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martes, 15 de enero de 2013

“Elfo”, la nueva raza de gatos parecida a Dobby de la saga Harry Potter

En Estados Unidos, Karen Nelson ha creado una nueva raza de gatos parecida al elfo doméstico de la saga de libros y películas de Harry Potter. Se trata de los “gatos elfos”, y son una cruza entre la raza American Curl, conocidos por sus orejas curvas, y los gatos sin pelaje esfinge. Un ejemplar de la nueva especie cuesta alrededor de US$ 2.000 cada uno.

La mujer señala que los gatos elfos tienen las características de ambos animales, pues son sociables, afectuosos y activos. Según señaló al sitio Daily Mail, pensó en crear esta raza pues es alérgica a los gatos con pelaje. “El Elfo está lleno de energía, es dócil y extrovertido”, señaló.

El programa de los “Gatos Elfos” comenzó el 2007 y ahora se pueden encontrar en siete criaderos de Estados Unidos. Según Karen, los gatos tienen que ser bañados regularmente y mantenerse alejados del Sol si está muy fuerte.


Fuente consultada: www.latercera.com

martes, 30 de octubre de 2012

Las misteriosas muertes de Sepp Innerkofler


Alpinista fuera de serie y experto escalador fueron algunos de los elogios que recibió Joseph (Sepp) Innerkofler cuando en julio de 1915 se conoció su muerte en los círculos alpinistas internacionales. Con un innegable pedigrí montañista y originario de Sexten (Sesto), dedicó todo su vida a la montaña. Su conocimiento de los rincones, grutas, vías de ascensión y senderos de alta montaña hicieron que su fama como experto guía saltase allende los Dolomitas del Tirol meridional, como ya lo había hecho la de su tío Michael, conocido como el 'rey de los Dolomitas'. Sepp siguió sus pasos. Abrió ferratas en los glaciares y paredes más escarpadas, y ayudó a construir algunos de los refugios más importantes en los Dolomitas orientales que todavía existen. 
En mayo de 1915, la entrada de Italia en la guerra y su pasión por la montaña lo llevaron a alistarse voluntario en las Standschützenkompanie, unidades especializadas en tareas de exploración y defensa del territorio dolomítico. Formadas por un reducido número de alpinistas de élite, su papel fue in crescendo a medida que el conflicto en la montaña se iba recrudeciendo y que el Alto mando austrohúngaro desplazaba a las Landesschutzen (tropas de territoriales) para cubrir las enormes bajas sufridas en Galitzia. 
En la mayoría de los Dolomitas las fronteras entre Austria y el Reino de Italia eran muy permeables, hasta el punto que la ocupación de una cima podía realizarse con un reducido grupo de montañistas sin apenas armas. De esta forma, en mayo de 1915, las tropas de ambos ejércitos se apresuraron a ocupar de forma más o menos permanente la mayoría de cimas y pasos que permitían un fácil acceso a los valles enemigos. Las Standschützen compartían sector con los Kaiserjäger (Cazadores imperiales) y las Alpenkorps alemanas - a pesar de no estar en guerra con Italia - pero realizaban las misiones más arriesgadas de patrulla por el conocimiento que tenían sus miembros. Fue por ello, pero sobretodo por su autoridad, que Innerkofler no tardó en ser ascendido a Zugführer o jefe de cordada. Su prestigio y arrojo eran de sobras conocidos. En las 17 patrullas que comandó desde el 21 de mayo hasta julio de 1915 la perícia demostrada como alpinista y el riesgo que tuvieron algunas de las acciones -muchas nocturnas- cimentarían su leyenda. Pasada la guerra, sus compañeros recordaban que Innerkofler, a pesar de sus cincuenta años de edad, subía las paredes con la agilidad de un joven de veinte años y que su liderazgo lo demostraba en cada cordada dirigiendo las acciones desde la misma vanguardia como la del fatídico 4 de julio de 1915. 

La noche de autos

Innerkofler sabía de la vital importancia del monte Paterno como puerta al altiplano delle Tre Cime de Lavaredo y como protección del valle del Landro. Por ello convenció a los mandos de que su control era imprescindible. El Paterno, de cima estrecha y de muy difícil acceso, era un excelente observatorio prácticamente inexpugnable. Rodeado de otras formaciones rocosas, la Torre Toblin o las famosísimas Tre Cime de Lavaredo (Drei Zinnen= Tres cimas), la posesión del Paterno era imprescindible para cerrar la entrada de los italianos en ese sector del Tirol austríaco. Como sucedió a lo largo de toda la guerra en el frente dolomítico, las acciones de conquista o de castigo las realizaban compañías muy reducidas y al abrigo de la noche, como fue el caso de los alpini italianos que ocuparon el Paterno el 29 de mayo. Mantener las posiciones elevadas no siempre era viable. Las inclemencias del tiempo, sobretodo en invierno, la naturaleza del terreno o la imposibilidad de proveer a las tropas así como el contínuo hostigamiento del enemigo eran factores en contra. Pero el Paterno era diferente. Recuperarlo sería cuestión de audacia y arrojo. 
La misión era arriesgadísima. La cima era un espacio estríchismo, de unos pocos metros de superfície llana y sin apenas protecciones naturales, donde la única vía para encaramarse a lo más alto y tomar la posición por sorpresa era una pared vertical de unos cientos de metros. Innerkofler conocía la perfectamente ya que la había abierto él mismo en 1896. Esa noche la patrulla de Innerkofler la formaban seis alpinistas de élite. Salieron de un pequeño refugió situado en la base del Drei Zinnen, junto con una compañía de los Standschützen al mando del hermano de Innerkofler, Christl. Esa noche, como siempre, Innerkofler tomó la responsabilidad de ser el primero y enfiló la ascensión. Después de tensos minutos, él y sus compañeros llegaron a la cima. En esta había una pequeña cresta que servía de refugio a los alpini que la ocupaban. Innerkofler se avanzó. Se oyeron unas detonaciones secas y al poco un grito se desvaneció en la noche. Advertidos del peligro y entreviendo lo sucedido, los compañeros de Innerkofler descendieron y volvieron a sus posiciones. Días después se supo la suerte de Innerkofler. Había caído desde la cima y sus restos mortales habían sido recuperados y enterrados por alpini italianos no muy lejos del lugar de la caida. 

La muerte versionada

 El asombro ante la noticia de Innerkofler comenzó a cundir por el valle y al momento surgieron versiones de su muerte. Pocos se podían explicar cómo un experimentado alpinista se había caido al vacío desde unas montañas que conocía perfectamente. Además, las fuentes italianas y austríacas difirieron enormemente desde un principio. La primera versión y la más acceptada -en su momento- fue la de Pietro di Luca, uno de los alpini que estaban esa noche en el Paterno y que presuntamente acabó con la vida de Innerkofler. En el libro del capitán Neri, Ineditti di guerra alpina, 1915-1918, Di Luca relató su versión. Contaba que durante su guardia oyó un ruido, y que al acercarse al lugar y ver una figura humana en un saliente, agarró una gran pedrusco, se lo lanzó a la cabeza y que lo hizo desequilibrar, cayendo el intruso al vacío. Él mismo explicó que al día siguiente se acercaron al lugar donde yacía el cuerpo (unos cincuenta metros abajo) y que lo enterraron 'in situ' con todos los honores. Unos años después, el propio Luca relató con todo lujo de detalles la historia, pero sin excesivos cambios, excepto por detalles sin importancia. 
Los austríacos no podían aceptar que uno de sus mejores alpinistas y un gran héroe de guerra hubiese muerto de una pedrada. Por ello, o quizá por nuevos datos, comenzaron a circular otras versiones, una de ellas surgida de Sepp Innerkofler Jr. El hijo del alpinista sostenía que durante la ascensión al Paterno, la artillería austríaca situada en el sector de Le Tre Cime (Drei Zinnen) di Lavaredo abrió fuego de cobertura y que uno de los proyectiles o alguna esquirla alcanzó a su padre en la cabeza, precipitándolo al vacio. Aún en esta línea del fuego amigo, otra versión del lado austríaco explicaba la muerte del alpinista tirolés por los disparos de un grupo de ametralladoras situadas en la Torre Toblin y que esa noche cubrieron la operación de castigo de Innerkofler. 

Epílogo

El frente dolomítico fue muy cruel. El frío, las enfermedades, las caídas fortuitas o las avalanchas se cobraron más vidas que los fusiles o obuses. No obstante, fue un escenario absolutamente inútil, y su importancia más simbólica que real. El intercambio de posiciones fue en algunos casos ridículo y el nivel de hazañas inversamente proporcional al valor militar de las mismas. La guerra en los Dolomitas sirvió para comprobar el valor individual y la resistencia humana a límites insospechados, así como la estupidez de los Altos mandos. Que Innerkofler muriese por una piedra o por una bala es lo de menos. Lo más irónico -desgraciadamente- es que el pelotón de alpini italianos abandonó al poco el Paterno, mientras que Innerkofler estuvo enterrado ahí hasta 1919.

Fuentes:

- Cenacchi, Giovanni (et al.). Teatri di guerra sulle Dolomiti, 1915-1917. Mondadori, 2006.
- Lichem, Heinz von. La guerra in montagna 1915-1918. Volume 2, il fronte trentino e dolomitico. Bolzano : Athesia, 1997.

lunes, 15 de agosto de 2011

La Kadaververwertungsanstalt, o el arte de hacer pastillas de jabón con cadáveres de soldados alemanes







Jabón y sebo hecho a base de cadáveres de soldados alemanes caídos en el frente. Increíble, pero cierto. Esta 'historia para no dormir' fue una de las mejores 'perlas' que el War Propaganda Bureau (WPB) de Charles Masterman logró inventar y, peor, vender a la prensa británica y mundial.

La espeluznante historia del Kadaververwertungsanstalt (Fábricas para la transformación de cadáveres) apareció publicada en The Times y el Daily Mail a mediados de abril de 1917. Ambos medios, propiedad de Lord Northcliffe, fueron utilizados por el WPB y, especialmente, por el gobierno británico de Lloyd George para castigar todavía más a la ya denostada Alemania, en términos informativos. La tesis de Dilke de los 'cables submarinos británicos como la mejor de las fortificaciones británicas' cobraba sentido. El artículo del The Times 'Germans and their dead' 'solamente' se hacía eco de un breve aparecido en el periódico belga L'Independance belge (publicado en el Reino Unido) que a su vez había recogido la notícia de otro diario belga, La Belgique, editado en Holanda, que había 'transcrito' una noticia del diario alemán Berliner Lokal-Anzeiger que hacía referencia al uso de cadáveres para la fabricación y manufactura de grasas de tipo animal.

La cuestión, y aquí radica parte del 'enigma' es que mientras que el breve del diario alemán contenia apenas cincuenta palabras, el suceso en el medio belga ocupaba más de quinientas. Y lo más importante: que mientras el breve alemán se refería a animales de carga (caballos, mulas u otros), los belgas lo convirtieron en 'carne humana'.

La historia se situaba en la localidad francesa de Evergnicourt donde un testigo informó de la descarga contínua de cadáveres de soldados alemanes que eran trasladados a una fábrica de transformación de grasas animales para su 'procesamiento'. El producto final, corroboraba el testigo, eran pastillas en forma de jabón que posteriormente servirían para la elaboración de explosivos. La crónica, además, cobraba sentido dada la creciente y acuciante escasez de estos materiales por el bloqueo británico contra los imperios centrales.

El 'cuento de terror' ya circulaba sin freno. La prensa internacional, concretamente el New York Times, se hizo eco de la macábra notícia. Era el 20 de abril. Curiosamente, los Estados Unidos de América habían declarado la guerra a Alemania el 6 de abril. Los aliados habían vuelto a ganar la guerra informativa, y el público norteamericano no podía dudar ante semejante atrocidad: cadáveres de soldados convertidos en sebo y glicerina.

El relato de Kadaververwertungsanstalt no se limitó solamente a las grandes cabeceras. Semanarios de actualidad, magacines ilustrados y publicaciones de tipus humorístico hicieron su 'agosto' particular con la historia de los 'soldados convertidos en jabón'. Una de las publicaciones en extraer mayor jugo fue la británica Punch que aprovechaba cualquier suceso de entidad para convertirlo en una tira cómica, siempre con grandes repercusiones mediáticas. Tal y como se ve en la ilustración que abre el post, la mayestática y omnipotente figura del Kaiser Wilhelm II señala el destino final del inocente soldado que se encuentra a su lado, y le indica que vivo o muerto cumplirá su deber con la patria.

El episodio de los cadáveres convertidos en sebo llegó a los círculos políticos, incluso llegó a debatirse su veracidad en la Casa de los comunes británica. Allí, bajo la estricta supervisión del Subsecretario del Foreign Office, Lord Robert Cecil, se declaró que el gobierno británico no tenía ningún argumento, a banda de los publicados en los medios, para dar por cierta semejante historia. Concluía, además, que había recibido una nota del gobierno alemán donde se negaban los hechos.

Aunque la cuestión fue diluyéndose a tenor de los acontecimientos militares sucedidos en 1917, no cabe duda de que la 'historia de los cadáveres alemanes' tuvo una gran repercusión mundial y consiguió los frutos esperados. La idea que subyacía bajo la escabrosa actividad de transformar cuerpos en sebo seguía la constante del WPB que buscaba ante todo, y costase lo que costase, describir y identificar Alemania como un pueblo incivilizado, bárbaro y carente de las normas más básicas de humanidad.

Pasada la guerra, en 1925, la historia volvió a salir a la luz. Aunque con informaciones controvertidas, y luego negadas por él mismo, parece que el que fuera Jefe de la Inteligencia militar británica, el general John Charteris asumió la 'paternidad' del bulo durante unas conferencias realizadas en los Estados Unidos. Durante una de ellas, parece ser que relató cómo manipuló dos imágenes en que en una se observaba como descargaban cadáveres de soldados alemanes, mientras en otras se veía como transportaban caballos muertos para su procesamiento en abonos o fertilizantes.

Charteris evidentemente lo negó todo, sin aclarar nada. El caso volvió otra vez al Parlamento británico y volvió a cerrarse de forma definitiva negando cualquier veracidad al asunto. Cuentan los testigos que oyeron a Charteris, que éste buscaba, ante todo, el apoyo chino contra Alemania, por su veneración por los muertos. Tampoco se sabrá si esto último era cierto.

Lo único contrastable fue que los aliados ganaron otra batalla propagandística y que aumentaron la nòmina de atrocidades que los alemanes jamás cometieron.



Fuentes:



Dilke, Charles. Imperial defence. Westminster : Constable & Co., 1897.

Knightley, Phillip. The First Casualty: The War Correspondent as Hero and Myth-Maker from the Crimea to Kosovo. Johns Hopkins University Press. 2002.

Taylor, Phillip. Munitions of the Mind. A history of propaganda from the ancient world to the present era. Manchester, 1995.

domingo, 28 de marzo de 2010

Morts "pour la France"

Se calcula que aproximadamente un millón de soldados franceses que partieron hacia el frente jamás volvieron a sus hogares. De éstos, sólo 700.000 fueron identificados correctamente, e inhumados de forma correcta en lugares especialmente habilitados para ellos, teniendo en cuenta que el lugar de la muerte del soldado. Si el soldado fallecía en el frente se enterraba en cementerios creados in situ. Por contra, si fallecía en un hospital de campaña, era enterrado en los cementerios situados cerca.
El hecho de que la República francesa ostentase el absoluto control sobre el destino de los muertos franceses no convenció a todos los familiares. Y ya en plena guerra, incluso ya en los primeres meses, algunos de los miles de afligidos familiares pidieron, e incluso suplicaron, a las autoridades militares que les permitiesen enterrar a los suyos en sus lugares de origen. Las autoridades militares, al frente de ellas el general Paul Castelnau - que habían perdido en la guerra a 3 de sus hijos - consideraban que los muertos por la Patria debían descansar junto a sus compañeros de armas, y justo en el lugar que habían defendido hasta su muerte. Los familiares, por su parte, justificaban el retorno de sus muertos como la última petición de éstos, ya que al morir lo más seguro es que éstos hubiesen querido sentirse lo más cerca posible de los suyos y de su tierra.
L'Armée fue inflexible, no dió su brazo a torcer en ningún momento. Fue a partir de una negativa tan taxativa que algunos de estos familiares comenzaron a contratar - a precios de escándalo - la ayuda de profesionales para buscar, exhumar y traer a sus hogares a sus seres más queridos, caídos en combate. Las noticias de extrañas exhumaciones y otros transportes llegó - inevitablemente - a oídos de las autoridades que se prestaron a llevar el asunto a la Asamblea nacional con el objeto de decretar sobre la cuestión. Las negociaciones en la cámara francesa fueron árduas y penosas, la normativa sería la vigente: los muertos serían inhumados allá donde cayesen y no había más que hablar, excepto el hecho de penalizar a los infractores.
Es evidente que este tipo de medidas no evitaron para nada las intenciones de los familiares, sobretodo teniendo en cuenta que lo más que podían perder ya lo habían perdido por una Patria que no respetaba sus voluntades. Así, durante los más de cuatro años de guerra se fueron sucediendo este tipo de incidentes y curiosas desapariciones. No obstante, la lucha legal por el reconocimiento de los derechos de los familiares de caídos no cesó. Desde diferentes asociaciones e instancias se hicieron llegar continuamente a las autoridades peticiones a favor de la repatriación de los soldados hacia sus tierras de origen. La respuesta gubernamental fue la misma.
Este estira-y-afloja llegó hasta bien entrado el año 1920. El tema volvió a surgir, los incidentes de rescate iban in crescendo y las autoridades estaban desbordadas por mantener unos camposantos que parecían más un feria de los horrores. Finalmente, durante la primavera-verano de ese año se aprobó un decreto por el cual los familiares que así lo deseasen podían exhumar el cuerpo de sus caídos y trasladarlo a sus lugares de origen. Todo ello a costa de los presupuestos del Estado. Así, se calcula que de 700.000 soldados identificados y enterrados se exhumaron más de 300.000 que fueron devueltos a sus familiares, un 40% de total de los muertos franceses.

Fuentes:

Winter, Jay. Sites of memory, sites of mourning.

martes, 5 de enero de 2010

Dossier Meteor

Los conflictos humanos y en especial las guerras ofrecen a menudo episodios que resultan curiosos, o si queremos paradójicos.
En este sentido, la Gran Guerra es un filón para encontrar historietas que reflejen las situaciones más estrambóticas. Dentro del gran magma de este catálogo de despropósitos se sitúa la historia y posterior desenlace del buque de guerra alemán Meteor.
El Meteor alemán nació con el nombre de Vienna en 1903. Antes de la guerra, el Vienna era un buque mercante de la companía Leith, Hull & Hamburg Steam Packet que cubría la línea entre Leith y Hamburgo. El Vienna tenía una eslora de 85 metros y desplazaba casi 2000 Tn a una velocidad máxima de 14 nudos. Para su desgracia, el Vienna se encontraba en Hamburgo cuando estalló la guerra. Al poco fue requisado por las autoridades germanas que le añadieron dos cañones, uno de 88 mm y otro de 37 cm y dos tubos lanzatorpedos para su nueva tarea de portaminas-corsario. El Vienna salió nuevamente a la mar con el nombre de Meteor.
Al mando del capitán de corbeta Wolfram von Knorr partió el 29 de mayo de 1915 con la misión de minar una zona cercana al puerto de Archangelsk que era el destino de un fluido tráfico de mercancias y materiales de guerra que los aliados, y especialmente los británicos, estaban enviando a Rusia.
El Meteor, a pesar de algunos apuros -fue avistado aunque confundido con un buque de carga ruso-, cumplió con creces su misión. Se cree que sus minas enviaron a pique a unos tres o cuatro cargueros rusos.
Finalizada la misión de minado y de vuelta a Alemania, el Meteor interceptó y hundió a otros dos cargueros, esta vez uno sueco y el otro noruego.
El Meteor volvió a hacerse a la mar el 6 de agosto de 1915. Esta vez le acompañó el submarino U-17. Destino: fondear campos de minas en el área de Moray Firth, Escocia. El Meteor volvió a triunfar. Se cree que sus minas provocaron el hundimiento del destructor británico HMS Lynx, aunque las mismas fuentes no lo confirmen. En este punto, sí que se tiene la seguridad que los dragadores de minas de la armada británica sufrieron graves desperfectos y 21 bajas al intentar retirar los campos de minas fondeadas por el Meteor.
Otra vez con la misión cumplida, el Meteor puso rumbo a Alemania. El Almirantazgo británico encolerizado por los triunfos germanos en la ciencia minológica, envió una escuadra de cruceros al mando del comodoro Le Mesurier con el fin de dar caza al sortudo mercante.
Éste, durante su retorno, tuvo tiempo aún de echar a pique a otro buque inglés, el también mercante reconvertido en barco de guerra Ramsey.
El Ramsey, con órdenes expresas de inspeccionar todo buque sospechoso, dió el alto al Meteor, disfrazado de vapor ruso. Al instante, el Meteor desplegó la bandera alemana y abrió fuego con sus pobres cañones, lanzando incluso un torpedo. La suerte -esta vez- no estuvo del lado británico: el Ramsey se hundió en poco menos de cinco minutos. Los supervivientes del Ramsey junto con el capitán Raby fueron rescatados por el Meteor y subidos a bordo como prisioneros.
Para seguir con el relato de los hechos prefiero tomar la narracióin mucho más lograda y emocionante de Luis Mille en su Historia naval de la Gran Guerra cuando narra las últimas aventuras del Meteor.
La aventura del Meteor [Vienna] -según Mille- acabó así:

"Las escuadras [británicas] lanzadas en pos del fugitivo iban tejiendo una espesa red en derredor de éste; los alemanes estaban tan lejos de sospechar el peligro, que aún se detuvieron a registrar un velero danés, cargado de madera, que se dirigía a Leith.
En la mañana del 9, un hidroavión alemán pasó sobre los buques del comodoro Tyr whitt, que procedentes de Harwich iban hacia el norte, sin que los cañones antiaéreos fuesen capaces de hacer blanco en él, siguiendo hacia la isla de Borkum. Casi a la misma hora, un zeppelin pasó sobre el Meteor y le advirtió de la presencia de los cruceros enemigos que se interponían entre su situación y el golfo de la Jahde y le aconsejó arrumbase al Norte, en dirección que vino a coincidir con la de Tyrwhitt, a cuarenta millas por delante de sus buques.
Dos zeppelines y tres submarinos fueron enviados en ayuda del portaminas; pero cuando su comandante vió los primeros buques contrarios, decidió hundir el Meteor, y cuando los ingleses fueron estrechando el cerco en derredor de él, sus tripulantes en unión con los del Ramsey, navegaban en un velero sueco. Los ingleses, por su parte, se alejaron temerosos de que el alemán hubiese sembrado minas en aquellos parajes antes de hundir su buque.
También es curioso este encuentro por el problema de derecho internacional que se suscitó a bordo del velero sueco; dentro del alcance de los cañones británicos, ¿quiénes eran los prisioneros a bordo, los alemanes del Meteor o los ingleses del Ramsey? Éstos [británicos] alegaban que quedaban en libertad y no debían seguir a sus enemigos, conforme éstos [alemanes] pretendían. La fórmula consistió en que los supervivientes del Ramsey transbordasen a un pequeño pesquero noruego, llegando von Knorr a prestar unas libras esterlinas al teniente de navió Atkins, quién se las devolvió por el trámite de la Embajada norteamericana, acompañando las gracias."

Los hechos, aún narrados con el peculiar estilo de Mille, sucedieron tal y como los contó.
El final de la aventura del Meteor fue una curiosa paradoja que terminó de la mejor forma posible, sin embargo, los románticos episodios de los corsarios llegarían pronto a su fin dando paso a las estúpidas y horrendas acciones de guerra como el Baralong o como el SS Persian o peor, el hundimiento de buques-hospital con miles de victimas indefensas.

Fuentes:

- Mille, Mateo. Historia naval de la gran guerra 1914-1918. Barcelona : Iberia. Joaquín Gil Editor, [1939].
- "Germany's Meteor" http://www.strikenet-games.com/Meteor.html
- ["Ramsey and Meteor"] http://www.isle-of-man.com/manxnotebook/maritime/iomspco/sr_ch13.htm

miércoles, 22 de julio de 2009

Sanitäthunde: los perros de la Cruz Roja en la Gran Guerra


La Gran Guerra tuvo el dudoso privilegio de convertirse en el truculento escaparate por el que transitaron los peores y más mortíferos inventos que la industria fue capaz de poner al servicio del hombre para eliminar a su semejante de la forma más rápida y productiva posible. La aparición del gas venenoso, la plena expansión de la ametralladora, el lanzallamas, el tanque , etc... son los vástagos de la Primera Guerra Mundial. Pero no sólo empleó la técnica. El hombre, para la hecatombe, reclutó a otras especies para su propia empresa de muerte. Caballos, asnos, palomas y perros fueron utilizados para realizar diferentes tareas y quehaceres, desde el envío aéreo de mensajes hasta el contínuo transporte de artillería y cocinas móviles por todo el frente de batalla. De estas especies, la más polifacética fue la de los perros. Se les usó para enviar mensajes desde los cuarteles generales hasta los puestos de mando en el frente, para vigilar en los puestos de centinelas, para transportar ametralladoras o incluso cañones de pequeño calibre como en el ejército belga, aprovisionar de munición a las posiciones avanzadas, rastrear minas e incluso fueron empleados como fuerza de choque en algunas escaramuzas con el ejército turco. Sin embargo, el trabajo más meritorio lo realizaron en los servicios sanitarios. Los perros destinados a unidades sanitarias tenían como misión principal el rescate y localización de heridos en la temida Tierra de nadie después de los combates. No siempre se cumplían la principales normas de humanidad - cómo iban a cumplirse !!!! - y las treguas para recoger a los caídos fueron desapareciendo a medida que fue avanzando el conflicto. La búsqueda y rescate de los heridos se solía realizar de noche durante los pocos intervalos de tranquilidad que se otorgaban los contendientes. Bajo el amparo de la noche, los perros, ataviados de chalecos con la cruz roja, y acompañados de otros héroes anónimos, los camilleros, se adentraban en el siniestro campo de muerte para localizar a aquellos soldados que daban señales de vida, que agonizaban llamando a sus seres queridos o que lanzaban insultos contra sus propios compañeros por no socorrerles.
El trabajo de los canes era el de localizar en el terreno a los heridos susceptibles de ser transportados a un puesto de socorro. Los perros se adentraban en la abrupta y destrozada Tierra de nadie, cuando localizaban a un supuesto herido (sabían diferenciar los muertos de los vivos) le arrencaban un pedazo del uniforme que identificase la nacionalidad del caído y volvían a la línea con los camilleros. Éstos al observar el pedazo decidían si adentrarse o no para recoger al herido. Los camilleros eran héroes anónimos pero tampoco estaban dispuestos a arriesgarse para nada. A menudo, si los perros no podían identificar al herido por el uniforme, le arrebataban un objeto que informase del bando al que pertenecía, una cantimplora, una gorra, el casco, etc.
Los principales contendientes (Francia, Reino Unido, Bélgica, Alemania) utilizaron perros para realizar tareas sanitarias, pero fue el ejército alemán el que reclutó para sus servicios sanitarios a más de 2.500 perros. Previamente a su incorporación al frente, los perros recibían un adiestramiento especializado, además de enseñarles a no reaccionar de forma negativa ante el contínuo martilleo de la artillería. Por eso y para evitarles un sufrimiento innecesario solían realizar misiones nocturnas aprovechando la calma de los frentes. Su agudizado sentido de la orientación y su impresionante olfato les capacitaban para la búsqueda en terrenos de muy difícil acceso y con poca visibilidad. Algunas fuentes calculan el número de heridos alemanes rescatados por canes en más de 8.000.

Fuentes:
"Dogs of the war that save the wounded: the Sanitätshunde". En Current history, april 1916, p. 138.
Dogs at war http://www.greatwardifferent.com/Great_War/Animals_at_War/Dogs_Text_01.htm

sábado, 2 de mayo de 2009

Tres ó (cuatro) formas de pinchar un globo


La misión de los globos cautivos durante la Primera Guerra Mundial fue básica y exclusivamente la de observación. Éstos se encontraban situados a unas dos o tres millas de la línea de frente lo que les permitía tener una visión global del frente amén de protegerse de los ataques terrestres de los ejércitos enemigos. Sin embargo, ya desde los inicios del conflicto los responsables de los principales servicios de observación se percataron de que estos artefactos y sus sufridas tripulaciones no estaban a salvo de los aviones, en primer lugar de los dedicados a la observación y un poco más adelante de los aviones de caza y combate. De esta forma y aunque una de las principales misiones de las flotillas o escuadrillas aéreas era la de observar el enemigo (movimientos, columnas, depósitos de municiones, etc...) desde su privilegiada posición, enseguida los responsables de los respectivos cuerpos o unidades aéreas entrevieron la posibilidad de cegar a los ejércitos enemigos derribando sus ojos o globos cautivos. La vida del observador ya era de por si complicada en las alturas (bajas temperaturas, accidentes naturales, etc.) a partir de un momento se le añadió la de ser cazados en pleno vuelo. En su defensa apenas contaban con alguna arma de fuego y bengalas. Contra un avión no tenían nada que hacer. Pero aún así, la caza de los globos o balones cautivos en determinados momentos revistió tintos más cómicos que dramáticos, más para el aviador que para el observador, claro. Max Erhardt, observador alemán en ambos frentes, el occidental y el oriental, informó que de 315 globos cautivos derribados durante todo el año 1918 sólo 35 lo fueron por fuego de artillería. El resto fuero pasto de los aviones.
De las metodologías utilizadas para derribar globos, la predominante era mediante el fuego de las ametralladoras de los propios aviones. Pero de forma esporádica y más a causa de accidentes o imprevistos, surgieron otras modalidades menos canónicas aunque igualmente efectivas. Entre estas historias surge con fuerza la del as belga Willi Coppens, renombrado especialista en derribar globos cautivos. En una de sus cacerías, Coppens listo para rematar un globo se vió privado del fuego de las ametralladoras al quedársele encasquilladas. Ni corto ni perezo, Coppens se acercó del tal modo al globo que una de las alas de su avión lo rajó de extremo a extremo, incendiándose al momento, y anotándose claro otra nuevo victoria. Coppens sumó en total 37 derribos antes de que una bala incendiaria lo licenciará en octubre de 1918. Otro piloto, el italiano Gianinno Ancilotto, sin tanta precisión quirúrgica y con menos contemplaciones, el 3 de diciembre de 1917 derribó un globo atravesándolo con su avión !!! Cuentan quiénes fueron testigos que Ancillotto aterrizó luego en su base y todavía llevaba restos del globo en su fuselaje. Aparte de estas iniciativas pioneras, las autoridades militares francesas planificaron la destrucción de globos cautivos alemanes mediante el uso de pequeños cohetes lanzados desde los aviones. Así se revela que durante el 22 de mayo de 1916 en el sector de Verdun se derribaron 5 drachens (globos) alemanes mediante esta revolucionaria estrategia. Anécdotas aparte resulta claro que la vida de los observadores en globos cautivos era más bien efímera si a los números nos remitimos y que su fin podía en determinados momentos depender de tácticas muy poco ortodoxas pero sí efectivas.

Fuentes:
Kennett, Lee. The First air war.

miércoles, 1 de abril de 2009

El curioso caso del caporal Moulia



Vincent Moulia nació en la región de Landes en 1888. Al estallar la Gran Guerra fue mobilizado con el 18º regimiento de infantería. Su hoja de servicios fue impecable hasta mayo de 1917. Herido en dos ocasiones, en mayo de 1916 fue condecorado con la Croix de guerre y ascendido a caporal después de saberse que salvó de una muerte segura a su capitán y que capturó él solo a siete oficiales alemanes. Era un héroe..., hasta ese momento.
A principios de mayo de 1917 y en el marco de las ofensivas del Aisne participó con su unidad, el 18º RI, en la toma de Craonne. Fue una carnicería, más de dos tercios de su regimiento murieron o causaron baja. Su unidad fue relevada y enviada a Villers-sur-Fère. Pero el 27 de mayo recibieron la orden de subir al frente en breve, y estalló la tormenta. El espíritu del vino junto con el hecho de sentirse carne de matadero hicieron el resto y las airadas protestas tomaron cuerpo. A pesar del escándalo y la indignación de lo que consideraron una injusticia subieron al frente y lucharon. Pero los actos del 27 de mayo no iban a quedar impunes, sobretodo a la oleada de motines y rebeliones en l'Armée después de Chemin des dames. El 7 de junio, doce soldados y dos caporales fueron detenidos y llevados ante un Consejo de Guerra. El Consejo de Guerra condenó a cinco de ellos a ser fusilados, Moulia entre ellos. La suerte parecía no estar de su parte ya que fue incluído en el último momento en la funesta lista. Los jueces militares pidieron su perdón, pero no llegó. Según los políticos, Moulia cometió un acto imperdonable en medio de los etílicos efluvios del pinard: "amenazó con tomar el tren hasta Paris e ir a explicarles [a los políticos] la guerra". Moulia debía morir, Cordonnier fue el amnistiado.
A partir de este punto, las fuentes y los testimonios no se ponen de acuerdo en cómo sucedieron algunos de los hechos.
La versión más espectacular y más increíble cuenta que al alba del 12 de junio, en Maizy, se ejecutó a tres de los tres condenados. Moulia era el siguiente. Pero cuando llegó su turno, la explosión de un obús mató a varios miembros del pelotón de ejecución. Aún sin tiempo de reaccionar, cayó otro obús a pocos pasos del primero hiriendo a más militares. A la tercera explosión, Moulia -solo y milagrosamente ileso- se escapó al trote. La Diosa Fortuna estaba con él. Hasta mediados de los setentas las historias sobre las peripecias de Moulia se quedaron ahí: en su huida. La tierra se lo había tragado.
Pero la historia siempre vuelve, y cuando vuelve lo hace con más fuerza. Y ese es el caso del caporal Moulia.
Fuentes más fiables y documentadas confirmaron que Moulia no se escapó al alba del 12 de junio, sino que en la víspera, la artillería alemana bombardeó la prisión y que gracias a la confusión reinante Moulia logró escaparse después de librarse del gendarme Darrivère. Los mismos testimonios detallan que Moulia llegó incluso a París. Y que allí un agente del orden lo detuvo después de comprobar que no llevaba ningún tipo de permiso. Pero el suertudo Moulia volvió a escaparse. Fuera de París, Moulia volvió a su pueblo natal, Naisset, donde se escondió en los bosques de los alrededores hasta mayo de 1918. Pero denunciado a la brigade d'Amou y ante el peligro de ser capturado por las autoridades pasó la frontera española donde permaneció hasta 1936 al poco de comenzar la guerra civil. Volvió a Francia, una vez allí fue rehabilitado después de acogerse a ley de amnistía de 1925. Cuenta la leyenda, que una vez en Francia Moulia se encontró con el ex-gendarme Darrivère y que éste le contó que lo habían sancionado por no haber evitado su fuga en junio de 1917.
A pesar de ser amnistiado, Moulia no vió reconocidos sus derechos como antiguo combatiente. Después de una ardua lucha burocrática obtuvo la consideración de veterano de guerra en 1952, gracias sobretodo a la intervención de las autoridades municipales de Pau.
Pasados cincuenta años de la guerra, Pierre Durand, periodista e historiador lo encontró en su pueblo natal y decidió contar su impresionante historia en forma de libro. El libro vió la luz dos años más tarde. Vincent Moulia murió en 1984.
Gracias también a la labor de Alain Decaux, la historia del caporal Moulia pasó de las catacumbas al tabloide mediático.
Quién fue Moulia? Un héroe, un amotinado? Tan solo un hombre.

Fuentes:
Pierre Durant. Vincent Moulia. Les pelotons du général Pétain. Paris : Ramsay, 1979.
URL=http://www.servicehistorique.sga.defense.gouv.fr/04histoire/articles/gendarmerie/histoire/panel/pa1.htm
https://correu.bnc.cat/exchweb/bin/redir.asp?URL=http://www.cheminsdememoire.gouv.fr/page/affichebiblio.php?idPage=14727%26idBiblio=3131%26idLang=fr

lunes, 30 de marzo de 2009

Viaje al teatro de la guerra: vacaciones en Verdun


Una de las características más emblemáticas y originales de la Gran Guerra fue la difusión que de ella se hizo a la sociedad civil, tanto de las naciones en guerra como de las neutrales. El papel que tuvieron los medios de comunicación en el seguimiento del conflicto fue absolutamente innovador, en lo que a forma y creación de discurso se refiere. La guerra interesaba a todo el mundo, bueno a casi todo, y esa curiosidad fue aprovechada por los medios y sus grupos de presión para crear un estado de opinión acorde a sus intereses. La guerra, sobretodo en las naciones neutrales, fue observada desde una posición de voyeurismo morboso.
La prensa española, a través de sus laboratorios de ideas y corresponsales, no sólo ofreció esa carnaza, sino que sus redacciones lidiaron a diario para ofrecer a sus lectores habituales y a los potenciales esa historieta o curiosidad que los hiciese decantar hacia su pizarra. No fueron sólo los redactores los que hicieron ese papel de acomodador, otros agentes llevaron al público hacia la púrpura platea de la guerra. Otro gran transmisor fue la publicidad. Fueron múltiples las empresas que aprovecharon las vicisitudes de la guerra y sus intereses comerciales para tentar al público con andanzas que cubriesen el cupo de la innata curiosidad humana. Quién dijo que la publicidad tiene sus límites. Desde una óptica actual y ciegamente presentista se corre el riesgo de criticar tales prácticas o técnicas. Pero es que acaso no era más cruel esa guerra industrial que había sorprendido a todos, soldados y civiles, por su inusitada y desconocida crueldad?? La publicidad se puso a su nivel. La publicidad respondía a ese ávido impulso de las nuevas sociedades de masas que ya no entendían ni de pudor ni de respeto. Quiénes de los que leían ávidamente las noticias no imaginaban impresionantes ofensivas y crueles batallas no muy lejos de sus seguros hogares? Quién no había oído hablar de la impresionante y heroica batalla de Verdun? Así que si Verdun querías, Verdun tendrás y eso fue lo que la publicidad ofreció. Nada más y nada menos.
Una de las conclusiones más interesantes del anuncio de la Sociedad Boulu no fue el traspasar los presuntos límites deontológicos de la publicidad, aumentando la innata y morbosa curiosidad humana –que la había-, sino el de mostrarnos esa idea tantas veces recurrente de la guerra breve y pasajera. La Sociedad española Boulu planificó los viajes a Verdun a la espera de que el desenlace de la guerra no se alargase lo suficiente como para perder el interés. Por si acaso, despenalizó las cancelaciones en caso de avisar quince días antes ¡!
La primera vez que vi el anuncio asomó en mi una tierna sonrisa. Se trató de un gesto de complicidad, de lástima ante ese mundo que murió y que no volverá jamás. Cierto que el impacto en un lector actual no es el mismo, ya que conocemos el desenlace de la historia. Pero no deja de ser curioso que el ciudadano de esa época pensase en términos de días o semanas cuando pensaba en la finalización de un conflicto como fue la Gran Guerra. Ese pensamiento de una guerra fugaz reflejaba la idea de una sociedad inocente que calculaba en términos de inmediatez los profundos cambios de la historia. Ese mundo murió, el mundo de ayer, el de los abuelos de Zweig.
Bendita publicidad, santa inocencia.

lunes, 27 de octubre de 2008

Moltke el joven y el espiritismo


"Helmuth Johan von Moltke no fue el típico oficial prusiano. Se trataba de un hombre sumamente cultivado, que llegó a desarrollar un serio y profundo interés por la historia, los estudios orientales y la teología. Sus actividades mostraban un carácter inquieto y abierto ya que podía organizar tanto maniobras militares, como visitar monasterios medievales o hacer demostraciones de fotografía estereoscópica. Sin embargo, Moltke como Conrad von Hötzendorf, poseía un lado oscuro y fatalista.
Su mujer, Eliza, lo imbuyó de una profunda veneración por el espiritismo y lo oculto. Organizó, incluso, sesiones espiritistas con el fin de establecer contacto con personajes de histórica relevancia del más allá. Moltke mostró y experimentó un apasionado interés por todo aquello relacionado con el más allá o la existencia después de la muerte terrenal - lo que le llevó a establecer contacto con Rudolph Steiner y la Teosofía. Moltke se autoconstruyó una filosofía en la que el conocimiento intuitivo y el entendimiento de fenómenos ocultos alimentaban las fuerzas que movían los hilos de la historia mundial. A través de su mujer y Steiner, Moltke llegó al Libro de las revelaciones, que predicaba el segundo advenimiento de Cristo en medio del caos y el terror de proporciones épicas. Contacto que determinaría en cierto manera su actitud durante la Primera Guerra Mundial. La casi total destrucción de los papeles personales de Moltke por su mujer - resultado de la presión asfixiante de los miembros más conservadores del ala prusiana - dejaron un vacio sobre este tema en sus mutiladas memorias. Aún así, las memorias establecen un hilo directo entre las decisiones de julio de 1914 y la posterior guerra, y el estado anímico y mental de Moltke el joven."

Adaptación libre que hace H. Herwig de Helmuth Johan von Moltke, llamado también Moltke, el joven en su obra The First World War: Germany and Austria-Hungary, 1914-18.

Bibliografía complementaria:
- Helmuth von Moltke, Light for the new millennium: Rudolf Steiner's association with Helmuth and Eliza von Moltke: letters, documents and after-death communications. Thomas Meyer (ed.) .1997. ISBN 1-85584051-0

Fotografía cortesía de Wikipedia.

domingo, 8 de junio de 2008

Exposición sobre la Gran Guerra en el parque de atracciones del Tibidabo

En el transcurso de la investigación sobre el artículo de Los Alemanes del Kameroon encontré este curioso anuncio sobre una exposición-muestra que se había instalado en el parque de atracciones del Tibidabo de la ciudad de Barcelona. El recorte está extraído de la publicación "El Diario de Barcelona" del mes de mayo de 1916. La revisión de la publicación meses antes y después muestra que la exposición se dilató en el tiempo.Lo curioso no es haber localizado el anuncio sino que ya en época tan temprana como 1916 algunas instituciones de recreo se dedicasen a mostrar aquellos escenarios y batallas del conflicto que estaba consumiendo el continente europeo en una guerra devastadora. La instalación de este tipo de exposiciones demuestra el interés de un público ávido de notícias que deseaba plasmar en un mapa o en una maqueta todo el imaginario que desprendía la Gran Guerra.

sábado, 31 de mayo de 2008

Los Alemanes del Kameroon (III)

Viene de: Los Alemanes del Kameroon (II)

Transcripción de las noticias aparecidas en El Diario de Barcelona sobre las tropas alemanas procedentes de la Guinea española durante mayo de 1916.

1. Miércoles 3/5/1916

Los alemanes del Cameron

La mayoría de los alemanes procedentes del Camaron, tienen ya señalados los puntos de su residencia en España.
El coronel que mandaba la columna se instalará en Madrid y los restantes alemanes en Barcelona, Zaragoza, Aranjuez, Alcalá de Henares y Teruel.
Sevilla. -- El jueves llegarán en tren especial 800 alemanes de los que estaban en la Guinea española.

2. Jueves 4/5/1916 (edición de la tarde)

Llegada de los alemanes del Camaron

Cadi. -- Ayer llegaron con objeto de recibir a los alemanes del Camaron los agregados militares de la embajada alemana en Madrid y numerosas personalidades de la colonia.
Las autoridades habían adoptado precauciones por temor a incidentes graves.
A las nueve y media de la noche entró el crucero Extremadura, y después el Panay y el Cataluña.
El viaje ha sido felicísimo.
Subieron a bordo las autoridades de marina y sanidad, representantes de la Transatlántica y las autoridades militares, así como el personal de la embajada de Madrid.
Cada uno de los transatlánticos trae a bordo un oficial de la armada española.
En el Panay viene el gobernador alemán del Camaron. Vienen en total 700.
Han repartido los alemanes crecidas cantidades entre los marineros y la dependencia. Han dado mil duros a los tripulantes del Cataluña, 500 pesetas para socorros, y 250, al cocinero.
Al cruzarse ambos transatlánticos para fondear el Cataluña, se saludaron los viajeros con bengalas, silbatos y sirenas.
A las cinco de la madrugada salen en tren especial los alemanes, para sus diversos destinos.

Esperando a los alemanes

Pamplona. -- El alcalde ha publicado un bando excitando al vecindario para que reciba cariñosamente a los alemanes y rogando que no se hagan manifestaciones que puedan herir los sentimientos de nadie.
Las autoridades han visitado los locales de la Ciudadela, donde serán alojados los soldados alemanes.

3. Viernes 5/5/1916 (edición de la tarde)

Los alemanes del Camaron

Sevilla. -- Ha pasado un tren especial con 400 alemanes procedentes del Camaron. Llevaban en las solapas lazos de los colores nacionales de España y Alemania.
A la llegada del tren se les distribuyó una merienda por la Intendencia militar. Los alemanes residentes en Sevilla les obsequiaron con cerveza y frutas, y echaron flores a la vía, cantando el himno nacional alemán. Al arrancar el convoy se desarrollaron escenas de gran entusiasmo.
A las ocho de la noche pasó otro tren con buen número de alemanes y se repitieron las manifestaciones de entusiasmo.
El general Serrano y la oficialidad de la Capitanía general estuvieron las dos veces en la estación, que ofrecía animadísimo aspecto.
Todos los expedicionarios refieren que sufrieron muchas penalidades en el Camaron y se muestran muy agradecidos a los españoles y a la hidalguía de nuestro pueblo.

4. Viernes 5/5/1916 (edición de la noche)

Los alemanes del Camaron

Guadalajara. -- A las tres de la tarde pasaron dos trenes conduciendo alemanes internados. El gobernador, el alcalde y numeroso público acudieron a la estación para saludarles. Los alemanes vitorearon a España y a Alemania.

5. Sábado 6/6/1916 (edición de la mañana)

Los alemanes del Camaron

Al llegar hoy los trenes que conducían a los alemanes a los internados, los andenes de la estación se hallaban atestados de compatriotas de aquellos que forman la colonia alemana en ésta.
Numerosas señoritas germanas les obsequiaron con flores. Otras eran portadoras de bandejas con vasos llenos de cerveza, y no pocos repartían entre sus compatriotas cigarros y algunos comestibles.
Una comisión de damas redactaba telegramas para enviarlos a Alemania dando cuenta de la llegada de los internados.
La mayoría de éstos conservan [sic] los unifomes militares.
Los oficiales repiten que no hayan palabras suficientes para expresar su agradecimiento a España por las atenciones que han recibido de los españoles desde que fueron acogidos en su territorio.
Cuentan los alemanes que la campaña empezó en el Camaron en agosto de 1914, habiendo entonces en la colonia 200 jefes, oficiales y clases del ejército alemán y 3.000 soldados africanos, aumentándose por las necesidades de la guerra con los que en la colonia se dedicaban a la agricultura, industria y comercio.
Cuentan que llegaron a luchar últimamente con 35.000 aliados.
Se fundió toda clase de metales y, terminada la pólvora; se substituyó con nitroglicerina que hizo reventar los cañones de los fusiles.
Entonces se internaron en la Guinea, logrando salvar las ametralladoras y un pequeño cañón.
En Fernando Poo fueron internados unos 1.000 alemanes y unos 8.000 indígenas con sus mujeres e hijos.
Han quedado algunas famílias alemanas en la colonia española.

sábado, 24 de mayo de 2008

Los Alemanes del Kameroon (II)



El día 4 de mayo de 1916 llegaron al puerto de Cádiz un millar de soldados alemanes procedentes de la Guinea española (Guinea ecuatorial). Las tropas, procedentes de la colonia alemania del Camerún, se adentraron en territorio español con el objeto de encontrar asilo en territorio neutral. Después de los permisos pertinentes, las autoridades españolas decidieron conceder asilo en la Península ibérica a la práctica totalidad de efectivos alemanes. A continuación, ofrecemos la transcripción de la notícia que apareció en La Vanguardia sobre este caso el día 6 de mayo de 1916:

Los alemanes del Camerón (La Vanguardia, 06/05/1916)

El anuncio de la llegada a Madrid de la primera expedición de las fuerzas alemanas que se internaron en territorio español, hizo que esta mañana acudiera a la estación del Mediodía gran número de personas de la colonia alemana, aparte de otras muchas españolas. Entre las personalidades que acudieron a recibir a las fuerzas expedicionarias, figuraba el cónsul de Alemania en Madrid, con el personal del consulado; el secretario de la embajada de dicho país, el director del Banco Alemán-Trasatlántico y altos empleados del mismo, el director del Colegio Alemán y otras caracterizadas personalidades de la colonia alemana.
En representación de la autoridades españolas, asistieron el coronel de Estado Mayor, señor Villegas, con varios jefes y oficiales a sus ordenes, encargados de acompañar a los expiedicionarios a sus respectivos puntos de destino; el teniente coronel jefe de transportes, señor Camacho y una comisión de la primera Comandancia de tropas de infantería, de la que formaban parte los capitanes señores Laguna y Lanzarote.
Asimismo concurrió, con carácter particular, el embajador de Austria-Hungría, con algunas personas de su familia.
En el salón grande que da paso al andén, las familias alemanas habían instalado grandes barriles de cerveza y puestos de flores, todo ello adquirido por suscripción entre la colonia alemana.
Los dos trenes especiales que conducían las tropas alemanas, llegaron con dos horas de retraso.
Los expedicionarios, que venían en su mayoría asomados a las ventanillas, saludaban a cuantos les esperaban, agitando sus sombreros y pañuelos.
Serios, respetuosos, un tanto emocionados unos y otros expresando su contento, pero sin proferir gritos.
Ya el tren parado, los expedicionarios se lanzaron al andén, cambiando con los que les aguardaban efusivos abrazos y apretones de mano.
Todo dentro de la mayor corrección y con una frialdad desconcertante. El coronel Villegias fue presentado al jefe de la expedición, comandante Haedicke, a quien expresó sentimientos de afectuosa cordialidad.
El jefe alemán agradeció las frases, y contestó en términos respetuosos.
El capitán de Estado Mayor don Joaquín Olivares, que desde Cádiz venía acompañando á los expedicionarios, dio cuenta del viaje, que se ha efectuado sin que se registrara el más pequeño desagradable incidente.
En el primer tren llegaron 124 pasajeros en coches de primera clase, 209 en segunda y 60 en tercera.
Con el comandante vinieron cinco ó seis oficiales y algunos suboficiales. A los recién llegados se les concedió permiso para extenderse por la estación y sus alrededores, llenando la fonda y los establecimientos que hay cerca de la estación.
A las diez menos cuarto llegó el segundo tren, conduciendo 800 alemanes, mandados por el teniente coronel señor Zimmerman, jefe de las fuerzas militares del Camerón.
Estos expedicionarios fueron recibidos en la misma forma que lo habían sido sus compañeros.
En el tren expreso llegó el gobernador imperial de la colonia alemana del Camerón, Hebarmayer, los consejeros de la embajada y un agregado militar. Todos ellos ee unieron á las demás personalidades que se hallaban en la estación.
Notas interesantes de la llegada de alemanes fue la serie de obsequios de que fueron objeto por parte de sus compatriotas residentes en Madrid. Lindas jóvenes rubias, apenas los expedicionarios ponían pie en el andén les obsequiaban con ramos de flores, que los soldados acogían con manifiesto agrado.
Otras señoritas circulaban llevando grandes bandejas con recipientes de cerveza, otras
repartían cigarrillos y otras bocadillos. También las había que provistas de cuadernos iban redactando los telegramas que los recién llegadas deseaban dirigir á sus familias.
El aspecto de las fuerzas alemanas era pintoresco; la mayoría conservaba su uniforme militar, confeccionado con ropa ligera, ipropiada al clima del Cameron; varios, sin embargo, vestían de paisano, destacándose entre éstos cinco ó seis negros que forman parte de la fuerza.
Los jefes usan «salacof», parecido al que llevan nuestras fuerzas de África; los oficiales la gorra de reglamento del ejército alemán y los soldados amplios chambergos con alas recogidas.
Sabido es que además de los jefes alemanes ya citados forman parte de la expedición el secretario del gobernador imperial herr Clzaussen, el médico Fiecher, el secretario del gobierno, el banquero Bubeck, oficiales, suboficiales, sargentos, comerciantes y el capitán Martenus, héroe del Cameron, que está condecorado con la cruz de Hierro. Los recién llegados parecen, por sus semblantes, sanos y fuertes; las mil privaciones que han pasado no han hecho mella en las recias naturalezas
que han resistido las inclemencias de una campaña siempre desventajosa. Solo dos jóvenes vimos con aspecto enfermizo, uno especialmente, que iba sostenido por dos compañeros, y en cuyo rostro se revelan los estragos de la tuberculosis. Antiguos heridos y lesionados, si, vienen muchos.
En las caras y en las manos ostentan con orgullo "sus cicatrices ó se apoyan para andar en muletas
por haber perdido alguna pierna. Todos ellos mostrábanse hoy satisfechos y comunicativos.
Desde luego llamó la atención un joven oficial que en la frente ostentaba tal hendidura
que parece mentira que haya podido seguir viviendo. Los alemanes, dijo, tenemos la cabeza
muy dura; no fue nada, y además ya se ha curado. Simpático y amable, el oficial que ostenta el grado de capitán, se dispuso á comunicar sus impresiones. No tendremos nunca palabras suficientes, comenzó, para, agradecer á España todus las atenciones que ha terido con nosotros desde que nos acogimos á su territorio. ¿Puede usted decir algo de los últimos combates en aquellas colonias africanas?
Con. mucho gusto. La guarnición en el Camerón alemán era bastante reducida en lo que se refiere a tropas europeas. La mayor parte de los soldados y de los habitanites eran indígenas. Estos, tanto los soldados como los paisanos, todos los subditos alemanes, quedaron en Santa Isabel, en la misma situación respecto á las autoridades españolas, que nosotros lo estamos aquí. Son, como es sabido,
todos negros, con sus mujeres y sus hijos. Con ellos quedarron 80 oficiales y suboficiales
alemanes para responder de su conducta y cuidar de ellos.
Todos buscamos refugio en tierra española cuando ya no teníamos más remedio. Habíamos sufrido todo género de penalidades y privaciones. Desde poco después del comienzo di la guerra sostuvimos frecuentes ataques con las fuerzas franco-inglesas que nos cercaban, hasta que se nos acabaron los víveres y municiones. Entonces recurrimos á un supremo recurso: á alimentarnos con hierbas del campo y fabricar nosotros mismos las municiones con los recursos que buenamente podiamos procurarnos.
En enero de 1915 conseguimos ya hacer cartuchos para los fusiles de modelos antiguos, fabricando pólvora con productos que extraíamos de hierbas del campo.
En julio y agosto del mismo año logramos hacer proyectiles para el armamento moderno. Las nuevas municiones se acababan también, y entonces decidimos dar un ataque á las fuerzas aliadas, haciéndoles muchas bajas. De europeos perdieron 110 hombres y más de negros.
—¿Y ustedes?
—Nosotros también tuvimos importantes perdidas. En el campo quedó el 40 por 100 de los
oficiales y otro tanto de soldados. Nuestros esfuerzos fueron, sin embargo, estériles. Las fuerzas aliadas estrecharon su cerco y los buques desde la costa intentaban cortarnos la retirada. Comprendimos que íbamos á caer prisioneros, y entonces retrocedimos al territorio español, donde diepusimos nuestras armas. Desde entonces sólo atenciones hemos recibido.
Se le preguntó por la causa de su herida, y contó que le fue producida por la explosión de una granada. El se hallaba detrás de un árbol, y éste arrancado de cuajo por la explosión, causó la brecha en la frente al capitán, que cayó sin sentido.
Con otros oficiales hablamos que nos confirmaron los medios ya relatados por la prensa, de que se valían en el Camerón para mantener las comunicaciones entre unos y otros. Improvisaban redes telefónicas con hilos sacados de telas mnetálicas; los árboles les servían de postes y utilizaban como aisladores trozos de botellas y para pilas monedas de diversos metales.
Al venir á España, tanto en Santa Isabel como en aguas de Canarias fueron atendidos y provistos de las cosas más necesarias. Un soldado cojo que chapurreaba el castellano refirió en análoga forma los hechos.
Minutos después de las diez, se dispuso la salida de la expedición destinada á Alcalá de Henares. Los soldados á ella asignados, mandados por un oficial, ocuparon sus puestos. Con ellos subió al tren el comandante de Estado Mayor, don Abilio Barbero, encargado de dejarles en sus respectivos alojamientos. El total de los destinados á Alcalá es de 152. En el andén fueron despedidos por las mismas personas que les recibieron. Los expedicionarios de Zaragoza y Pamplona, tardaron más en emprender el viaje.
En vista de ello la Intendencia militar dio á los soldados un rancho abundante. Algunos que habían ido al centro de la población comieron en diferentes establecimientos, á las doce y media se pusieron en marcha los dos convoyes en el de Zaragoza marcharon 344 hombres y en el de Pamplona 247. Los primeros fueron acompañados del comandante señor Cari y los segundos del teniente coronel señor Espinosa de los Monteros. Se les hizo análoga despedida.
Como es sabido, en Madrid han quedado de 50 á 60 expedicionarios entre los que figuran
los más distinguidos. Los restantes se distribuirán entre Aranjuez, Teruel, Valladolid, Orduña y otros puntos.


viernes, 23 de mayo de 2008

Los Alemanes del Kameroon (I)


Ya antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, las tropas coloniales alemanas situadas en la colonia del Camerún estaban en una situación precaria, ya que habían sido diezmadas por numerosas revueltas y rebeliones indígenas. Asimismo, la situación estratégica del Camerún ofrecía a un ejército atacante la posibilidad de atacar desde 4 frentes distintos. De esta manera, al estallar la Gran Guerra, unos ocho mil efectivos del ejército imperial alemán entre tropas regulares y nativos hicieron frente a más de 30.000 soldados de los ejércitos aliados (británicos y franceses). A pesar de la considerable desventaja en cuanto a tropas, los alemanes pudieron aguantar el empuje aliado y rechazar las ofensivas de franceses y británicos. El 27 de setiembre de 1914, los alemanes tuvieron que retirarse de port Duala y retroceder hacia el interior del territorio. Los alemanes iniciaron una guerra de guerrillas en territorio selvático. A lo largo de 1915, el transcurso de la guerra en el Camerún proporcionaba cambios contínuos.
A pesar de la resistencia de los defensores alemanes, una victoria de la Entente permitió a las tropas aliadas ocupar la línea Wumbiaga-Eseka manteniendo así los sectores clave. En enero de 1916, la mayoría de tropas alemanas tuvo que retirarse de la capital Yaoundé y adentrarse en territorio colonial español, en Guinea ecuatorial por la zona de Muni. En total, más de 900 tropas regulares alemanas y más de 14.000 efectivos de indígenas se adentraron en territorio neutral. Poco después, le siguió el éxodo de 50.000 civiles.
Las últimas tropas regulares situadas en el Camerún continuaron luchando hasta ser evacuadas. El 18 de febrero las pocas tropas que quedaban en el Camerún depusieron las armas.
La mayor parte de las tropas alemanas que se adentraron en Guinea ecuatorial fueron enviadas a España.

Continúa en: Los Alemanes del Kameroon (II)

lunes, 12 de mayo de 2008

Temeridad francesa



"Un cirujano militar francés realizando acrobáticas hazañas en el parapeto de una trinchera a la vista de las armas enemigas. El cirujano apostó que iba a realizar algunos ejercicios gimnásticos en lo alto de una parapeto, a pesar de que la trinchera estaba sólo a trescientos metros de las líneas alemanas. El osado oficial ganó su apuesta, pero ganó también una pena de diez días de arresto menor, una pena leve al haberse expuesto innecesariamente al fuego enemigo."

Literary digest, enero de 1917