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lunes, 16 de diciembre de 2013

Notre-Dame de Lorette (Nuestra Señora de Loreto), mayo-junio 1915


Los sangrientos combates por Notre-Dame de Lorette en 1915 fueron de los más duros del frente occidental. Circunscrita en la Segunda Batalla del Artois, la reconquista de la posición de la antigua ermita buscaba romper la línea alemana en el eje Loos-Givenchy-Thélus donde el objetivo final era la cresta de Vimy (Vimy ridge). Su peculiar morfología y altura la convertían en un lugar de observación privilegiado, tanto para la artillería como para el control de efectivos enemigos. Como la Butte de Vauquois - aunque sin minas- Notre-Dame de Lorette cambió de manos en numerosas ocasiones en solo catorce días de brutales combates. El resultado fueron miles de muertes por una simple colina y la posterior mitificación como carnicería inútil.

Patrón equivocado
A pesar de la concienzuda preparación francesa y de la colaboración británica (Festubert y Aubers), Notre-Dame de Lorette y Vimy repitieron la lógica macabra de los desastres del verano del 14 y de la Champagne de principios de 1915. Las correcciones y modificaciones tácticas no fueron suficientes: la offensive à outrance volvió a fallar sin apoyo eficiente y continuado de la artillería durante el ataque. El Pétain de la 'artillería conquista y la infantería ocupa' aún tenía que pulir su método. Nombrado por Foch jefe del 33º Cuerpo de ejército, dispuso de una preparación artillera fuera de lo común y de reservas suficientes en caso de rotura del frente. Pero cometió algunos errores. El primero iniciar el bombardeo dos días antes del ataque (serían cinco) malbaratando la carta de la sorpresa. El segundo situar las tropas de reserva a más de 8 kilómetros de distancia del frente. Las equivocaciones del pasado se enquistaban. De hecho, Loos y todas las ofensivas aliadas hasta mediados de 1917 (Passchendaele incluída) tuvieron un patrón desgraciadamente común: 
1º Apoyo artillero deficiente e intermitente a lo largo de la operación. 
2º Reservas mal dispuestas o rezagadas. 
3º Graves deficiencias en las comunicaciones. 
4º Nula coordinación e improvisación de los mandos intermedios y 
5º Visión nula u obtusa de los mandos superiores junto a un desprecio absoluto por sus tropas. Con estos factores el resultado sería el mismo en todos los casos: masacre de miles y miles de soldados a cambio de decenas o cientos de metros. Notre-Dame de Lorette sería el summum.

La mejor defensa es un terreno inconquistable
La vieja ermita, lugar de peregrinación y devoción antes de la guerra, se encontraba al final de una cresta que va de oeste a este, mas o menos de Bois (Bosque) Bouvigny hasta los aledaños de Souchez. Desde Lorette, en la parte oriental de la cresta (170 metros sobre el nivel del mar) y a unos 15 km de Arras, se divisaba la práctica totalidad del sector del Artois y, por supuesto, la cresta de Vimy. Lorette suponía el punto de apoyo al oeste en la línia de ataque y su toma significaba una baza importante en el éxito de la operación. Su conquista, sin embargo, sería durísima, no solo por la escarpada orografía sino por la fuerzas alemanas que la defendían desde octubre de 1914. La zona septentrional de la cresta no presentaba una orografía complicada pero la vertiente meridional - formada por media docena de escarpadas laderas junto a estrechos y abruptos barrancos - ofrecían una defensa natural dificilmente franqueable y un ataque poco halagüeño desde el punto d'Ablain Saint-Nazaire (aún en manos alemanas).
Desde finales de 1914 el 21º Cuerpo de Ejército francés del General Maistre conocía muy bien la posición. En enero de 1915 habían puesto los pies en la parte más occidental del promontorio (Éperon de Mathis). En marzo y abril cayeron el Grand Éperon y l'Éperon des arabes. La posición de Lorette, sin embargo, permanecía a casi 1 kilómetro de las posiciones de vanguardia francesas. Las débiles defensas de la vertiente norte decidieron a los mandos alemanes por formidable sistema defensivo en el sector nordeste de la cresta. Cinco líneas de trincheras protegidas de sacos terreros, nidos de ametralladora en pequeños blockaus (blocaos) situados en los flancos, un nutrido campo de alambradas junto a barreras móviles y caballos de frisia protegían la posición de Notre-Dame desde el norte y el este, más o menos desde l'Èperon (espolón) des arabes. En puntos determinados y entre líneas se construyeron pequeñas fortificaciones anticipando los futuros blockhaus que en algunos casos contaban con fosos y muros de más de 6 metros de profundidad, como el del Fortin de la Chapelle. Junto a las formidables defensas, gran parte de las tropas que defendían la posición pertenecían a un regimiento de élite badenburgués apoyado por una importante concentración artillera en las posiciones de Angres y Liévin. De esta forma, cualquier ataque francés que cruzase la pequeña meseta de Lorette estaría sometido a una impresionante lluvia de fuego. Los mandos franceses sabían de lo imposible del ataque, pero confiaban en tomar Ablain Saint-Nazaire que favorecería el avance cubriendo uno de los flancos.

Mayo 1915
El bombardeo artillero francés se inició el 4 de mayo. Pero el mal tiempo obligó a posponer el ataque de la infantería hasta el 9. El efecto sorpresa se fue con la lluvia. La magnitud del bombardeo y los fuertes aguaceros dejaron un terreno impracticable pero los planes de ataque no se modificaron. En el sector más occidental del ataque, tres regimientos de infantería y tres batallones de cazadores al mando del general Maistre saltaron de las trincheras a las diez de la mañana del 9 de mayo. Su objetivo era desalojar a los alemanes del fortín de la Chapelle en su camino hacia los restos de la ermita para ocupar posteriormente toda la cresta de Lorette hasta su punto más oriental, con vistas a Souchez y con Ablain Saint-Nazaire en su flanco meridional. El objetivo, Lorette aparte, era proporcionar fuego de flanco en apoyo al avance perpendicular hacia la cresta de Vimy. El avance fue durísimo. Las condiciones del terreno junto a un mortífero fuego de ametralladora alemán hicieron mella en la ofensiva. Tres horas después y tras cruzar varias líneas de trinchera abandonadas, el grueso de las tropas estaba a unos doscientos metros del fortin de la Chapelle. Hubo reagrupamiento y al poco se inició el ataque en semicírculo. Las ametralladores del fortin barrieron cualquier avance. Las bajas fueron terribles. Pura carnicería. La artillera desde Souchez y Liévin remataron la faena. El mando francés decidió suspender los ataques pero ordenó un claro 'ni un paso atrás'. Llegó la noche y los restos de las compañías dispersas, algunas lideradas por sargentos o caporales, se refugiaron en los cráteres de obús y se parapetaron bajo los cuerpos de soldados alemanes. Llegaron refuerzos alemanes y los temidos contraataques. Se llegó al cuerpo a cuerpo y a la bayoneta. Los franceses lograron rechazarlos. El día 10 la situación de las tropas francesas era muy delicada. Sin apoyo de retaguardia y con un fuego artillero de flanco pocas eran las opciones. Avanzar o avanzar. Los compañeros de la 70ª división tampoco pudieron tomar Ablain Saint-Nazaire. Al acoso artillero se sumaron el calor, la sed y el hedor de los muertos en descomposición que los obuses habían desenterrado. Un horror.
Durante dos días la situación se mantuvo estable. Del 10 al 12 de mayo los supervivientes aguantaron como pudieron los contraataques alemanes, que mantenían abiertas las vías de Souchez y Ablain Saint-Nazaire. El 12 a la noche el contingente superviviente de los chasseurs (cazadores) tomó la iniciativa. Un pequeño grupo reptó hasta la base del fortín y cubrió - parcialmente - las troneras de las ametralladoras con sacos terreros. Lo consiguieron a medias, muchos cayeron, pero ralentizaron el tiro y el resto de la infantería cruzó algunos parapetos en dirección al fortín. Una vez rodeado se luchó cuerpo cuerpo hasta acabar con la resistencia alemana. El grueso de las tropas se dirigió hacia el resto de la cresta pero no de toda la meseta. El punto más oriental estaba todavía en manos alemanas. Concretamente los espolones de Souchez y el de Voie Blanche (vía blanca).
A pesar del pésimo estado del terreno, los franceses avanzaron los días siguientes hasta tomar el espolón Souchez. La Voie Blanche, sin embargo, se mantenía inexpugnable. El fuego de ametralladora era mortífero. Hasta el 22 de mayo, la línea francesa en la cresta de Lorette tuvo forma de semicírculo. Ablain Saint-Nazaire, la punta más oriental de Lorette y la zona de Angres-Liévin permanecían en manos alemanas. El mando francés dispuesto a cerrar el capítulo Lorette puso todas sus energías en la conquista de los reductos. Los alemanes no se lo pusieron fácil. Después de más de trece horas de combates con sendos contraataques toda la meseta de Lorette cayó de lado francés. Solo resistía la vertiente oriental hacia Souchez, pero las alturas ya eran francesas. Los defensores alemanes perdieron en un solo día tres mil hombres. De los franceses se desconoce el número pero se calculan muchos más. Comenzó el mito Notre-Dame de Lorette. En el emplazamiento de la antigua ermita se erigió la necrópolis más grande de todas las dedicadas a los caídos de la Gran Guerra con un camposanto para 23.000 caidos.

Fuentes:
Conquête du massif de Lorette. Notre épopée, 1914-1915. Paris, Société Française d'Imprimerie et de Librairie,1916, p. 268 ss. 
Laure, Auguste. Lorette, une bataille de douze mois, octobre 1914-octobre 1915. Paris : Perrin et cie., 1916.
http://chtimiste.com/batailles1418/1915artois1.htm http://www.nordmag.fr/patrimoine/histoire_regionale/premiere_guerre/lorette.htm http://centenaire.org/sites/default/files/references-files/guide_circuit_npdc.pdf

sábado, 5 de febrero de 2011

La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (I)


La historiografia de la Gran Guerra suele definir la 1ª Batalla de Ypres como el último y definitivo intento alemán de evitar lo inevitable: el punto muerto y el final de la guerra de movimientos. Fracasaron. Ypres fue sólo el inicio de la pesadilla. A millones de soldados les esperaban cuatro largos años de trincheras, lodo, piojos, miseria y, sobretodo, carnicerías inútiles.
Del lado alemán, la angustiosa perspectiva de un doble frente (occidental y oriental), impelió al Alto mando alemán (Oberstee Heeresleitung, OHL) comandado -de facto- por Erich von Falkenhayn a proyectar una serie de agresivos y resueltos ataques contra la línea de frente defendida –mayormente- por las Fuerzas Expedicionarias Británicas (BEF) en Flandes. Es justo reconocer, sin embargo, que sin la ayuda francesa la resistencia británica hubiese sido inútil.
Desde mediados de octubre hasta la última semana de noviembre de 1914, las tropas alemanas intentaron por todos los medios posibles romper el frente francobritánico en la zona de Ypres. Langemarck, Poelcapelle, Polygon wood o Gheluvelt se hicieron tristemente famosos en los partes de guerra y en el imaginario colectivo británico. The Ypres salient, el saliente de Ypres se convertiría en un mito, en un símbolo de la resistencia y el pundonor británicos. El saliente de Ypres y los hechos de armas durante ese otoño de 1914 en Flandes forman parte de las páginas más heroicas – y trágicas- de la participación británica durante la Gran Guerra.
Para Alemania, Ypres fue igualmente traumático.
Gran parte de los estudiosos de la Primera Guerra Mundial ven en el desenlace de los combates de Ypres durante ese otoño de 1914 el principio del fin de la Alemania guillermina. Los peores temores se habían cumplido: los dos frentes eran una realidad, el principio del fin.
La complejidad de la 1ª batalla de Ypres fue tal que se establecieron tres fases o episodios para comprender mejor su desarrollo y evolución. La primera fase denominada batalla de Langemarck tuvo lugar del 21 al 24 de octubre; la segunda, batalla de Gheluvelt transcurrió del 29 al 31 de octubre y el tercer ‘momentum’ fue la batalla de Nonne Bosschen, el 11 de noviembre de 1914. Entre estos tres capitales episodios se producieron escaramuzas, pequeños enfrentamientos, y sobretodo prolongadas pausas exigidas mayormente por la dureza de los combates y el cansancio de las tropas.
La batalla de Ypres de otoño de 1914 está estrechamente ligada a los combates que se produjeron un poco más al norte, entre la zona de Diksmuide (Dixmude) y Nieuwpoort (Nieuport) durante octubre y noviembre. Los resultados de la batalla del Yser no progresaban como esperaban los alemanes, así que decidieron prolongar los ataques más hacia el sur. Era la zona ‘británica’ del frente occidental y esperaban mejorar los resultados del ‘Yser’.
Yser e Ypres coincidieron en el tiempo, provocando un enorme desgaste en ambos contendientes que temieron, por momentos, agotar sus reservas de tropas y munición. Finalmente, fueron las pésimas condiciones meteorológicas y el invierno en ciernes los que bajaron el telón en el frente flamenco de noviembre de 1914.
Los alemanes pasaron turno y 1915 sería el ‘año’ aliado en el frente occidental.

Primeros compases
Sir John French, comandante en jefe de las fuerzas británicas, ‘desconocía’ la cercanía del recién creado IVº ejército alemán, al mando del Duque Albrecht de Württemberg, y en particular, la proximidad de tropas de reserva alemanas dirigiéndose hacia la parte más débil de su frente: el punto donde la BEF se unía a los belgas.
Su desinformación era tal que seguía inmerso en los quiméricos planes de ofensiva contra el frente alemán Courtrai-Menin.
La BEF prosiguió el avance a lo largo del frente los días posteriores. El IIº Cuerpo de Smith-Dorrien continuó hacia el este, el IIIº - en contacto con el IIº- debía cruzar el Lys por el sector de Sailly y Armentières, y la caballería debía proseguir hacia Menin, mientras Rawlinson con su IVº ejército en el extremo izquierdo de la BEF iría hacia el norte de Courtrai.
La suerte estuvo del lado británico. Rawlinson fue informado de que su flanco izquierdo peligraba: se aproximaban unidades enemigas desde la línia Brugge-Roulers. Ante las angustiosas noticias, el avance del 15-16 de octubre se frenó. La tenaz resistencia alemana que se encontró Rawlinson en el sector Houthem-Gheluvelt-Sint Juliaan-Westrozebeke acabó por ‘convencer’ a French. Cualquier ofensiva hacia el este requería ‘limpiar’ la zona al norte del flanco izquierdo de la BEF. French notificó a Haig (Ir Ejército) que se aproximase desde St. Omer a Poperinghe. El objetivo era consolidar el frente que unía la BEF con los aliados y de paso reforzar al IVº de Rawlinson.
El 16 de octubre, French ya había abandonado cualquier idea de una ofensiva aliada conjunta ante la alud de informaciones que le confirmaban la fuerza del enemigo en ese sector y que le hacían temer por su flanco izquierdo. Aunque el IIº y IIIr cuerpos británicos estaban luchando contra fuerzas superiores, los franceses creían que la peor parte se la podía llevar el IVº de Rawlinson, sobretodo porque éste cubría un frente mucho más extenso, lo que en caso de rotura podía provocar un desastre, dividiendo el frente aliado en dos.
Con estas perspectivas, Haig fue enviado al norte con órdenes de avanzar hasta Thourout, con la ‘ilusa’ perspectiva de capturar Brugge (Brujas), antes de que los refuerzos alemanes llegasen a la línea. En este punto de la historia la leyenda entra en juego.
La versión más acceptada cuenta que French, ante la delicada situación de Rawlinson, pero sobretodo ante las ínfimas posibilidades de llegar a Brugge, ordenó a Haig que cubriese le cubriese el flanco. Más al sur, el IIº, IIIº y la caballería estaban ya a la defensiva ante la abrumadora superioridad del enemigo.
Haig consiguió situarse al sur del flanco izquierdo de Rawlinson el 21 de octubre. Los franceses (divisiones de caballería IIª y IIIª) a las afueras de Thourout tuvieron que recular hacia el sur. La IIIª división británica de caballería hizo lo propio reculando hasta la línea Wijtschate-Mesen (Messines). En el sector sur, la caballería francesa de Conneau) se situó en línea con el IIº y IIIr británicos. El 21 de octubre French se percató definitivamente de la superioridad del enemigo en todos los flancos, y de la seria amenaza que esto suponía para el conjunto de la fuerza expedicionaria británica, amén de desistir de cualquier ofensiva parcial o local en territorio belga.
La situación de las fuerzas británicas era delicada. No llegarían más tropas antes de una semana y los refuerzos previstos eran la Indian corps, una división bisoña que acababa de llegar a Hazebrouck, juntamente con dos batallones de territoriales, otro de caballería y dos regimientos de la Yeomanry.

Continua en: La batalla de Ypres, octubre-noviembre de 1914 (II)

viernes, 13 de noviembre de 2009

MG 08/15



Null-acht-fünfzehn, cero-ocho-quinze. Esta fue la denominación que recibió el nuevo modelo de la MaschinenGewehr 08, la ametralladora más utilizada -hasta ese momento- por el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. Los diseñadores alemanes copiaron casi de forma idéntica la ametralladora Maxim de 1884 de la cual el fabricante Ludwig Loewe había obtenido la licencia de fabricación por un periodo de 7 años. Después de diferentes procesos, cambios y mejoras, la Deutshe Waffen und Munitionsfabrik terminó el prototipo en 1908, de ahí la denominación MG08. La MG08 se fabricó en dos factorías. Una de ellas, la Munitionsfabrik en Spandau, de ahí que la ametralladora fuera comunmente conocida como Spandau 08. La MG 08 tenía una potencia de fuego de 400 disparos/minuto, hecho que la convirtió en una formidable arma defensiva. La refrigeración de la ametralladora se producía a través de una camisa que contenía unos 4 litros de agua que enfriaban el tubo. La fiabilidad en el disparo en la MG08 era de unos 3,5 km. El mecanismo de disparo era similar a la Maxim, una vez activado el gatillo el fuego no cesaba hasta que volvía a accionarse, con la comodidad que eso suponía para los ametralladores.
Uno de los inconvenientes más notorios de la MG08 era que su peso y posterior transporte la desestimaban como arma ofensiva al 100%. Eran necesarias, al menos cuatros personas, para transportarla como una camilla. Esto, junto con lo impracticable del terreno complicaban aún más el movimiento de estas armas en el campo de batalla.
Es por ello, que las nuevas condiciones de combate y de estrategia táctica obligaron al Mando alemán a un replanteamiento en cuanto al armamento ya que las MG08 eran ametralladoras demasiado pesadas y difíciles de transportar para adaptarse al nuevo estilo de las fuerzas de asalto alemanes, que en esos momentos eran la vanguardia en cuanto a táctica militar.
Los primeros prototipos de la MG08/15 fueron probados bajo el mando del coronel Von Merkatz en 1915. El nuevo modelo pesaba unos 19 kg., se le colocó un bípode en detrimento del trípode original y se le incorporó una culata o pistolete para proporcionarle más ergonomía. A parte de estas sustanciales modificaciones, la nueva ametralladora contó con pequeños cambios: se redujo la masa de líquido refrigerante de 4 a 3 litros, el tubo eyector fue suprimido, se le incorporó un seguro y se la modificó de manera que pudiesen usarse tanto los cargadores de 250 de la MG08 como los propios de la 08/15 que eran de 100. La nueva arma fue diseñada para ser manejada por equipos de cuatro personas. A pesar de los cambios, la nueva 08/15 siguiendo siendo demasiado pesada para convertirse en una arma ofensiva.
La null-acht-fünfzehn fue introducida de forma masiva en la primavera de 1917. Fue precisamente la 08/15 la que causó el mayor número de bajas francesas durante la ofensiva de Chemin des Dames. A partir de este momento, la MG08/15 fue suministrada de forma masiva hasta la primavera de 1918.
A finales de la guerra, cada regimiento alemán contaba aproximadamente con 72 ametralladoras, seis por compañía. Los cálculos fijan en unas 130.000 las unidades fabricadas por los arsenales de Spandau y Erfurt. La MG 08/15 se siguió utilizando hasta finales de la Segunda Guerra Mundial.

viernes, 10 de julio de 2009

Ludendorff de Correlli Barnett (The Swordbearers)


Barnett, Correlli. "Ludendorff" en The Swordbearers. London : Cassell, 2000. pp. 269-362.

Comencé el capítulo de Ludendorff del libro de C. Barnett The Swordbearers con la ilusión de aquel que poco o nada conoce sobre el biografiado excepto aquellos tópicos manidos y lanzados desde las trincheras de la historiografía oficial aliada. A estas alturas ya no me sorprende comprobar que los viejos tópicos, como los rockeros, nunca mueren. Tras un decepcionante comienzo, al acercarse a 1918 la cosa comenzó a ponerse interesante. Llegaron la desastrosa guerra submarina total, las luchas entre el canciller Bethmann-Hollweg y los militares, las supuestas peticiones de paz, y al poco se instauró la indisimulada dictadura militar que impusieron Ludendorff y la cara respetable del regimen, Hindenburg.
Una vez situados a finales de 1917 y examinando la grave situación interna alemana, agravada por el horizonte de masivas llegadas de tropas norteamericanas, Ludendorff y los think tanks del Oberste Heeresleitung (OHL) decidieron jugar su última carta. En este punto de la narración Barnett se crece, saca lo mejor de un texto histórico impecable, sin mácula. En las siguientes páginas se fraguan la ofensivas alemanas de la primavera de 1918, o lo que la historiografía ha dado en llamar la Kaiserschlacht o la batalla del Kaiser.
La disección que realiza Barnett de la Kaiserschlachtraya la perfección.
En primer lugar, el lector se encuentra de frente con unos argumentos desde la parte alemana inapelables, inevitables, de tragedia griega. Barnett lo define de varias maneras: última jugada, último cartucho... Ludendorff se juega el todo por el todo, sabe que después de esto no hay nada. Si fracasa la Operation Michael (así se llamó en términos militares) y sus vástagos (Mars, Valkirie, Georgette) todo se acabó. Lo extraordinario en el caso alemán es entender como un pueblo como éste puede llegar a ese punto que raya la extenuación y en el que los soldados apostados en las trincheras esperan con ardoroso deseo la mañana del 21 de marzo.
Durante el proceso de planificación de la ofensiva, Ludendorff está en su mundo. Su habitat natural: la sala de mapas entre cartas y partes meteorológicos. Ludendorff no lo hará solo. Tuvo cómplices. Lo acompañan en sendas reuniones de finales de 1917 los jefes de estados mayor Kuhl y Wetzell. Éstos abogan por la misma idea: la ofensiva total y final, pero difieren de Ludendorff en el dónde.
Barnett expone de forma soberbia el porqué de ambas opciones. Kuhl aboga por la zona de Verdun y St. Mihiel por el desgaste francés aparte de por la presencia de los bisoños norteamericanos. Wetzell se decanta claramente por la zona de Flandes, Ludendorff también se inclina por este sector. Sin embargo, sabe que se trata de una zona en la que el terreno juega de parte de los británicos. El barro y el tiempo lo asustan, lo previenen. Y al final se acaba decantando por asestar el gran golpe, el definitivo entre el 3r y 5º ejércitos británicos, en la zona del Somme situando el eje en Peronne. El 18º ejército comandado por von Hutier (el héroe de Riga) estará en el flanco derecho del ataque germano junto con el7º en reserva, el 17º al mando del principe Ruprecht atacará por la izquierda. El 2º ejército en el centro.
Barnett razona el porqué de estas decisiones. Incluso analiza y anticipa las razones del posterior fracaso. Analiza también los errores de concepción de unos y de otros, y los contrapone. Los británicos en las ofensivas caniculares de 1917 (Passchendaele) erraron en la estrategia y en la táctica aunque tenían perfectamente claros los objetivos de su ofensiva. Los alemanes, por el contrario, en la primavera de 1918 tienen el control absoluto de la táctica pero yerran clamorosamente en sus objetivos, no en los primeros pero sí en los definitivos que son los que cuentan. Resumiendo, Barnett explica perfectamente que los británicos en 1917 sabían lo qué querían pero no sabían como hacerlo. Tropezaron casi de forma idéntica en los errores de 1914, 1915, y 1916: falta de elasticidad en el mando, ataques frontales estáticos, bombardeo artillero exagerado que machacaba el terreno y eliminaba el factor sorpresa, etc. Lo único prácticamente novedoso era la aparición del tanque. Por contra, los alemanes - en parte por culpa de Ludendorff según Barnett - están cegados por el término. Creen en el golpe definitivo. Ludendorff sólo piensa en la separación entre los frentes británico y francés. Después del gran golpe ya se verá, pensó Ludendorff. Y ciertamente por el desarrollo posterior de la ofensiva así se desprende.
La ofensiva alemana del 21 de marzo es apabullante. Las líneas británicas son superadas y las tropas huyen casi en desbandada. El caos es prácticamente total. El 22 el ritmo será parecido, von Hutier sabe lo que se hace y su ejército continua la progresión hacia el sudoeste. El 5º ejército británico de Gough es una sombra, ya no existe. Haig acude suplicante a Pétain. Le pide que sitúe 20 divisiones francesas en el sector de Amiens. Pétain, fiel a su estilo, no se niega pero sólo le envia seis para reforzar la derecha británica. Pétain teme un golpe similar en la zona de la Champagne. Comienzan las primeras fisuras en el barco aliado. Como dice Barnett, el egoismo es el primer hijo de la crisis. A todo esto, Ludendorff exultante. El Kaiser se pasea, incluso, por Avesnes. El clima es de euforia. Nada hace predecir lo que era predecible: el cansancio de las tropas alemanas, graves problemas de transporte y la falta de alimentos y munición frenarán la ofensiva. La logística alemana no pudo seguir el ritmo de sus tropas. Y así fue, la ofensiva día a día se fue marchitando y por el 28 las tropas alemanas fueron frenadas. El avance había sido espectacular, pero sólo había sido eso: un gran avance, nada más. Barnett disecciona en este punto los errores del mando. Acusa a Ludendorff de improvisar los objetivos ulteriores como si estos fuesen a aparecer de la nada. Lo tilda de inconstante por no proseguir o otorgar más poder a von Hutier y su gran golpe de mano. El autor llega a sugerir que de haber puesto todas las reservas en el ejército 18º de von Hutier el resultado quizás hubiese otro. Pero en cambio Ludendorff desperdigó y malgastó las reservas en cubrir más extensión de terreno. Él mismo debilitó el ataque. Afirma que si el día 23 hubiese puesto todas las reservas en un punto, el resultado de la ofensiva hubiese sido otro. Por la parte psicológica, Barnett carga contra Ludendorff acusándolo de inestable e incoherente. No sólo por sus errores de índole militar, sino por su actitud ulterior ante el fracaso. Cita numerosos testimonios de proximidad como Lossberg, Hindenburg, etc. para describir a un hombre deshecho ante el fracaso. Incapaz de reaccionar ante la derrota que acaece a partir del 18 de julio cuando comienza a haber claros signos de descomposición en las filas alemanas.
Barnett compara en más de una ocasión a Ludendorff con la figura Hitler. Lo hace sobretodo para subrayar la testarudez en la defensa de posiciones indefendibles e inútiles de sostener como Stalingrado. En este caso, recurre al testimonio del general Lossberg - especialista en sistemas defensivos - para acusar a Ludendorff de ceguera ante el necesario repliegue alemán. Repliegue que retardó a la espera de una reacción que jamás llegó. Y que de haberse llevado a cabo en el momento que se lo sugirió Lossberg la resistencia alemana hubiese sido otra, más eficaz.
Barnett no descansa, fustiga a Ludendorff hasta el final. Narra sus discusiones con Hindenburg, la pérdida de confianza del Kaiser Wilhelm II, las jugarretas que le juega al príncipe Max de Baden con las negociaciones de paz, etc. Para el mismo Ludendorff, lo expresa en sus memorias, el principio del fin es el 18 de julio con la contraofensiva francesa de Villers-Cotterets a manos de Mangin. Elucubrará otros golpes de mano, pero más como gesto que como solución a un fin irreversible.
Sólo para concluir, dos últimas menciones.
La una dedicada a la exquisita redacción de los hechos históricos. Existe un perfecto equilibrio en el discurso histórico entre dato y testimonio. La redacción de Barnett deja poco margen a la duda respecto a la personalidad del personaje que si bien no es dogma de fe, bien puede sentar las bases para posterior estudio. Otras referencias pueden ser quizás más discutibles, como las que hace al derrotismo final de Pétain o a la mejora táctica de Haig hacia el final de la guerra. Pero este no es el lugar para discutirlas. La postrera consideración es de tipo personal y absolutamente subjetiva como el resto de la reseña pero sin la misma intencionalidad: recomiendo vehemente la lectura de este capítulo así como el resto del libro.
Muy bueno, rayando la excelencia.

lunes, 27 de octubre de 2008

Moltke el joven y el espiritismo


"Helmuth Johan von Moltke no fue el típico oficial prusiano. Se trataba de un hombre sumamente cultivado, que llegó a desarrollar un serio y profundo interés por la historia, los estudios orientales y la teología. Sus actividades mostraban un carácter inquieto y abierto ya que podía organizar tanto maniobras militares, como visitar monasterios medievales o hacer demostraciones de fotografía estereoscópica. Sin embargo, Moltke como Conrad von Hötzendorf, poseía un lado oscuro y fatalista.
Su mujer, Eliza, lo imbuyó de una profunda veneración por el espiritismo y lo oculto. Organizó, incluso, sesiones espiritistas con el fin de establecer contacto con personajes de histórica relevancia del más allá. Moltke mostró y experimentó un apasionado interés por todo aquello relacionado con el más allá o la existencia después de la muerte terrenal - lo que le llevó a establecer contacto con Rudolph Steiner y la Teosofía. Moltke se autoconstruyó una filosofía en la que el conocimiento intuitivo y el entendimiento de fenómenos ocultos alimentaban las fuerzas que movían los hilos de la historia mundial. A través de su mujer y Steiner, Moltke llegó al Libro de las revelaciones, que predicaba el segundo advenimiento de Cristo en medio del caos y el terror de proporciones épicas. Contacto que determinaría en cierto manera su actitud durante la Primera Guerra Mundial. La casi total destrucción de los papeles personales de Moltke por su mujer - resultado de la presión asfixiante de los miembros más conservadores del ala prusiana - dejaron un vacio sobre este tema en sus mutiladas memorias. Aún así, las memorias establecen un hilo directo entre las decisiones de julio de 1914 y la posterior guerra, y el estado anímico y mental de Moltke el joven."

Adaptación libre que hace H. Herwig de Helmuth Johan von Moltke, llamado también Moltke, el joven en su obra The First World War: Germany and Austria-Hungary, 1914-18.

Bibliografía complementaria:
- Helmuth von Moltke, Light for the new millennium: Rudolf Steiner's association with Helmuth and Eliza von Moltke: letters, documents and after-death communications. Thomas Meyer (ed.) .1997. ISBN 1-85584051-0

Fotografía cortesía de Wikipedia.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Imperial Iron Cross o Trenchfighter.com

http://www.trenchfighter.com/


Buscando algunas notas sobre las operaciones en los Vosges, concretamente en la zona del Hartmannswillerkopf, dí con esta página. Quizás su título, the Imperial Iron Cross, 1914-1918, pueda inducir a error y hacer creer al navegante de que se trata exclusivamente de condecoraciones y medallas alemanas de Primera Guerra Mundial. Y no es así. Imagino, no lo sé del cierto, pero creo que el nombre proviene de otro site que sí está dedicado al mundo de la condecoración y la falerística y que está hermanada con esta página. De hecho, en el apartado de bienvenida al sitio, Welcome to the trench…, se explica el porqué de la página como complemento o extensión de un libro dedicado a la condecoración de la cual toma nombre el sitio. Es decir, que la página parece el tercer pilar de un proyecto alrededor de la condecoración alemana: Foro, libro y site.
The Imperial Iron Cross es ante todo un sitio – en inglés- dedicado al desarrollo militar de la Primera Guerra Mundial. Tanto la estructuración de la información – las categorías temáticas - como la plasmación plástica de los contenidos es de una calidad exquisita. Se nota que la página se mantiene constantemente y que los gestores de la misma tienen grandes conocimientos de la materia. La categorización responde casi exclusivamente a los diferentes aspectos que tuvo la Gran Guerra en su apartado terrestre en el Frente occidental. Entre las categorías que forman el site encontramos por ejemplo:
- The Raiders
- In the Trenches
- Mobile warfare
- Assaults divisions, etc.
Cada una de estas subdivisiones temáticas contiene diversos artículos que versan sobre las principales unidades o cuerpos que ejemplifican el contenido del campo. Una de las características principales de este site es que está prácticamente dedicado al ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. A pesar de ello, hay algunas categorías que tratan sobre la Guerra de los Bóers, o por ejemplo las campañas africanas del ejército alemán durante 1914-15. La estructuración de la información es, sin duda, muy lograda, pero lo más destacable tanto por calidad como por la elección de los temas son los artículos. Los artículos son estudios o pequeños trabajos de gran lucidez, bien documentados, con ilustraciones novedosas procedentes, muchas veces, de colecciones privadas y que versan sobre cuestiones poco conocidas de la Gran Guerra en su aspecto bélico. Muchos de estos artículos están dedicados a unidades o regimientos que ejemplifican perfectamente el capítulo del que forman parte. Algunas categorías, como la de Machine gunners, contiene solamente imágenes, pero que son de una gran calidad, tanto por su tamaño, como por su estado.
Si tuviese que privilegiar alguno de los aspectos que caracterizan mejor este site, destacaría sin pensarlo el hecho de que se hayan realizado y trabajado aspectos poco o nada conocidos sobre el conflicto, en este caso sobre unidades o regimientos que tuvieron un peso importante en alguno de los escenarios del Frente occidental. Por ejemplo, se han realizado artículos sobre el 12. Rgt. Bayerische en Verdun, o el 155 IR. en la Côte 304, o las tropas de lanzallamas. Todos estos pequeños estudios y más ilustran perfectamente como fueron algunas de las operaciones que se llevaron a cabo de boca de sus protagonistas.
A parte de los pequeños trabajos, excepcionales la mayoría de los que he leido, que no han sido pocos, el site contiene trabajos más extensos.
Por ejemplo en la categoría Texts hay colgado un libro sobre la participación de unidades bávaras en el Aisne durante la llamada ofensiva Nivelle o Chemin des Dames. Lo mismo, sobre un trabajo completísimo sobre la guerra en África durante 1914-15.
Concluyendo, destacaría que no se trata de un recurso para neófitos o iniciados en la Primera Guerra Mundial. Al igual que el Foro del cual depende este site, http://gmic.co.uk
Este site es un espacio para aquellas personas con conocimientos avanzados sobre la Primera Guerra Mundial y que esten especialmente interesadas en el ejército alemán durante la Gran Guerra.
Ante todo, The Imperial Iron Cross ha sido una sorpresa enormemente positiva y una gran fuente sobre aspectos inéditos -para mi- de la Gran Guerra.

sábado, 2 de agosto de 2008

August von Mackensen (1869-1945)(II): la Gran Guerra


Al inicio de la Primera Guerra Mundial y al mando del XVIIº cuerpo como parte integrante del VIIIº ejército comandado por el general von Prittwitz y luego por el general von Hindenburg estuvo en las batallas de Gumbinnen y Tannenberg en el frente oriental. Von Mackensen estableció su cuartel general el 7 de agosto en Deutsch-Eylau y más tarde lo trasladó a Darkehnem. El 19 de agosto tuvo una entrevista con von Prittwitz. Éste le informó que las tropas rusas comandadas por Rennenkampf se aproximaban por el nordeste. Al día siguiente, se ordenó el ataque. El día 20 de agosto, von François y von Below, situados en los flancos, lograron batir a los rusos. Pero von Mackensen, en el centro, se encontró con una fiera resistencia que no pudo superar. En Gumbinnen, la insuficiente preparación artillera dejó intactas las defensas rusas lo que permitió que los alemanes tuviesen graves pérdidas bajo el fuego de fusilería rusa. Las pérdidas fueron de aproximadamente 200 oficiales, 9.000 soldados y unos 1.000 prisioneros. Aún así, una acción temeraria de la artillería permitió que la retirada de la infantería fuese menos sangrienta. La artillería rusa por su parte dio cuenta de las posiciones del estado mayor del XVIIº lo que obligó a evacuarlo a todo prisa, von Mackensen incluido. Al final de la jornada el balance era muy negativo. Las tropas de von Mackensen habían tenido más de un tercio de bajas entre heridos y prisioneros. Gumbinnen fue desastre para Alemania y para von Mackensen. Pero éste no se dejó amedrentar y pronunció esta pequeña arenga:
"Con ardoroso y valiente empeño habéis llevado a luchar al XVIIº. El heroico ataque de las tropas y especialmente de la infantería se ha visto frenado por las imponentes y bien defendidas posiciones rusas. No obstante, todo soldado que fue a la lucha llevó consigo el orgullo del deber y de luchar hasta el final. Daré cuenta de esto a su Majestad el Emperador. Agradezco infinitamente a todos los oficiales y tropas el haber mostrado lo mejor de la mentalidad prusiana. Los numerosos compañeros muertos en el campo de batalla como héroes por el Rey y por la Patria nos sobrevivirán como modelos de la mentalidad militar prusiana. Por lo que nos depare el futuro, por su Majestad el Emperador y Rey. Hurra !"
Aparte de este contratiempo, llegaron al Cuartel general del VIIIº ejército notícias de los movimientos de las tropas rusas mandadas por Samsonov. Éstas estaban girando hacia el norte por detrás de las tropas alemanas que estaban frente a las de Rennenkampf, por lo que von Prittwitz temió un movimiento de tenaza entre ambos ejércitos. Ante esta situación, von Prittwitz decidió informar al OHL de su decisión de retirarse detrás del Vístula dejando atrás Dantzig. Los rusos, y especialmente el Gran Duque Nicolai, a petición de los franceses habían acelerado al máximo su mobilización, concentración de tropas e inicio de las operaciones bélicas. Las notícias de la derrota provocaron preocupación en el Alto mando y presagiaron cambios en la dirección de la guerra en el frente oriental. El día 23 de agosto llegaban a la Prusia oriental Hindenburg y Ludendorff para reemplazar a von Prittwitz y al general Groener, su jefe de estado mayor. Después del relevo de mandos, el 22 de agosto por la tarde el coronel Hoffmann presentó las maniobras que aprobaron los nuevos jefes y que acabó en la impresionante victoria de Tannenberg con el posterior hundimiento y destrucción del ejército de Samsonov y la retirada del ejército de Rennenkampf más allá de tierras prusianas. Las tropas de von Mackensen jugaron un papel decisivo en la batalla de Tannenberg.
A pesar de la contundente derrota, los rusos se recuperaron y atrincheraron en las posiciones de repliegue, lo que dió inicio a la guerra de trincheras en el frente oriental. Para romper el frente ruso, el Alto mando creó el IXº ejército que se asignó a von Mackensen. Von Mackensen decidió empujar en dirección a Varsovia, y durante los meses de octubre y noviembre de 1914 estuvo luchando en la denominada batalla de Varsovia. Por su papel en la defensa de la ciudad de Lodz le fue concedida la Pour le Mérite el 27 de noviembre de 1914. Después de las Batallas de los Lagos Mazurianos el noveno ejército de von Mackensen fue transferido al frente de Galitzia, al sector de Dunajec.
1915 sería el año de la consagración militar del general prusiano. En abril y al mando del XIº ejército y del grupo de ejércitos de Kiev (Heeresgruppe Kiew), las fuerzas de Mackensen iniciaron la ofensiva Gorlice-Tarnow contra Rusia bombardeando la posiciones rusas en Tarnow. Su ataque abrió un importante brecha en el frente ruso, lo que provocó que von Mackensen ordenase el avance, pero la dificultad del terreno junto con el repliegue combativo del ejército ruso frenaron mucho el avance. Las tropas de von Mackesen alcanzaron Przemysl a primeros de junio de 1915 y ayudaron a los austríacos a recapturar Lemberg a finales del mismo mes. El 3 de junio recibió las hojas de roble para la condecoración Pour le Mérite. Después de la captura de Lemberg, el 22 de junio de 1915, von Mackensen recibió una misiva del propio Wilhelm II: "para mostrarle mi especial gratitud y mi reconocimiento a usted y a las tropas que tiene bajo su mando, le nombro Generalfeldmarschall (mariscal de campo). Que Dios, rector de todas las batallas nos conduzca por el sendero de la victoria." La campaña de Lemberg también le proporcionaría ser premiado con la mayor condecoración caballeresca prusiana, die Orden vom Schwarzen Adler.
En verano de 1915 avanzó hacia el norte por el rio Bug como parte de la triple ofensiva donde logró capturar las posiciones rusas de Brest-Litovsk el 26 de agosto. Esta victoria significaría el inicio de la retirada general de las tropas del Zar y la caída en desgracia del Gran Duque Nicolai. Sus éxitos en las campañas de 1915 le proporcionaron una excelente reputación como estratega. En septiembre, le fue asignado el mando del grupo de ejércitos austro-húngaros - que contenían 9 divisiones alemanas - que con la ayuda de tropas búlgaras tomarían parte en la campaña para conquistar Serbia. Para este cometido, von Mackensen tuvo la suerte de poder contar con el general-major von Seeckt como jefe de su estado mayor.
En octubre de 1915, el recién formado grupo de ejércitos Mackensen (Heeresgruppe Mackensen), formado por el XIº ejército alemán, el IIIº austro-húngaro y el Iº búlgaro, iniciaron la campaña contra Serbia. Su misión fue prácticamente un paseo, sin embargo "fracasó" al no poder destruir completamente el ejército serbio que pudo retirarse hacia los puertos que tenía la Entente en Albania. Estas tropas serían embarcadas hacia la isla de Corfú, para ser recuperadas y rearmadas por el ejército francés y reenviadas al frente macedónico en 1916.
El nombre de von Mackensen también se asocia con los proyectos de ataque a los campos de entrenamiento que tenían los Aliados en Salonika así como algunas acciones de tipo político para convencer al rey de Grecia de entrar en la guerra por la causa de la Triple alianza.
Cuando en agosto de 1916 Rumanía declaró la guerra al imperio Austro-húngaro, los alemanes temerosos del posible hundimiento de su aliado austríaco, decidieron enviar tropas. Von Mackensen fue destinado a Bulgaria a organizar el que se denominaría como ejército del Danubio compuesto por tropas búlgaras, turcas, alemanas y austríacas. Este ejército - bajo el mando supremo del defenestrado von Falkenhayn - entró en acción el 1 de septiembre. Invadió Dobruja y alcanzó la desembocadura del Danubio donde batió también a los rusos que intentaban frenar su avance. Vadeó el Danubio y cortó la retirada a las tropas rumanas que huían a las montañas. El frente quedó estabilizado en el Danubio en enero de 1917. Ese mismo enero fue condecorado con la Gran Cruz de la cruz de hierro, un gran honor ya que sólo la recibieron cinco militares durante la Gran Guerra. Desde ese mismo mes hasta el final de la guerra, von Mackensen ejerció de gobernador militar de Rumania. Durante ese periodo intentó gestionar los recursos naturales que ofrecía Rumanía para la causa de la Potencias centrales e intentó en vano destruir los restos del ejército rumano que había sido reorganizado después de la ofensiva Kerensky. Rumanía terminó firmando la paz de Bucarest en mayo de 1918.
Al finalizar la guerra, fue capturado por el general francés Franchet d'Esperey y retenido como prisionero de guerra hasta noviembre de 1919.

Continua en: August von Mackensen (1869-1945)(III): el ocaso

viernes, 1 de agosto de 2008

August von Mackensen (1869-1945) (I): el ascenso


Anton Ludwig Friedrich August Mackensen (August von Mackensen) (1849-1945)
Mariscal de campo alemán.

Aunque algunas de las fuentes usadas para esbozar una biografía de von Mackensen afirman que su familia apenas tenía tradición castrense, la verdad es que algunos de sus antepasados por línea paterna formaron parte de la caballería voluntaria por el reino de Hanover durante las guerras por la independencia a principios del siglo XIX. Su padre, después de una larga carrera comercial y laboral consiguió adquirir una propiedad en Geglenfeld, en el distrito prusiano de Schlochau. Bien pronto, la decisión de entrar en el cuerpo de los Leib-Husaren - comunmente conocidos como Húsares de la muerte - inquietó a sus padres tanto por el coste como por el posible rechazo a sus orígenes modestos. Aún así, Mackensen, en octubre de 1869 y con 19 años, se unió al 2º regimiento de los Leib-Husaren, el prestigioso regimiento de élite prusiano que incorporaba como emblema la calavera con las dos tibias cruzadas, die Totenköpfe. Este símbolo apareció por primera vez durante los conflictos bélicos de la guerra de los siete años por la sucesión al trono austríaco y se mantuvo con posterioridad. Dos años después, en 1871, su unidad participó en la guerra Franco-prusiana. Von mackensen sirvió con honores por lo que poco después fue promovido a Leutnant y se le recomendó para la cruz de hierro de segunda clase. Una vez acabada la guerra y desmobilizado, entró en la Halle Universität para -por orden paterna- iniciar sus estudios en agronomía. Sin embargo, y después de numerosas súplicas a sus padres, en 1873 se incorporó definitivamente al ejército con su antigua unidad. En mayo de 1873, Mackensen es nombrado leutnant (segundo teniente) con efectos retroactivos de diciembre de 1870. En 1875, durante unas maniobras el comandante en jefe del Vº ejército prusiano decidió darle la oportunidad de profundizar en sus estudios de la ciencia militar. Von Mackensen decide hacer un estudio en detalle del 2º de húsares durante la guerra Franco-prusiana. Moltke el viejo tras su lectura decidió publicarlo, lo que permitió que su trabajo fuese valorado y apreciado. De esta forma, en 1876 fue ascendido a oberleutnant (primer teniente). Von Mackensen, a pesar de sus modestos orígenes conseguía medrar en el escalafón social. En ello influían sus destacadas dotes y aptitudes para la ciencia militar así como por el matrimonio que contrajo en 1879 con la hija de un alto magistrado prusiano, Dorothée von Horn. Esta mágica combinación, talento y contactos, le proporcionó un excelente trampolín para sus ambiciones. En 1880, y sin tener que estudiar previamente en la prestigiosa Kriegesakademie entra a formar parte del Estado mayor del ejército prusiano. Allí fue asignado a la sección encargada del estudio de los ejércitos rusos y de sus operaciones, así como de la situación militar en los Balcanes y en el Extremo Oriente. En 1884 y con el apoyo de Moltke fue asignado al estado mayor del VIIº ejército en Münster. Su estancia fue corta, se le encomienda el mando del 9º de dragones en Metz. En octubre de 1888 y ya como major fue destinado al estado mayor de la 4ª division en Bromberg. En Bromberg coincidió con un general con valiosos contactos con la corona. Este contacto acabaría siéndole de gran utilidad. Febrero de 1891, von Mackensen recibe el honor de ser nombrado primer ayuda de campo del jefe supremo del estado mayor del ejército alemán, el Conde von Schlieffen. Durante dos años y medio, estuvo codo con codo con el incansable estratega. Von Mackensen estuvo en contacto directo con los esbozos y proyectos que se realizaron para preparar el famoso Plan Schlieffen. Después de su etapa como ayuda de campo de Alfred Graf von Schlieffen, von Mackensen fue premiado. En 1893 y con 45 años se convirtió en comandante en jefe del 1º Husaren-Regiment, su antigua unidad. Un año más tarde, en enero de 1894 fue ascendido a lieutenant-colonel y tres años más tarde es nombrado colonel. A inicios de 1898, el Kaiser lo reclama a su lado como Dienstuender Flüegel Adjutant (ayuda de campo) por lo cual se ve obligado, con pesar, a dejar el mando de su unidad, el 2º regimiento de los Leib-Husaren. Von Mackensen cambió la vida de regimiento en Danztig por la corte palaciega en Berlín. En 1899 el Kaiser Wilhelm II decidió ennoblecerlo. Desde su nuevo cometido tuvo la oportunidad de ser testigo de los cambios que se operaban en la escena internacional. Estos casi tres años al servicio directo del emperador le proporcionaron una gran fidelidad tanto a su persona como a la institución que representaba. Esta devoción tuvo su colofón al asistir von Mackensen a los funerales por Wilhelm II en 1941. En septiembre de 1901 es nombrado comandante en jefe del regimiento que unía al 1º y al 2º de los Leib-Husaren, volvía otra vez a Dantzig. Allí dos años después se le confirió el mando de la 36ª división, y se le nombró General-adjutant del emperador. En enero de 1908 fue nombrado general de caballería y en mayo de ese mismo año fue incluido en la lista de honor del 1º de los Husaren, lo que le permitía llevar de por vida el uniforme de los húsares, así como las distinciones. Al poco se le ordenó hacerse cargo del mando del XVIIº cuerpo de ejército. Como otro gesto de confianza de Wilhelm II hacia von Mackensen, decidió confiarle la educación militar del Kronprinz. El Kronprinz Wilhelm se puso al mando del 1º de los Leib-Husaren en Langfür bajo la estricta mirada de von Mackensen. Cuentan, sin embargo, que el Kronprinz vió esta nueva responsabilidad más como un castigo que como un premio, ya que se rumoreaba que sus andanzas por Berlín no eran del agrado del egregio padre. Al poco, en 1911, el emperador asistiría al nombramiento de su hijo como colonel de los Husaren. Una instantánea captó a los tres personajes ataviados con el uniforme de los húsares: el emperador, el príncipe heredero y von Mackensen.
Von Mackensen lleva seis años y medio al mando del XVIIº cuerpo cuando estalla la Gran Guerra. Su cuerpo, el XVIIº, está compuesto, en esos momentos, de dos divisiones que cuentan con ocho regimientos de infantería, un batallón de Jägers, tres regimientos de húsares, el 4º de los Jäger zu Pferde, dos brigadas de artillería, la artillería pesada del cuerpo de ejército y un destacamento de ingenieros. Este cuerpo formaba parte del VIIIº ejército al mando del general von Pritwitz und Gaffron concentrado en la Prusia oriental.

Continúa en: August von Mackensen (1869-1945) (II): la Gran Guerra

domingo, 22 de junio de 2008

La Batalla de Mons (III)

Viene de: La Batalla de Mons (II)


La lucha continuó por la tarde. Los alemanes decidieron atacar el punto más vulnerable del frente británico, el flanco del Saliente. A las dos de la tarde, baterías alemanas emplazadas en la loma de Haulchin, a unos cuatro kilómetros al este de Mons, entre Binche y Bray comenzaron a castigar a la 3ª brigada. Al poco se advirtió la presencia de tropas de caballería alemana por el sector de Bray a St. Symphorien. Aunque baterías británicas se encargaron de dispersarlas el contrafuego alemán localizó la artillería británica castigándola duramente. La 3ª division británica de Hamilton estaba recibiendo un duro castigo artillero. Haig decidió enviar tropas en ayuda de la 3ª de Hamilton, a la loma 93, para aliviarles la presión. A pesar de los preocupantes informes del flanco este, el mayor peligro estaba en el saliente de Mons.
Ya en retirada, cerca de Frameries, la falta de explosivos evitó que fuesen volados dos de los tres puentes que cruzaban el canal. Los alemanes los cruzaron poniendo en serios apuros a los Scots fusiliers en franca retirada.
En la zona del "saliente del canal", unidades alemanas - en formación abierta - consiguieron cruzar el canal al oeste de Obourg alcanzando la estación de ferrocarril. Esto complicó la situación de los Middlesex y los Royal Irish. La retirada de ambas unidades se hizo imprescindible ya que la artillería situada en las cotas elevadas al norte del canal y las patrullas de hostigamiento desde el sector de Mons les estaban ocasionando muchos problemas y cuantiosas bajas. Sobre las tres de la tarde iniciaron la retirada. Un poco antes, sobre las dos y media, los Royal Fusiliers –según órdenes del general de brigada Shaw- se retiraron de Nimy a Ciply, con apenas un centenar de bajas. Durante esta retirada tuvo lugar la heroica hazaña del teniente Dease y el soldado Godley al resistir el ataque de tropas alemanas con sólo una ametralladora y cubriendo la retirada de sus compañeros. Por este acto recibieron la Victoria Cross. Dease murió y Godley fue hecho prisionero. En su retirada los Lincolnshire colocaron barricadas en las tres vías que conducían a Mons. Los Royal Fusiliers no fueron perseguidos por los alemanes muy de cerca. Cuando los alemanes decidieron dirigirse a Mons fueron rechazados por la resistencia de los Lincolnshire y por la batería 109ª.
La proximidad del enemigo obligó a los británicos a volar los puentes al oeste del saliente. Pero de los tres puentes sólo uno fue volado. Al caer prisionero un oficial del regimiento de ingenieros en el puente de Nimy, las tareas de instalación de las cargas explosivos se hizo con la ayuda de francotiradores. La descoordinación y la proximidad del enemigo provocaron que o bien no se recibiesen las órdenes de retirada o bien se recibiesen órdenes de resistir hasta el último hombre.
El caos imperante en el movimiento de las tropas británicas provocó que una gran mayoría de éstas fuesen rodeadas por las tropas alemanas en el llamado saliente del canal, entre Nimy y a lo largo de la carretera que llevaba a la ciudad. A pesar de los esfuerzos que se realizaron para coordinar una retirada ordenada hacia una línea de defensa planificada, no hubo un movimiento uniforme desde las posiciones del canal, y las unidades del ejército británico comenzaron a mezclarse entre ellas, y lo peor: el mando tuvieron que asumirlo en algunos casos los suboficiales. En este punto, la historia oficial reconoce que el movimiento de repliegue o retirada no fue en absoluto ni ordenado, ni eficaz.
Los alemanes, por su parte, no acabaron de aprovechar la situación de caos en las filas británicas al anochecer. Incluso llegaron órdenes de alto el fuego.
El total de bajas de este primer enfrentamiento entre tropas británicas y alemanas en Mons fue de unas 1.600 en las filas británicas entre muertos, heridos y desaparecidos. Prácticamente la mitad de éstas fueron de dos batallones, unas 400 del 4º de los Middlesex y 300 del 2º de los Royal Irish ambas de la 8ª brigada que estaba en el saliente del canal. Pero lo peor estaba aún por venir. Llegaron noticias alarmantes: se verificó la retirada del Vº ejército francés de Lanzerac, sin que éste advirtiese a French de que le descubría totalmente su flanco izquierdo y dejaba a las tropas británicas en una situación muy comprometida, pues los pasos del Sambre quedaban sin defensa alguna. Finalmente, Joffre advirtió a French de los movimientos de Lanzerac.
Sir John French decidió que la única posibilidad de recuperar la línea y cerrar el vació existente entre las tropas de la BEF y las francesas era una retirada en dirección a Cambrai para reestablecer el contacto con los franceses en su flanco derecho. Cuatro cuerpos de ejército alemanes se aproximaban a marchas forzadas hacia las posiciones británicas.
Mons es un episodio histórico pero como la mayoría prismático por las conclusiones que ofrece. Algunas fuentes, siempre británicas, hablan de 5.000 bajas alemanas. Sin embargo, según la perspectiva del analista o especialista, la batalla de Mons ofrece diferentes versiones. Otras lecturas que ofrece Mons exponen que los alemanes comprobaron el potencial británico y las posibilidades de que éstos pudiesen retrasar y entorpecer su avance hacia territorio francés. Otros opinan que el Ir Ejército alemán no supo aprovechar su clara ventaja frente a un enemigo inferior en número y en potencia artillera.
Sir John French consideró que era preciso escapar para salvar el resto de su ejército. Ordenó retirada hacia la posición de Valenciennes-Maubege, sus órdenes eran que el Ir Cuerpo de Haig cubriese la retirada de IIº de Smith-Dorrien que se atrincheraría en el sector de Dour.
La Batalla de Mons mostró cuan efectivo podía ser un ejército bien entrenado, cuan mortífero podía ser el fuego de fusilería británico contra un ejército superior en número y en piezas de artillería. Pero las fuerzas expedicionarias británicas y su mando se percataron pronto de que sus flancos estaban al aire y que antes de caer en un embolsamiento era preciso retirarse. La retirada continuó hasta el sur del rio Marne en la que sería denominada The Great Retreat o la Retirada de Mons.

Continua: The Great Retreat o la Retirada de Mons

domingo, 15 de junio de 2008

La Batalla de Mons (II)

Viene de: La Batalla de Mons (I)
Al alba del 23 de agosto de 1914, Sir John French reunió en su cuartel general de Sars-la-Bruyère a los generales Haig, Smith-Dorrien y Allenby con el propósito de preparar el enfrentamiento con las tropas alemanas. En primera instancia, les ordenó que enviasen órdenes para reforzar la línea defensiva que iba a lo largo del canal Mons-Condé y que los puentes que lo cruzaban estuviesen listos para ser volados en caso que el enemigo los tomase. Sin embargo, la desinformación imperante en el estado mayor británico provocó que –según algunas fuentes- Sir John French ordenase o sugiriese que las tropas estuviesen prestas para un ataque enemigo y que en todo caso, si se daban las condiciones favorables, se preparasen para avanzar en toda la línea. Pero una vez comprobado el potencial enemigo, de forma unánime se convino que la situación de las tropas británicas no era nada favorable para este último supuesto ya que la línea defensiva formaba un saliente en el que el enemigo podía atacar desde tres frentes.


Otro de los hándicaps a los que tenían que hacer frente las tropas expedicionarias británicas era el terreno, sobretodo la zona donde se hallaba situada la 5a división. Se trataba de una zona de difícil acceso, con pronunciadas laderas que llevaban a las orillas del canal, acequias, pequeños montículos de ruinas y escombros junto con restos industriales.
La mañana del domingo 23 de agosto amaneció con una leve llovizna acompañada de una ténue neblina. Pero al poco, sobre las diez, escampó.
Cerca de Obourg, Nimy y Pommeroeul hubo intercambio de disparos entre la caballería germana y la infantería británica. A pesar de estas escaramuzas, los mandos británicos no tenían ninguna duda: el grueso del ataque alemán se concentraría en el flanco izquierdo de la línea, la que iba paralela al canal. El II Cuerpo de Smith-Dorrien tendría que hacer frente al ataque de seis divisiones de infantería alemanas y una división de caballería.
El avance en filas cerradas y ordenadas de la infantería alemana en el centro del ataque mostró que el Alto mando alemán no conocía tampoco el número de tropas a las que se enfrentaba ya que apenas esperaba oposición. El certero y contínuo fuego de fusilería británico en estos primeros avances causó una gran mortaldad entre las filas alemanas.
Sobre las nueve de la mañana, la artillería alemana situada en las lomas al norte del canal abrió fuego sobre las posiciones del 4º de los Royal Fusiliers y del 4º de los Middlesex. El fuego artillero germano fue el preludio del ataque de la infantería alemana por el flanco derecho de la línea. Unidades del IX Korps marcharon hacia el saliente creado por las líneas británicas, centrándose en la zona que iba de Obourg a Nimy. La primera unidad alemana en arremeter contra las posiciones inglesas en Nimy fue el 84º regimiento. El avance en cerradas líneas de ataque hizo que las bajas alemanas fuesen muy cuantiosas. Igualmente, la efectiva técnica de fusilería británica (unos quince disparos por minuto) hizo creer a los soldados y a los mandos alemanes que el ejército británico contaba con muchas más ametralladoras de las que tenían en realidad A las diez de la mañana, ante el fuerte empuje, una sección de ametralladoras del de los Royal Irish se unió a los Middlesex para frenar a los alemanes.
Los ataques en formación cerrada alemanes dieron paso al intento de avanzar en pequeños grupos bajo la frondosa cobertura de los bosques cercanos a las posiciones británicas. A medida que avanzaba el día, los combates se intensificaron en dureza y se amplió el sector de ataque.
A pesar de la intensidad de los combates, las tropas situadas en el "saliente del canal" recibieron órdenes expresas de mantener las posiciones hasta el límite. Pero sólo las pudieron mantener hasta las 11 h. de la mañana. En este sector del frente, sin la protección del canal y en forma de saliente, los alemanes atacaron con una división entera. Los defensores británicos eran dos batallones. Los alemanes consiguieron ligeros avances pero a un coste muy elevado en vidas.
Un oficial alemán describió así la situación de la BEF: "Están [...] bien atrincherados, ocultos, el enemigo dispara un endiablado y mortífero fuego ... nuestras bajas augmentan, las oleadas cesan hasta que el ataque se para. Con graves pérdidas el ataque se dio por finalizado".
La batalla de Mons fue generosa en actos heroicos: cerca de Nimy, el soldado alemán A. Niemeyer realizó una hazaña al lanzarse al agua bajo intenso fuego enemigo para reabrir el mecanismo de un puente levadizo para que las tropas germanas lo cruzasen. Niemayer pagó con su vida la heroicidad. El frente de ataque se amplia.
Sobre las 11 de la mañana, el IIº Cuerpo británico de Smith-Dorrien entró en acción en Jemappes, a unos tres kilómetros de Mons. Los primeros obuses alemanes cayeron detrás de la posición de los Scots Fusiliers. La línea que formaba el IIº Cuerpo era tan fina que parecía una cadena de pequeños grupos de soldados. En vista de la fragilidad de la línea se ordenó realizar tareas de atrincheramiento en la retaguardia del saliente y detrás del canal, en un segmento que iba de Frameries a Dour.
Los Scots Fusiliers, debido al número y la fuerza del empuje germano, fueron retirados de posiciones de vanguardia con lo que las tropas germanas avanzaron hasta doscientos metros del puente de la esclusa 2. Allí fueron frenados por el intenso fuego británico.
A unos cientos de metros de Jemappes, en la zona del llamado puente de Mariette, el 5º de los Fusiliers de la 9º brigada logró frenar el avance alemán. Desde la parte norte del puente, lograron resistir ... hasta que la artillería alemana les hizo recular y cruzar el puente en dirección sur. Apostados y protegidos lograron evitar que los alemanes cruzasen el puente.
Más al oeste, en el sector de Tertre una densa alambrada de espino, los diques y el fuego cruzado de los West Kents y los Scottish borderers de la 13ª brigada desde las orillas del canal frenaron el avance de los Brandenburger grenadiers de la 5ª división alemana. Finalmente, con la ayuda de la artillería de campo, los alemanes lograron abrirse camino. Los inglese tuvieron que retirarse en este punto.
La defensa del puente de St. Ghislain por fuerzas de los West Kent, las ametralladoras de los King’s Own Yorkshire Light Infantry (KOYLI’s) y media compañía de los King’s Own Scottish Borderers fue tenaz. El grueso del ataque se trasladó unos cientos metros más al oeste, en el puente de Les Herbieres, pero el 52º también con gran pericia logró frenarlos.
Los alemanes, desde las once de la mañana hasta poco antes de las dos de la tarde habían intentado romper la línea al este de Mons sin mucho éxito y con grandes bajas. La lucha continuó por la tarde.

Continua en: La Batalla de Mons (III)

lunes, 9 de junio de 2008

La Batalla de Mons (I)

La batalla de Mons fue el primer choque armado de la Primera Guerra Mundial entre las Fuerzas Expedicionarias Británicas (BEF) y el Ejército imperial alemán. Mons forma parte juntamente con Charleroi, el Sambre e incluso la posterior batalla de Le Cateau de los enfrentamientos bélicos que han recibido el nombre de las Batallas de Fronteras en los prolegómenos de la Gran Guerra.
La batalla de Mons no fue un hecho aislado, sino que marcó el inicio de lo que lo se denominó – ya en su momento – como The Great Retreat (La Gran Retirada). Algunos especialistas o analistas prefieren denominar o hablar de este movimiento como de estabilización del frente, aún así sin eufemismos y con la realidad de los hechos, el ejército británico comenzó un repliegue prolongado en toda la línea para hacer frente al ejército alemán, alinearse junto al Vº ejército francés en retirada y evitar sobretodo el ser rodeados por el ejército alemán y aniquilados. Mons marcó el punto de arranque de un repliegue que no finalizaría hasta después de más de una semana de una durísima y accidentada retirada en la que volverían a tener lugar enfrentamientos armados de mayor importancia que el de Mons, como fue la batalla de Le Cateau.
La importancia de Mons en términos militares, estratégicos y tácticos es ciertamente escasa. Sin embargo, dependiendo de la óptica o escuela a la que se pertenezca siempre habrá quien quiera verla o bien como una defensa honrosa y heroica, un éxito táctico de las tropas británicas o bien como un paseo militar alemán. No cabe duda, que no fue ni una cosa ni la otra.
Si bien el Ir Ejército alemán de von Kluck tenía en su mano el haber aplastado a las fuerzas británicas - la desproporción entre ambas era importante en cuanto a número de efectivos y potencia artillera - sí que es destacable que las tropas británicas al mando de Sir John French lograron por un breve intervalo de tiempo resistir al hasta ahora imparable avance alemán.
Dos factores, incluso tres, concurrieron para que esto fuese posible. Por un lado, las tropas británicas formaban un experimentado y profesional ejército que se caracterizaba por su movilidad y versatilidad en combate, así como por un potente fuego de fusilería. Otro factor que explica la enconada defensa fue la naturaleza del campo de batalla. Ésta, se libró en el marco de un canal y los accesos (puentes) para cruzarlo, amén de un posible rodeo. De esta forma, la dura y persistente resistencia de la infantería británica entorno a los puentes fue la que más demoró y frenó el avance alemán. Un factor clave y determinante, como sorpresivo, fue el alto el fuego que ordenó el Alto mando alemán después de constatar la retirada de las fuerzas británicas. En este punto, los especialistas sí que han logrado una unanimidad al afirmar que de no haber cesado el fuego el resultado con seguridad hubiese sido otro. Pero esto último queda para el desarollo de las tesis ucrónicas sobre la Primera Guerra Mundial.

Para observar con más mayor perspectiva lo sucedido en Mons el dia 23 de agosto de 1914 es necesario estudiar con mayor detenimiento los hechos:

El ejército alemán entró en Luxemburgo el 2 de agosto de 1914, penetrando en Bélgica, cerca de Lieja, al día siguiente. El gobierno británico declaró la guerra a Alemania el día 4 de agosto de 1914.
Diez días después, el 14 de agosto de 1914 las fuerzas expedicionarias británicas formadas por dos cuerpos de ejércitos (el Iº comprendía las divisiones 1a y 2a y el IIº la 3º y 5º división), una división de caballería, la 5ª brigada de caballería y la 19ª brigada de infantería desembarcaron en territorio francés con el objeto de reunirse con el Vº ejército francés al mando del general Lanzerac, cerca de Charleroi en el Sambre, para hacer frente al ejército alemán. Sin embargo, antes de que ambos ejércitos estableciesen contacto, la caballería británica advirtió la presencia de tropas alemanas en Soignies el dia 22. Éstas informaciones fueron corroboradas por el servicio de observación aéreo que confirmó el movimiento de un importante contingente de tropas alemanas. Se trataba del Ir Ejército alemán bajo el mando del general von Kluck que se desplazaba hacia el sector de Mons empujando a su vez los restos del ejército belga derrotado. El ejército alemán de desplazaba en masa hacia el oeste, siguiendo el movimiento envolvente que figuraba en el Plan Schlieffen, por el cual el ala derecha del ejército imperial alemán debía rodear la capital francesa por el sur para luego cerrar la bolsa encaminándose hacia el este. Con objeto de realizar esta compleja maniobra, el ala derecha alemana fue reforzada de forma sobresaliente. Aunque los especialistas planteen sus dudas sobre las posibilidades reales de que esta maniobra envolvente triunfase.

El Alto mando británico, según algunas fuentes, obvió las advertencias de los servicios de la inteligencia militar en que le advertían del peligro de encarar al ejército alemán con las tropas disponibles. Así, el mismo día 22 la BEF se situó en el extremo izquierdo de la línea aliada, cerca de la localidad de Mons. Mons era el epicentro de una zona dedicada primordialmente a la mineria y a la industria pesada. El paisaje lo formaba un terreno coronado por pequeñas colinas y cruzado por numerosos canales, vías férreas y carreteras.


French ordenó a sus cinco divisiones que estableciesen posiciones defensivas a lo largo de unos treinta kilómetros del canal Mons-Condé, justo en el flanco izquierdo del Vº ejército francés. El IIº Cuerpo de Smith-Dorrien con aproximadamente 36.000 efectivos recibió la difícil misión de defender una posición de más de treinta kilómetros de largo, entre el puente en Le Petit Crépin (este) y el puente en Obourg (oeste). A la derecha de Smith-Dorrien, mirando hacia el este estaba situado el Ir Cuerpo de Haig en una posición muy dificilmente defendible debido a su forma de cuña. Aún así, French contaba con poder resistir el empuje alemán con la fuerzas francesas en su flanco este. Pero, el aliado francés pronto inició una retirada estratégica lo que dejaba a French y su BEF sin cobertura por su flanco derecho, y lo peor superado en gran número por el ejército alemán en caso de enfrentamiento: unas 70.000 tropas británicas contra 160.000 alemanas, y 300 piezas de artillería contra 600 alemanas.

Continua en: La Batalla de Mons (II)