El Impuesto Sobre la Renta es una contribución del sistema tributario mexicano que graba la obtención de ingresos de las personas físicas y morales residentes en territorio nacional, o cuya fuente de riqueza provenga del país, esto implica que su objeto principal sea grabar la generación de riqueza teniendo como base el monto de las utilidades o de los ingresos, según sea el caso y dependiendo del contribuyente, sin embargo, ¿Qué tan cierto es que el ISR verdaderamente sea un impuesto que se enmarque bajo el principio constitucional de proporcionalidad?
Pensemos en la proporcionalidad, no hay forma de que un impuesto sea proporcional si una persona física cuyos ingresos superen los $ 500,000.00 pesos pague un ISR a la tasa del 35%, mientras que una gran corporación con ingresos en miles de millones aplique una tasa nominal del 30%, recalcando el término nominal, ya que a partir de estrategias para eficientar el pago de impuestos, las tasas reales suelen ser simbólicas respecto de lo que efectivamente deberían pagar.
Desde esa perspectiva, no hay proporcionalidad en ello, entendiéndose ésta desde la perspectiva de que aquel cuyos ingresos sean mayores debería pagar más impuestos, pero incluso, el tema puede ir mucho más allá, el diseño actual del impuesto sobre la renta no promueve la inversión, la creación de empresas y tampoco fomenta la cultura emprendedora, ya que no brinda estímulos para la creación de nuevos negocios.
En ese sentido, si bien es cierto, que el régimen de incorporación fiscal genera algunos incentivos para la formalidad, éstos son menores y de eficacia aún en duda, además de limitarse a la creación de micronegocios para personas físicas. El punto no debería ser solo ese, por el contrario, el enfoque debería contemplar a ese segmento de la economía y al mismo tiempo generar mejores condiciones para el resto de sectores.
Siendo así, respondamos entonces la pregunta central del presente ensayo ¿Cómo podemos transformar al ISR en un impuesto más justo? La propuesta de éste servidor se centra en tres ejes, que a continuación describo:
- Establecer una tarifa progresiva general, tanto para personas físicas con actividades empresariales como personas morales, que vaya en función del nivel de ingresos, como la que hoy aplica para personas físicas, manteniendo adicionalmente el Régimen de Incorporación Fiscal exclusivo para contribuyentes con el menor nivel de ingresos, para de esta forma no caer en el error de tratar igual a los desiguales, pensando en la capacidad contributiva de cada uno.
- Generar un esquema de reducciones o descuentos a la tarifa general en función de la cantidad de personal empleado, es decir, fomentar la creación de empleos desde la premisa de que entre más empleados tenga la empresa, menor será la tasa de ISR a pagar, cuyo descuento podría iniciar en un 1% y hasta 5% de reducción a partir del número de empleados formales.
- Diseñar un estímulo a la cultura emprendedora, en el cual, las empresas de nueva creación, personas físicas y morales tengan un descuento de al menos el 50% del ISR determinado en los dos primeros ejercicios, y gradualmente ir aumentando hasta llegar a pagar el 100% a partir del sexto ejercicio.
Sin embargo, para que una transformación radical del impuesto sobre la renta sea efectiva y pueda dinamizar la economía nacional, tendría, necesariamente, que venir acompañada de una modernización de los impuestos al consumo y de las contribuciones de seguridad social.