Los sangrientos combates por Notre-Dame de Lorette en 1915 fueron de los más duros del frente occidental. Circunscrita en la Segunda Batalla del Artois, la reconquista de la posición de la antigua ermita buscaba romper la línea alemana en el eje Loos-Givenchy-Thélus donde el objetivo final era la cresta de Vimy (Vimy ridge). Su peculiar morfología y altura la convertían en un lugar de observación privilegiado, tanto para la artillería como para el control de efectivos enemigos. Como la Butte de Vauquois - aunque sin minas- Notre-Dame de Lorette cambió de manos en numerosas ocasiones en solo catorce días de brutales combates. El resultado fueron miles de muertes por una simple colina y la posterior mitificación como carnicería inútil.
Patrón equivocado
A pesar de la concienzuda preparación francesa y de la colaboración británica (Festubert y Aubers), Notre-Dame de Lorette y Vimy repitieron la lógica macabra de los desastres del verano del 14 y de la Champagne de principios de 1915. Las correcciones y modificaciones tácticas no fueron suficientes: la offensive à outrance volvió a fallar sin apoyo eficiente y continuado de la artillería durante el ataque. El Pétain de la 'artillería conquista y la infantería ocupa' aún tenía que pulir su método. Nombrado por Foch jefe del 33º Cuerpo de ejército, dispuso de una preparación artillera fuera de lo común y de reservas suficientes en caso de rotura del frente. Pero cometió algunos errores. El primero iniciar el bombardeo dos días antes del ataque (serían cinco) malbaratando la carta de la sorpresa. El segundo situar las tropas de reserva a más de 8 kilómetros de distancia del frente. Las equivocaciones del pasado se enquistaban. De hecho, Loos y todas las ofensivas aliadas hasta mediados de 1917 (Passchendaele incluída) tuvieron un patrón desgraciadamente común:
1º Apoyo artillero deficiente e intermitente a lo largo de la operación.
2º Reservas mal dispuestas o rezagadas.
3º Graves deficiencias en las comunicaciones.
4º Nula coordinación e improvisación de los mandos intermedios y
5º Visión nula u obtusa de los mandos superiores junto a un desprecio absoluto por sus tropas. Con estos factores el resultado sería el mismo en todos los casos: masacre de miles y miles de soldados a cambio de decenas o cientos de metros. Notre-Dame de Lorette sería el summum.
La mejor defensa es un terreno inconquistable
La vieja ermita, lugar de peregrinación y devoción antes de la guerra, se encontraba al final de una cresta que va de oeste a este, mas o menos de Bois (Bosque) Bouvigny hasta los aledaños de Souchez. Desde Lorette, en la parte oriental de la cresta (170 metros sobre el nivel del mar) y a unos 15 km de Arras, se divisaba la práctica totalidad del sector del Artois y, por supuesto, la cresta de Vimy. Lorette suponía el punto de apoyo al oeste en la línia de ataque y su toma significaba una baza importante en el éxito de la operación. Su conquista, sin embargo, sería durísima, no solo por la escarpada orografía sino por la fuerzas alemanas que la defendían desde octubre de 1914. La zona septentrional de la cresta no presentaba una orografía complicada pero la vertiente meridional - formada por media docena de escarpadas laderas junto a estrechos y abruptos barrancos - ofrecían una defensa natural dificilmente franqueable y un ataque poco halagüeño desde el punto d'Ablain Saint-Nazaire (aún en manos alemanas).
Desde finales de 1914 el 21º Cuerpo de Ejército francés del General Maistre conocía muy bien la posición. En enero de 1915 habían puesto los pies en la parte más occidental del promontorio (Éperon de Mathis). En marzo y abril cayeron el Grand Éperon y l'Éperon des arabes. La posición de Lorette, sin embargo, permanecía a casi 1 kilómetro de las posiciones de vanguardia francesas. Las débiles defensas de la vertiente norte decidieron a los mandos alemanes por formidable sistema defensivo en el sector nordeste de la cresta. Cinco líneas de trincheras protegidas de sacos terreros, nidos de ametralladora en pequeños blockaus (blocaos) situados en los flancos, un nutrido campo de alambradas junto a barreras móviles y caballos de frisia protegían la posición de Notre-Dame desde el norte y el este, más o menos desde l'Èperon (espolón) des arabes. En puntos determinados y entre líneas se construyeron pequeñas fortificaciones anticipando los futuros blockhaus que en algunos casos contaban con fosos y muros de más de 6 metros de profundidad, como el del Fortin de la Chapelle. Junto a las formidables defensas, gran parte de las tropas que defendían la posición pertenecían a un regimiento de élite badenburgués apoyado por una importante concentración artillera en las posiciones de Angres y Liévin. De esta forma, cualquier ataque francés que cruzase la pequeña meseta de Lorette estaría sometido a una impresionante lluvia de fuego. Los mandos franceses sabían de lo imposible del ataque, pero confiaban en tomar Ablain Saint-Nazaire que favorecería el avance cubriendo uno de los flancos.
Mayo 1915
El bombardeo artillero francés se inició el 4 de mayo. Pero el mal tiempo obligó a posponer el ataque de la infantería hasta el 9. El efecto sorpresa se fue con la lluvia. La magnitud del bombardeo y los fuertes aguaceros dejaron un terreno impracticable pero los planes de ataque no se modificaron. En el sector más occidental del ataque, tres regimientos de infantería y tres batallones de cazadores al mando del general Maistre saltaron de las trincheras a las diez de la mañana del 9 de mayo. Su objetivo era desalojar a los alemanes del fortín de la Chapelle en su camino hacia los restos de la ermita para ocupar posteriormente toda la cresta de Lorette hasta su punto más oriental, con vistas a Souchez y con Ablain Saint-Nazaire en su flanco meridional. El objetivo, Lorette aparte, era proporcionar fuego de flanco en apoyo al avance perpendicular hacia la cresta de Vimy. El avance fue durísimo. Las condiciones del terreno junto a un mortífero fuego de ametralladora alemán hicieron mella en la ofensiva. Tres horas después y tras cruzar varias líneas de trinchera abandonadas, el grueso de las tropas estaba a unos doscientos metros del fortin de la Chapelle. Hubo reagrupamiento y al poco se inició el ataque en semicírculo. Las ametralladores del fortin barrieron cualquier avance. Las bajas fueron terribles. Pura carnicería. La artillera desde Souchez y Liévin remataron la faena. El mando francés decidió suspender los ataques pero ordenó un claro 'ni un paso atrás'. Llegó la noche y los restos de las compañías dispersas, algunas lideradas por sargentos o caporales, se refugiaron en los cráteres de obús y se parapetaron bajo los cuerpos de soldados alemanes. Llegaron refuerzos alemanes y los temidos contraataques. Se llegó al cuerpo a cuerpo y a la bayoneta. Los franceses lograron rechazarlos. El día 10 la situación de las tropas francesas era muy delicada. Sin apoyo de retaguardia y con un fuego artillero de flanco pocas eran las opciones. Avanzar o avanzar. Los compañeros de la 70ª división tampoco pudieron tomar Ablain Saint-Nazaire. Al acoso artillero se sumaron el calor, la sed y el hedor de los muertos en descomposición que los obuses habían desenterrado. Un horror.
Durante dos días la situación se mantuvo estable. Del 10 al 12 de mayo los supervivientes aguantaron como pudieron los contraataques alemanes, que mantenían abiertas las vías de Souchez y Ablain Saint-Nazaire. El 12 a la noche el contingente superviviente de los chasseurs (cazadores) tomó la iniciativa. Un pequeño grupo reptó hasta la base del fortín y cubrió - parcialmente - las troneras de las ametralladoras con sacos terreros. Lo consiguieron a medias, muchos cayeron, pero ralentizaron el tiro y el resto de la infantería cruzó algunos parapetos en dirección al fortín. Una vez rodeado se luchó cuerpo cuerpo hasta acabar con la resistencia alemana. El grueso de las tropas se dirigió hacia el resto de la cresta pero no de toda la meseta. El punto más oriental estaba todavía en manos alemanas. Concretamente los espolones de Souchez y el de Voie Blanche (vía blanca).
A pesar del pésimo estado del terreno, los franceses avanzaron los días siguientes hasta tomar el espolón Souchez. La Voie Blanche, sin embargo, se mantenía inexpugnable. El fuego de ametralladora era mortífero. Hasta el 22 de mayo, la línea francesa en la cresta de Lorette tuvo forma de semicírculo. Ablain Saint-Nazaire, la punta más oriental de Lorette y la zona de Angres-Liévin permanecían en manos alemanas. El mando francés dispuesto a cerrar el capítulo Lorette puso todas sus energías en la conquista de los reductos. Los alemanes no se lo pusieron fácil. Después de más de trece horas de combates con sendos contraataques toda la meseta de Lorette cayó de lado francés. Solo resistía la vertiente oriental hacia Souchez, pero las alturas ya eran francesas. Los defensores alemanes perdieron en un solo día tres mil hombres. De los franceses se desconoce el número pero se calculan muchos más. Comenzó el mito Notre-Dame de Lorette. En el emplazamiento de la antigua ermita se erigió la necrópolis más grande de todas las dedicadas a los caídos de la Gran Guerra con un camposanto para 23.000 caidos.
Fuentes:
Conquête du massif de Lorette. Notre épopée, 1914-1915. Paris, Société Française d'Imprimerie et de Librairie,1916, p. 268 ss.
Laure, Auguste. Lorette, une bataille de douze mois, octobre 1914-octobre 1915. Paris : Perrin et cie., 1916.
http://chtimiste.com/batailles1418/1915artois1.htm http://www.nordmag.fr/patrimoine/histoire_regionale/premiere_guerre/lorette.htm http://centenaire.org/sites/default/files/references-files/guide_circuit_npdc.pdf