la política. La fallida ofensiva afloró las rencillas entre los militares y los advenedizos como Enver al mando del desembarco fallido. 
El Xº Cuerpo fue enviado a Gallipoli a cubrir las bajas del Cuerpo de Ejército Bolayir. El general Hurchid se hizo cargo de los dos grupos pero situó a Enver Paşa como Jefe de Estado Mayor, hecho que enfureció a Fahri y, por descontado, a Kemal que presentaron sendas dimisiones. Descartadas por Ahmed Izzet, jefe supremo del ejército turco, decidió situar a Mustafa Kemal como jefe del estado mayor del Bolayir mientras, por consejo de Fahri y del mismo Kemal, el Xº Cuerpo era devuelto al frente europeo. Adrianópolis cayó finalmente del lado serbio-bulgaro y el 16 de abril se llegó a una tregua. El Tratado de Londres se firmó a finales de mayo pero la sombra de la guerra sería alargada. Los antiguos aliados de la Primera Guerra Balcánica se enfrentaron por el botín, siendo la más malparada Bulgaria. Unido a Montenegro y Rumanía, el imperio lograría que Bulgaria se retirase de la Tracia oriental y de Adrianópolis. Kemal también participó en la Segunda Guerra Balcánica y preveyendo el desenlace partió con una brigada pero fue Enver Paşa quién llegó, venció y reclamó como suyo el triunfo. Enver se proclamó el 'libertador de Adrianópolis' ante la opinión pública turca y Kemal comenzaba a entender el factor propaganda. 
A principios de 1914, el ascenso meteórico de Enver Paşa culminó con su autodesignación como Jefe Supremo del ejército turco. Ante los vientos de cambio y dadas sus malas relaciones, Kemal decidió acompañar al nuevo embajador de Bulgaria como agregado militar. Kemal y la historiografía apologética tienden a describir el breve periplo de retiro voluntario para el estudio. Otras fuentes menos indulgentes consideran que fue más bien un autoexilio. La posterior purga en el ejército otomano dio la razón a Kemal. Enver depuró a todo aquel que le pudiese hacer sombra: más de 1.000 oficiales entre los que se contaban 2 mariscales, 30 generales de división y casi 100 generales de brigada. Por su parte, Kemal aprovechó su estancia de medio año en Sofía para pulir su vertiente política y serenar los ánimos con Enver. 

Primera Guerra Mundial
La intervención turca en la guerra europea sorprendió a Kemal en Sofía. A las pocas horas de la declaración de guerra a la Entente (5 de noviembre 1914) pidió su reingreso a filas. El 20 de enero de 1915 se le dio el mando de la recién creada 19ª División (57º, 72º y 78º regimiento). Pasada revista el 5 de febrero, Kemal informó a sus superiores que los regimientos 72º y 77º estaban formados exclusivamente por soldados árabes con apenas experiencia y entre los que se contaban numerosos miembros de las minoria yazidí, contrarios a la guerra. El mando insistió en el destino y lo conminó a intensificar la instrucción del contingente en Gallipoli. Kemal apenas tuvo 15 días para entrenar e instruir a la nueva unidad. El 25 de febrero, y ante la inminencia de un desembarco anfibio de la Entente en Gallipoli, se le ordenó tener preparadas a sus fuerzas en la orilla asiática (Çannakale) del estrecho de los Dardanelos. 

Gallipoli
Ideada como solución a la parálisis del frente occidental, el plan original aliado era tomar Istanbul forzando los Dardanelos con una flotilla francobritánica. Tras controlar el Mar Negro, Rusia sería abastecida por la Entente (Alemania había cerrado el Mar Báltico) y el cerco terrestre sobre las Potenciales centrales se estrecharía accelerando así el final de la guerra. Obtenido el visto bueno por los gobiernos aliados, a mediados de febrero de 1915 el contingente naval se reunió en la isla de Imbros. La operación comenzó el 19 de febrero con el bombardeo sistemático de las defensas turcas situadas en el litoral oriental de la península. A pesar del duro castigo, los supervivientes turcos de las baterias - junto a las redes de minas - lograron contener el golpe y volver a sus puestos. Al mando de las tropas turcas se encontraba el general Liman von Sanders que hacía menos de una semana que había sido destinado a Gallipoli con el 5º Ejército turco incluidos Kemal y su 19ª División de reserva. El mal tiempo frenó los ataques navales que no se reanudaron hasta el 25 de febrero. A pesar de las astutas recomendaciones de Liman von Sanders para cambiar el emplazamiento de las baterías, los aliados lograron destruir gran parte. Igualmente, y a pesar de la limpieza, el peligro de minas seguía latente por lo que el paso de los navíos entrañaba un gran riesgo. El Almirantazgo presionaba, pero el Almirante Sackville Carden pedía cautela anunciando que Istanbul caería en dos semanas. Tras el empleo de dragaminas civiles, el grueso del ataque naval se reanudó el 18 de marzo. El ataque tuvo un éxito parcial. La práctica totalidad de las baterías fueron eliminadas pero el factor fortuna jugó del lado turco. Un campo de minas secreto hundió al acorazado francés Bouvet, al HMS Irresistible y HMS Ocean de la Armada británica y otros tantos sufrieron graves daños como los franceses Gaulois y Suffren y el británico HMS Inflexible. Los éxitos terrestres no consiguieron tranquilizar al Almirantazgo que ordenó el repliegue y el abandono de la operación naval. Los turcos estaban al límite de sus fuerzas, pero las pérdidas en buques decantaron la balanza. Churchill pasó al plan B: desembarco anfibio y operación terrestre en Gallipoli. 
La inteligencia alemana sabía de los planes francobritánicos pero desconocía el emplazamiento del desembarco principal. Por ello, el Alto Mando turco había enviado una fuerza suplementaria a Gallipoli de 84.000 efectivos (5º Ejército) al mando de Liman von Sanders. El general alemán, promotor de una defensa móvil, decidió situar en los puntos costeros a pequeños destacamentos y disponer el grueso de las tropas en el interior. Advirtió, sin embargo, de la importancia en las comunicaciones entre unidades. Kemal, contrario a las ideas de Liman von Sanders, consideró que era necesario tomar ventaja a los invasores disponiendo del grueso de las tropas en las playas. El alemán, sospechando que el desembarco principal sería en el norte dispuso el grueso de sus tropas (5ª División y la brigada de caballeria) en el istmo de Bolayir (Bulair). El resto de la península quedaría en manos de Echad Paşa que comandaba el III Cuerpo (7ª y 9ª División). La 7ª se situó al sur de Bulair, cerca también del istmo. La 9ª cubririá la parte meridional de la península y la 19º de Kemal se mantendría en reserva en el interior. En el lado asiático de los Dardanelos estaba el XVº Cuerpo al mando del general alemán Weber. 

Chunuk Bair (25 de abril): adagietto con moto
El 25 de abril de 1915 comenzó la campaña terrestre de Gallipoli. El general británico Sir Ian Hamilton al mando de la Mediterranean Expeditionary Force (MEF) contó para el ataque con 75.000 soldados. Su plan consistió en un triple desembarco y un señuelo. La 29ª División británica desembarcó en el extremo más meridional de la península, el cabo Helles; la 1ª División francesa en el lado asiático de los Dardanelos (Kumkale) y las dos divisiones ANZAC en la costa egea entre Ariburnu Cove y Gaba Tepe. Según lo planeado y después de asegurar las cabezas de puente, el grueso de las tropas australes tomaría la posición elevada de Mal Tepe y cortaría las comunicaciones entre la parte norte y sur de la península que quedaría aislada del continente. Junto a los movimientos planeados, una pequeña flotilla en el golfo de Saros simularía una operación anfibia confirmando los temores de Liman von Sanders y distrayendo su atención del ataque meridional, que realmente se consiguió. Liman von Sanders y Echad Paşa permanecieron todo el día 25 en el istmo de Bolayir (Bulair) mientras los ataques eran en el sur. 
Los británicos y los ANZAC desembarcaron en territorio defendido por la 9ª División turca. La 1ª Division australiana desembarcó en Ari Burnu (Anzac Cove) sobre las cuatro de la madrugada con la misión de penetrar y tomar las tres colinas en dirección a Chunuk Bair. A las cinco y media el coronel Sami (9ª División turca) fue informado de los desembarcos en Anzac Cove y el Cabo Helles (Cape Helles). Siguiendo lo establecido, Sami envió a Anzac Cove dos batallones y una compañía de ametralladoras del 27º regimiento y avisó a la 19ª División en reserva. A las nueve de la mañana y tras 3 horas de marcha, el 27º regimiento (Mehmed Chefik) llegó al sector donde las ANZAC ya habían ocupado dos de las colinas, logrando repeler los ataques en la toma de la tercera (Gun Ridge). Poco antes, sobre las 8.30 h. fue informado de que Kemal venía en su auxilio con el 57º regimiento y una batería de montaña. Antes de partir y durante dos horas, Kemal intentó contactar en vano con Liman von Sanders o Esad Paşa en el cuartel general en Gelibolu (Gallipoli). Desconocía la situación en la costa egea, pero optó por situarse en las alturas de Conk bayiri (Chunuk bair) y desde ahí resistir a los ataques enemigos que -como bien preveía- querrían cortar las líneas de norte a sur de la península. 
La apuesta era muy arriesgada, pero la ausencia de mandos y su intuición fueron determinantes. Mustafa Kemal llegó al sector a media mañana. Los Aussies (las tropas de las ANZAC) seguían dueños de las dos colinas a pie de costa, pero la tercera seguía en manos del coronel Sami. Pasado mediodía Esad Paşa fue informado del ataque anfibio y decidió que el 27º regimiento también pasase a manos de Kemal que poco pudo hacer antes que anocheciese, salvo recuperar dos pequeños promontorios. Hamilton había logrado desembarcar a 8.000 soldados en Anzac Cove, pero el caos, la inexperiencia de algunos mandos y el hostigamiento desde las alturas de las tropas de Kemal confinaron su cabeza de puente a poco más que una playa y sin apenas cobertura bajo el fuego enemigo. Permanecerían así durante meses. Kemal se licenció en Chunuk Bair. Con apenas 34 años y con tropas aún bisoñas en combate supo exprimir lo mejor de ellas. Suplió su inexperiencia con una fe ciega en su mando y ante la ausencia de proclamas invocó el orgullo patrio y la memoria de ridículos pretéritos. Kemal traspuaba determinación, arrojo, valentía y una fe inquebrantable en la victoria. Sus experiencias líbias y balcánicas, así como sus múltiples lecturas, habían forjado en él una virtud inusual para el mando. Sus tropas lo idolatraban y es por ello que su legendaria frase 'no os ordeno que ataquéis, os ordeno que muráis' cobra toda su dimensión y sentido. 

Chunuk Bair (8-10 agosto): larghetto con tempo giusto
La actuación de Kemal impresionó a Liman von Sanders. No obstante, y ante la posibilidad de que hubiese sido un golpe de fortuna, le envió un comandante alemán como jefe de estado mayor que envió de vuelta en mayo. Kemal reconocía -a regañadientes- la autoridad del alemán pero no permitiría que nadie dudase de él o de sus hombres. El mando británico por su parte buscaba romper el cerco. Las moscas, el calor, la sed y sobretodo la disentería estaban diezmando de forma alarmante las fuerzas de la MEF. Hamilton insistió en su idea inicial (capturar Gun Ridge), pero esta vez buscaría una alternativa: desembarcaría unas 20.000 tropas (IX Cuerpo británico) en la bahía de Suvla para distraer la atención hacia el norte y permitir el progreso desde Anzac Cove hacia el interior con un movimiento envolvente norte-sur. 
El desembarco fue la noche del 6 al 7 de agosto. Se tomaron posiciones en el sector, pero otra vez las fuerzas turcas contuvieron a los británicos que tuvieron que parapetarse en las playas. Liman von Sanders reaccionó presto y ante las dudas de un oficial al mando lo sustituyó por Kemal el día 8. Señuelo o no, el ataque desde Anzac Cove hacia Chunuk Bair fue casi un éxito. Tropas angloaustralianas lograron tomarla en la madrugada del 8 de agosto tras duros combates y un certero apoyo de la artillería naval. El ataque parecía triunfar, salvo en Suvla. El mando turco no desesperó. Demostradas sus dotes y magnetismo con las tropas, Liman von Sanders encomendó a Kemal la dirección del nuevo grupo de combate Anafartalar (XVIº Cuerpo, 9º Division y el grupo Willmer). Estabilizado el frente, el día 10 decidió reconquistar Chunuk Bair. Conocedor de la zona y de los puntos débiles defensivos, se puso al frente de seis batallones para el ataque que comenzó a las 4.30 h. de la mañana. Con la bayoneta calada, sin apoyo artillero y en absoluto silencio, la infantería turca cogió por sorpresa a los pocos supervivientes de Chunuk que a las 12.45 abandonaron sus posiciones ante la falta absoluta de refuerzos. 
La reconquista de Chunuk Bair fue el resultado de una meticulosa preparación ejecutada a la perfección. Incluso la Historia oficial británica describió la batalla de 'contraataque turco perfectamente planeado'. El perfeccionista tenía admiradores británicos ! La batalla, sin embargo, no fue gratuita. En cuatro días de combates los turcos perdieron 17.000 soldados, los aliados 25.000. Para setiembre de 1915 Kemal estaba deshecho física y mentalmente. A pesar de sus tensas relaciones, reclamó a Enver que lo reasignase a otro destino ya que parecía que británicos y australes se habían resignado sobre Gallipoli. Liman von Sanders lo frenó. Al describirlo 'de oficial competente y excepcionalmente talentoso' lo condenó tres meses más en Gallipoli. No recibiría su nuevo destino hasta el 5 de diciembre. La fortuna estaba otra vez del lado turco: el War Council británico había decidido abandonar Gallipoli el 4 de noviembre. Instalado en Istanbul, Kemal supo que la MEF se retiró de las playas de Suvla y Anzac el 19-20 de diciembre y de Cabo Helles el 8-9 de enero de 1916 sin apenas bajas, produciéndole un enorme enfado y estupefacción. La campaña de Gallipoli le proporcionó prestigio en los círculos militares, aunque la prensa -controlada por Enver- desconociese su fama de líder militar en ascenso. Hans Kannegiesser, coronel bajo el mando de Kemal durante la batalla de Anafartalar, definió perfectamente la campaña de Gallipoli y el peso de Kemal en su resultado afirmando que 'lo psicológico ha triunfado sobre lo físico, y lo espiritual sobre lo material'.

Continua en: El perfeccionista turco: Mustafa Kemal en la Gran Guerra (II)

domingo, 9 de mayo de 2010

Los principios de la guerra naval durante la Primera Guerra Mundial, según Mateo Mille


La guerra naval durante durante la Primera Guerra Mundial siempre ha suscitado numerosos comentarios sobre su caracter transicional. La aparición del submarino como arma novedosa, el bloqueo naval al que fue sometida Alemania y los Poderes centrales y la ausencia de grandes batallas navales de encuentro definieron el devenir de la lucha naval durante la Gran Guerra.
Uno de los historiadores navales más clarividentes, Mateo Mille, escribió poco antes de la Guerra civil española un interesante libro en el que analizaba de forma cronológica los principales acontecimientos de la Gran Guerra en el mar.
Quizá una de las partes más logradas de su Historia es su prólogo. En él, y con un peculiar y directo estilo, el marino reconvertido en historiador naval expone su principal teoría sobre la guerra. Aunque no esté de acuerdo con algunas de sus afirmaciones, estimé interesante transcribir unas pocas páginas donde aparecen sus particulares y claras ideas:


"La guerra de 1914-1918 tiene características especiales; no es posible, en verdad, hacer una historia completa de ella; sino una serie de historias con arreglo a los escenarios en que tuvieron lugar las campañas parciales en que puede dividirse; esta guerra no puede proporcionar enseñanzas nuevas porque fué una guerra de casos particulares. En general, las anteriores tenían una premisa inicial determinada y dos fuerzas contrapuestas para llenar misiones perfectamente definidas. La pasada puede calificarse de universal, no tanto por el gran número de naciones que se considerasen beligerantes, si bien muchas de ellas no lo fuesen más que en el terreno diplomático, sino porque fué el planeta entero el teatro de la lucha.
Los primeros tiempos son los que vieron reminiscencias del clasicismo en la guerra; el intento de bloqueo de Alemania con la presencia de barcos en la zona, el bloqueo real del Adriático por la escuadra francesa, el sitio de la colonia alemana de Tsing Tao, la batalla del Coronel... recuerdan las campañas anteriores. A partir del 22 de septiembre de 1914 -fecha de la hazaña del U9- las cosas tomaron un rumbo diferente. Una nueva modalidad se adentraba por los dominios de la guerra naval y sin variar las esencias de ella en sus postulados, cambiaba indudablemente sus modalidades; en el plano de la lucha surgía la tercera dimensión.
Inglaterra y sus aliados declararon el bloqueo de Alemania para privarla de víveres y materias primas, para asfixiarla biológica y económicamente. Alemania intentó abrirse paso, por mar y tierra, y cuando se vió acosada, recurrió a la guerra submarina para contrarrestar la iniciativa contraria. Pese a algunos "retrasados", todos los técnicos reconocen actualmente que la guerra submarina al tráfico es perfectamente normal.
Alemania no había contado con el submarino antes de la guerra; era una arma experimental a la que nadie concedía toda la importancia que poseía. Es posible que la potencia que más estudió el empleo fuera Inglaterra, por obra del entonces capitán de navío y jefe del servicio de submarinos sir Roger Keyes. Cierto que era en maniobras y con uso exclusivamente guerrero, pero los frutos que revela el almirante Keyes en sus recientes Memorias fueron muy alentadores, pese a la enemiga de Lord Fisher. Y así debió de ser, sin duda alguna, porque la Gran Bretaña arreció en su campaña contra la existencia de submarinos, táctica típicamente británica cuando le estorba algo a su prosperidad.
La guerra puede dividirse en tres períodos, subordinados a la acción submarina, a saber: el primero, clásico, indeciso, forcejeo previo de dos adversarios que, por conocerse, se respetan mutuamente; viene después el repliegue por la acción submarina y la guerra al comercio, con escrúpulos diplomáticos y cierta inocencia por parte de Alemania -que no se distinguió por la clarividencia de sus diplomáticos- con el que los aliados pudieron prepararse para la fase aguda de la guerra a ultranza. Y finalmente la guerra submarina sin restricciones, que da comienzo a principios de 1917 y termina con el armisticio. Sobre todos estos tres períodos se refleja la marcha general de la guerra, dirigida por la situación económica de todos los beligerantes y las influencias subterráneas, como la propaganda disolvente, que hábilmente explotada por sus enemigos, dió al traste con la cohesión y la disciplina alemanas.
El submarino se consagró como un arma formidable, sobre todo cuando como todo nuevo medio de guerra pudo gozar del desconcierto producido por su aparición en la liza. Nadie puede disimular que su acción disminuyó a medidad que progresaban los medios ideados para combatirlo y que, como sucede en el cuerpo humano, se inspiraban en substituir el sentido que faltaba por otro. Al fin de la guerra, todos los antídotos descubiertos, así como la falta materiales -hubo submarinos construidos con material procedente de acorazados viejos-, la falta de dotaciones entusiastas y bien adiestradas, consecuencia de las enormes bajas causadas en este servicio, el único en cualquier campaña que ha alcanzado el 50 por ciento, y el desaliento ante la situación interior del país, hicieron decaer el valor combatiente del submarino. La disciplina se mantuvo perfecta en las tripulaciones de estos barcos hasta en la revolución, demostración tan elocuente como innecesaria de que la ociosidad es la que produce los fermentos revolucionarios.
[...]
Las batallas habidas en la guerra pueden dividirse en batallas "de encuentro" y "de persecución"; en realidad, todas pertenecen a estas última clasificación, pues en ninguna hubo manifiesto afán de llegar a una solución por parte de ninguno de los combatientes. Jutlandia misma fué una pugna por dar fin al encuentro o por evitar las minas del contrario. El combate de Coronel es acaso el único en que ambos almirantes iban dispuestos a luchar a ultranza; el del banco Dogger, el de las Malvinas, los del Adriático entre austro-húngaros e italianos, entran de lleno en el segundo apartado. Helgoland, los encuentros ruso-turcos en el mar Negro y los franco-austríacos ante la intervención italiana, no pasaron de escaramuzas.
Algunas enseñanzas, que no difieren de las deducidas de guerras anteriores, pueden considerarse inconcusas sin miedo a errar; son la necesidad de poseer acorazados, protegidos concienzudamente y fuertemente armados y que no prostituyan su nombre. Coronel, las Malvinas, fueron victorias para el más fuerte; en ambos casos la superioridad del vencedor era abrumadora, especialmente en el segundo.
Dogger bank y Jutlandia, demostraron hasta la saciedad el error de ceder un sólo milímetro de espesor de coraza en beneficio de la velocidad y que ésta, dentro de ciertos límites, es arma más estratégica que táctica."


Mille, Mateo. Historia naval de la Gran Guerra 1914-1918. pp. 15-18

martes, 5 de enero de 2010

Dossier Meteor

Los conflictos humanos y en especial las guerras ofrecen a menudo episodios que resultan curiosos, o si queremos paradójicos.
En este sentido, la Gran Guerra es un filón para encontrar historietas que reflejen las situaciones más estrambóticas. Dentro del gran magma de este catálogo de despropósitos se sitúa la historia y posterior desenlace del buque de guerra alemán Meteor.
El Meteor alemán nació con el nombre de Vienna en 1903. Antes de la guerra, el Vienna era un buque mercante de la companía Leith, Hull & Hamburg Steam Packet que cubría la línea entre Leith y Hamburgo. El Vienna tenía una eslora de 85 metros y desplazaba casi 2000 Tn a una velocidad máxima de 14 nudos. Para su desgracia, el Vienna se encontraba en Hamburgo cuando estalló la guerra. Al poco fue requisado por las autoridades germanas que le añadieron dos cañones, uno de 88 mm y otro de 37 cm y dos tubos lanzatorpedos para su nueva tarea de portaminas-corsario. El Vienna salió nuevamente a la mar con el nombre de Meteor.
Al mando del capitán de corbeta Wolfram von Knorr partió el 29 de mayo de 1915 con la misión de minar una zona cercana al puerto de Archangelsk que era el destino de un fluido tráfico de mercancias y materiales de guerra que los aliados, y especialmente los británicos, estaban enviando a Rusia.
El Meteor, a pesar de algunos apuros -fue avistado aunque confundido con un buque de carga ruso-, cumplió con creces su misión. Se cree que sus minas enviaron a pique a unos tres o cuatro cargueros rusos.
Finalizada la misión de minado y de vuelta a Alemania, el Meteor interceptó y hundió a otros dos cargueros, esta vez uno sueco y el otro noruego.
El Meteor volvió a hacerse a la mar el 6 de agosto de 1915. Esta vez le acompañó el submarino U-17. Destino: fondear campos de minas en el área de Moray Firth, Escocia. El Meteor volvió a triunfar. Se cree que sus minas provocaron el hundimiento del destructor británico HMS Lynx, aunque las mismas fuentes no lo confirmen. En este punto, sí que se tiene la seguridad que los dragadores de minas de la armada británica sufrieron graves desperfectos y 21 bajas al intentar retirar los campos de minas fondeadas por el Meteor.
Otra vez con la misión cumplida, el Meteor puso rumbo a Alemania. El Almirantazgo británico encolerizado por los triunfos germanos en la ciencia minológica, envió una escuadra de cruceros al mando del comodoro Le Mesurier con el fin de dar caza al sortudo mercante.
Éste, durante su retorno, tuvo tiempo aún de echar a pique a otro buque inglés, el también mercante reconvertido en barco de guerra Ramsey.
El Ramsey, con órdenes expresas de inspeccionar todo buque sospechoso, dió el alto al Meteor, disfrazado de vapor ruso. Al instante, el Meteor desplegó la bandera alemana y abrió fuego con sus pobres cañones, lanzando incluso un torpedo. La suerte -esta vez- no estuvo del lado británico: el Ramsey se hundió en poco menos de cinco minutos. Los supervivientes del Ramsey junto con el capitán Raby fueron rescatados por el Meteor y subidos a bordo como prisioneros.
Para seguir con el relato de los hechos prefiero tomar la narracióin mucho más lograda y emocionante de Luis Mille en su Historia naval de la Gran Guerra cuando narra las últimas aventuras del Meteor.
La aventura del Meteor [Vienna] -según Mille- acabó así:

"Las escuadras [británicas] lanzadas en pos del fugitivo iban tejiendo una espesa red en derredor de éste; los alemanes estaban tan lejos de sospechar el peligro, que aún se detuvieron a registrar un velero danés, cargado de madera, que se dirigía a Leith.
En la mañana del 9, un hidroavión alemán pasó sobre los buques del comodoro Tyr whitt, que procedentes de Harwich iban hacia el norte, sin que los cañones antiaéreos fuesen capaces de hacer blanco en él, siguiendo hacia la isla de Borkum. Casi a la misma hora, un zeppelin pasó sobre el Meteor y le advirtió de la presencia de los cruceros enemigos que se interponían entre su situación y el golfo de la Jahde y le aconsejó arrumbase al Norte, en dirección que vino a coincidir con la de Tyrwhitt, a cuarenta millas por delante de sus buques.
Dos zeppelines y tres submarinos fueron enviados en ayuda del portaminas; pero cuando su comandante vió los primeros buques contrarios, decidió hundir el Meteor, y cuando los ingleses fueron estrechando el cerco en derredor de él, sus tripulantes en unión con los del Ramsey, navegaban en un velero sueco. Los ingleses, por su parte, se alejaron temerosos de que el alemán hubiese sembrado minas en aquellos parajes antes de hundir su buque.
También es curioso este encuentro por el problema de derecho internacional que se suscitó a bordo del velero sueco; dentro del alcance de los cañones británicos, ¿quiénes eran los prisioneros a bordo, los alemanes del Meteor o los ingleses del Ramsey? Éstos [británicos] alegaban que quedaban en libertad y no debían seguir a sus enemigos, conforme éstos [alemanes] pretendían. La fórmula consistió en que los supervivientes del Ramsey transbordasen a un pequeño pesquero noruego, llegando von Knorr a prestar unas libras esterlinas al teniente de navió Atkins, quién se las devolvió por el trámite de la Embajada norteamericana, acompañando las gracias."

Los hechos, aún narrados con el peculiar estilo de Mille, sucedieron tal y como los contó.
El final de la aventura del Meteor fue una curiosa paradoja que terminó de la mejor forma posible, sin embargo, los románticos episodios de los corsarios llegarían pronto a su fin dando paso a las estúpidas y horrendas acciones de guerra como el Baralong o como el SS Persian o peor, el hundimiento de buques-hospital con miles de victimas indefensas.

Fuentes:

- Mille, Mateo. Historia naval de la gran guerra 1914-1918. Barcelona : Iberia. Joaquín Gil Editor, [1939].
- "Germany's Meteor" http://www.strikenet-games.com/Meteor.html
- ["Ramsey and Meteor"] http://www.isle-of-man.com/manxnotebook/maritime/iomspco/sr_ch13.htm

lunes, 12 de mayo de 2008

El U-38 y el misterioso rescate en Orme's Head



El 4 de agosto de 1915 el submarino alemán U-38 al mando de su comandante Max Valentiner zarpó de su base en Heligoland. En su sexta travesía de guerra le acompañaba el U-27 para realizar una misión especial. Su destino eran las Islas británicas, más concretamente al norte de la costa de Gales donde tres prisioneros alemanes se habían escapado del campo de internamiento de Denbigh, a unos 65 kilómetros de la costa. Informaciones secretas de última hora habían hecho cambiar algunos de los planes que el Fregattenkapitän Hermann Bauer había concebido para la misión, pero aún así siguió adelante.
La noche del 14 al 15 de agosto de 1915, un submarino debía recoger al oficial Hennig (comandante del U-18), Tholens (primer oficial del SMS Mainz) y otro oficial de la Deutsches Heer. Finalmente se decidió que en el rescate sólo participaría el U-38 de Valentiner. Previamente, en la noche del 13 de agosto, el U-38 y el U-27 se encontraron en bahía de Liverpool, para después separarse. El U-27 del Kapitänleutnant Bernhard Wegener viró rumbo al sur, hacia el canal de Saint George, a la caza de buques mercantes. Pero seis días después, al sudoeste de las Scilly island cayó víctima del Q-Ship HMS Baralong, dando lugar al controvertido y polémico Incidente Baralong. El U-38, siguiendo el plan, esperó delante de los acantilados del cabo de Ormes (Ormes head) al norte de la costa galesa. A pesar de que el submarino estuvo toda la noche en la superfície, los oficiales alemanes no aparecieron. Cuenta el comandante del U-38, Max Valentiner, en su libro ... el estar toda la noche en la superfície supuso un gran peligro para el submarino de ser avistado. Relata que la primera noche, pasaron numerosos cargueros muy cerca de su posición con el peligro que eso supuso. Valentiner cuenta que envió un grupo de hombres a la costa para buscar a los oficiales alemanes, pero no hubo éxtito. El empleo de luces estaba prohibido por el peligro de que fuesen avistados por alguna patrulla en la costa. Valentiner decidió esperar otra día. Así a la noche siguiente, el comandante del U-38 volvió a la cita pero tampoco hubo encuentro. Valentiner cuenta en su libro que pasada la guerra, doce años después se supo el motivo del desencuentro. Los tres oficiales alemanes estuvieron en el lugar correcto a la hora exacta, pero una gran roca que se alzaba en la orilla dividía la playa formando dos bahías distintas. Así pues, el U-38 y los oficiales estuvieron en playas diferentes esperando a la misma hora. Valentiner confiesa en sus memorias que el error, si lo hubo, fue que los oficiales alemanes se quedaron en la parte alta de los acantilados. Según él, desde esa posición, en noches cerradas es imposible distinguir cualquier cosa en el mar ya que se camufla con la oscuridad. En cambio, si hubiesen bajado a la altura de la playa, al menos podrían haber visto la silueta del submarino recortada en la oscuridad. Después del encuentro fallido, los tres oficiales fueron apresados esa misma noche y el U-38 continuó su periplo. Durante éste hundió 22 buques mercantes, 5 pesqueros, así como tres veleros.

Fuentes:
Valentiner, Max. Le terreur des mers: mes aventures en sous-marin, 1914-1918. Paris : Payot, 1931.

sábado, 3 de mayo de 2008

Kapitän zur See Max Valentiner (1883-1949)




Christian August Max Ahlmann Valentiner, "Max Valentiner" (15 de diciembre de 1883 – 19 de julio de 1949)

Oficial de marina alemán y comandante de submarinos durante la Primera Guerra Mundial.
Está considerado como uno de los mejores comandantes de la Armada alemana durante la Gran Guerra. Posee el tercer puesto en cuanto a volumen de toneladas hundidas durante el conflicto. Como premio a su exitosa carrera recibió la más alta condecoración militar prusiana, la orden Pour le Mérite. No obstante, su carrera tuvo algún claroscuro, ya que hay razones para creer que el submarino U-38 –bajo su mando- hundió sin previo aviso al SS Persia el 30 de diciembre de 1915, contraviniendo las leyes internacionales que establecían que a los pasajeros de los buques comerciales se les debía dar la oportunidad de desembarcar antes de que comenzase el combate. Con el hundimiento del SS Persia perecieron 340 de los 520 pasajeros.
Max Valentiner se alistó a la edad de dieciocho años (1902) en la Kaiserliche Marine e inició sus andaduras como cadete en el buque-escuela SMS Moltke, que en 1911 sería rebautizado como Acheron. Pronto destacaría como compañero y marino ya que ese mismo año salvó de morir ahogado a un compañero en el puerto de Swinmünde recibiendo por ello la primera de una larga lista de condecoraciones, la Rettungsmedaille. Al año siguiente, 1903, continuó sus estudios en la escuela naval, interesándose especialmente por aquellos relacionados con la inmersión submarina. Finalizó su entrenamiento en el SMS Hansa y ese mismo año, en mayo, volvió a salvar la vida de un marino en el puerto de Helgoland. Por ello volvió a ser condecorado con la Kronenorden o Orden de la Corona.
Dos años después, en 1905 fue promovido al grado de teniente de marina y en 1907 se convirtió en oficial abordo del SMS Braunschweig. Al año siguiente, 1908, fue elevado al grado de Oberleutnant zur See. Durante los años 1908-1910 fue el oficial al mando del servicio de inspección de la artillería costera (Matrosen-artillerie-abteilung) en Kiel. En 1911, Valentiner fue oficial del SMS Vulkan, un buque de rescate de submarinos. Durante su periodo en el Vulkan, Valentiner volvió a salvar a más de 30 marinos del U-3 que se habían quedado atrapados en una de las secciones. Curiosamente, uno de los 30 marinos que salvó Valentiner fue Otto Weddingen, posteriormente comandante del U-9 y as alemán de la guerra submarina durante la Gran Guerra. Valentiner volvió a ser condecorado por esta acción con la Orden de la Corona de 4a clase. En julio de 1911, Valentiner fue nombrado comandante del nuevo submarino U-10. A bordo del cual daría muestras de una pericia increíble, hundiendo numerosos buques en las maniobras de entrenamiento sin apenas ser visto. En este sentido, su forma de navegar así como las operaciones y su forma de ejecutarlas cambiaron por completo la visión que tenía la marina alemana sobre la guerra submarina.

Primera Guerra Mundial

El mismo año del inicio de la Gran Guerra, en marzo, consiguió el grado de Kapitänleutnant y poco después se convirtió en profesor de la escuela de submarinos de Kiel, plaza que abandonaría al comenzar el conflicto en agosto de 1914. Cuando comenzó la guerra, a Valentiner le fue asignado el mando del submarino U-3, el submarino del cual había salvado treinta marinos hacía ya tres años.
Valentiner recibió órdenes de operar en el Mar Báltico con la misión de hundir navíos de la Armada rusa. Sorprendentemente falló en su misión y culpó de ello a los antiguos y vetustos submarinos, los cuales dijo no tenían el mismo equipamiento y versatilidad de los nuevos. Así, Valentiner volvió a la base sin ningún éxito, siendo relevado del mando en octubre de 1914. Al poco fue enviado a Berlin para hablar con el príncipe heredero Heinrich, comandante en jefe de la Flota del Báltico, y discutir de los problemas de los viejos submarinos. La discusión no acabó del todo bien y cuentan que el príncipe lo despidió airado. De vuelta a Kiel, Valentiner tuvo la grata sorpresa de ser nombrado comandante del U-38. De igual forma, le fue permitido elegir su propia tripulación, escogiendo para ello a algunos de los oficiales que tuvo como alumnos en la escuela naval. De diciembre de 1914 a septiembre de 1917 su zona de operaciones fue el Mediterráneo oriental utilizando para ello la base austríaca de Cattaro, en Montenegro. Todas las operaciones realizadas en el Mediterráneo oriental tuvieron como base Cattaro.
El U-38 tuvo numerosos problemas mecánicos hasta marzo de 1915, de forma que el entrenamiento de la tripulación del U-38 tuvo lugar mientras se realizaban las reparaciones en la costa este británica, considerada una zona muy segura y tranquila para este tipo de maniobras. En agosto de 1915 salió de Heligoland rumbo a una misión secreta en la costa de Gales. En octubre de 1915 inició sus travesías en el Meditarréano y a finales de año, el 30 de diciembre de 1915, el U-38 hundió sin previo aviso el buque de pasajeros SS Persia. El SS Persia, con destino a la Índia, había partido de Londres y realizó una escala en Marsella. Después del hundimiento del SS Persia, el nombre del comandante Valentiner se sumó a la lista de criminales de guerra que confeccionaban los Aliados. De vuelta a Alemania, Valentiner, en mayo de 1916 fue condecorado con la Hohenzollernscher Hausorden o Cruz de la casa Hohenzollern. En diciembre de 1916, Valentiner y su U-38 entraron en la rada del puerto de Funchal en la isla de Madeira y echaron a pique tres buques enemigos. Por esta hazaña fue condecorado con la más alta distinción militar, la Pour la Mérite, el 26 de diciembre de 1916. En septiembre de 1917 Valentiner dejó el U-38 en Cattaro y volvió a Kiel a tomar el mando del nuevo U-157. El U-157 tenía que ser comandado por el Kapitänleutnant Rabe von Pappenhein pero por razones desconocidas no lo hizo. El U-157 con el Valentiner al mando realizó la travesía más larga de toda la guerra, de noviembre de 1917 a abril de 1918. Esta larga travesía iba a ser la última de Valentiner en la guerra. En 139 días de travesía hundió 150 navíos, con un volumen de 300.000 toneladas. De vuelta, en abril de 1918, Valentiner volvió a la escuela naval para enseñar a los futuros oficiales toda su maestría en guerra submarina. El prototipo del nuevo submarino U-143 se diseñó en base a los conocimientos que aportó Valentiner en aspectos como la dinámica y la velocidad de inmersión. El U-143 nunca se acabó de construir.

Periodo de entreguerras

Después de la guerra, Valentiner fue acusado de criminal de guerra. Los Aliados exigieron que todos los criminales de guerra que figurasen en sus registros fuesen extraditados y juzgados. Para evitar la persecución y captura, la gran mayoría de acusados desparecieron por un tiempo a la espera de que el cerco fuese disminuyendo. Max Valentiner fue a Berlín para eliminar cualquier rastro de su identidad del registro de oficiales de la Armada alemana, adquirió un nuevo pasaporte y una nueva identidad bajo el nombre de Carl Schmidt. Con su nueva identidad se instaló en una finca rural de la Prusia oriental (Kadinen) donde su padre ejercía de capataz. Allí esperó que las peticiones de extradición pasasen hasta que se le agotó la paciencia y regresó a Kiel. La Paz de Versailles ya se había firmado y por ésta todos los submarinos alemanes tuvieron que desmantelarse. En Kiel, Max valentiner fue relevado del servicio con honores a pesar de que había sido promovido al grado de Korvettenkapitän. Valentiner, al poco, montó una empresa dedicada al comercio de motores y componentes, siendo más tarde armador y trabajando en equipos de inmersión en las ciudades de Lübeck y en Eberswalde.

Segunda Guerra Mundial

En enero de 1940 fue asignado al grupo de seguimiento de la U-Boots-Abnahmekommision en Kiel-Danzig, puesto que conservaría hasta marzo de 1945. Anteriormente, en 1941, había ascendido a Kapitän zur See. Finalmente, en marzo de 1945, fue licenciado de la Kriegsmarine.

Max Valentiner murió en junio de 1949 en un hospital de Sønderborg (Dinamarca)a causa de una enfermedad pulmonar.


Fuentes:
http://en.wikipedia.org/wiki/Max_Valentiner